Redacción: Andrea Genovart
Rural Zombies ha conseguido, poco a poco, hacerse un hueco en la escena independiente. En tan solo un año han recibido el premio Musik Bulegoa y han participado en festivales referentes como el Festival Tomavistas o el BIME. Con una formación de jovencísima edad, el grupo de Guipúzcoa lanza ahora su segundo larga duración bajo la producción de de Eñaut Gaztañaga (Grises), del que ya han avanzado los singles Ethereal y BI. Un trabajo que, sin duda, deja entrever una maduración más que patente respecto su disco debut, BAT (2015, autoeditado).
Ya solamente con Nana, el primer tema del disco, podemos percibir lo que nos vamos a encontrar en (2018, Mushroom Pillow): temas menos agresivos pero mucho más trabajados. Las guitarras son ahora un eje fundamental en la nueva imagen de la banda, que construyen una atmósfera metalizada que los emparenta con un grunge y shoegaze noventero. Una voz, por otro lado, que se mantiene con las características de tener una presencia impoluta e independiente al resto de la banda, que realza la fuerza instrumental como también remarca sus tempos. A veces, eso sí, encontramos la voz de Julia Urreaga enmarcada en la propia canción, como es el caso de LRRH o Ethereal, y otras encabezándola y erigiéndose líder, como en Whateverest o Home.
No obstante, tampoco hay que alarmarse por ninguna transformación radical. Siguen en la zona tangente entre un rock oscuro - pero light - y la parte del indie más atmosférico. De un modo clásico y sencillo, no por ello menos agradable, se desmarcan a piruetas de acordes o a sintetizadores que confunden el sonido. Eso sí, aquí ya no hay ritmos bailables como fueron Fall o Stones, grandes éxitos y temas de su anterior disco, aunque cabe apuntar que Wanted o Fun son los sencillos que asumen esa faceta más eufórica y de power punk que predominaba en Bat (2015).
Cabe destacar, en contrapartida, la novedad de un electro pop en Bi, con unos coros melódicos y una parte vocal distorsionada por un efecto eco que ondean este nuevo sonido que ofrece la banda. Pero todo muy soft, más delicado. En definitiva, más calculado; de hecho, de este nuevo carácter es claramente representativo, y de dudosa casualidad, el sencillo de nombre homónimo al LP. Podríamos decir, pues, que la tónica general del nuevo disco, tres años después, obedece a un proyecto más paciente y cauteloso, que cabe apreciarlo dónde residen las sutilezas. Y es que cuando las cosas se hacen bien no es necesario hacer bandera. De eso, ya se encarga el resto.