Las películas de Halloween son una parte fundamental de la historia del cine de terror contemporáneo y conforman una pieza clave en lo que al desarrollo y la influencia de posteriores cintas pertenecientes al género se refiere. Un clásico del terror, que comenzó a finales de los 70 con una primera entrega dirigida por John Carpenter y que desde entonces abriría la puerta a toda una franquicia de títulos en los que veríamos el mejor despliegue de violencia, horror, sustos, y todos los arquetipos del slasher por definición.
Durante más de cuatro décadas hemos visto al pertinaz y terrorífico Michael Myers intentando sembrar el caos y la destrucción en la ficticia ciudad de Haddonfield, Illinois, mientras la malévola mente de un infinito listado de diferentes cineastas nos planteaba entramados cada vez más espeluznantes a lo largo de las diferentes entregas que comprenden la saga de películas de Halloween. Recordamos que, originalmente, el angelito Myers es planteado como un niño de apenas seis años que comete el terrorífico crimen de asesinar brutalmente a su hermana durante la noche de Halloween de 1963, acto que le llevará terminar interno en un hospital psiquiátrico por quince intensos años (hasta que éste se fuga, y da comienzo el legado de esa inquietante y perturbadora figura vestida con mono de mecánico y máscara blanca que todos conocemos).
Por supuesto, desde su primera incursión en cines, allá por 1978, la saga Halloween ha dado muchas vueltas, propiciando numerosas secuelas y reinicios que tal vez puedan haber despistado a ese fan que anhele trazar una línea de continuidad y temporalidad entre las diferentes partes de la franquicia. Por ello, aquí te planteamos la guía que has de seguir para ver las diferentes películas de Halloween en su más riguroso orden cronológico.
Aquí comienza la saga, con un John Carpenter de mediana edad a punto de comenzar a entregarnos algunas de las películas más remarcables de su carrera y del cine fantástico. La primera de ellas, La noche de Halloween (1978); la primera historia sobre el terrorífico asesino Michael Myers, quien tras haber pasado 15 años de su vida en un hospital psiquiátrico por matar a su hermana mayor con apenas 6 años de edad, se fuga y siembra el caos en Haddonfield, Illinois, concretamente a un grupo de adolescentes, liderado por la introvertida e icónica Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) que terminará convirtiéndose en la cara principal de la saga y en la final girl del cine de terror por excelencia. Otra de las caras importantes de esta franquicia, el Dr. Loomis (psiquiatra de Myers y personaje interpretado por Donald Pleasence) nos convencerá del peligro inminente que supone que Michael anda suelto y estará decidido a encontrarlo antes de que cause más daño.
La línea temporal de la saga de Halloween es un trampantojo importante que no se lo pondrá fácil a ningún seguidor o interesado en descubrir desde el inicio las aventuras y desventuras de Michael Myers y sus víctimas. Sabemos que vendrán muchas partes más, cargadas de giros de guión e inesperadas subtramas que nos traerán nuevos personajes a esta extensa franquicia, pero en 2018 –cuarenta años después del estreno de la cinta original de John Carpenter- el cineasta David Gordon Green tuvo la feliz idea de hacer borrón y cuenta nueva y obviar todas y cada una de las distintas entregas que se habían formulado de Halloween a lo largo de estas cuatro décadas de terror y slasher puro. Una decisión del todo arriesgada, pero con la garantía para los fans del personaje de poder tener la oportunidad de ver un reinicio digno del mismo, después del histórico y notable maltrato que la saga venía años sufriendo. La noche de Halloween (2018) es considerada, por tanto, una secuela directa de los acontecimientos vividos en 1978, diseñada para servir como una continuación coherente de la historia original y combinar la esencia de ésta con elementos modernos de suspense y horror. A lo largo de los años, Laurie (quien, efectivamente, vuelve a ser interpretada por enésima vez por Jamie Lee Curtis) ha vivido obsesionada con la idea de que Michael Myers pudiera escapar del hospital psiquiátrico en el que se encuentra y regresar a terminar lo que empezó cuarenta años atrás. No te faltan motivos para tener la mosca detrás de la oreja, Laurie, y es que Myers hace lo propio y tras varios asesinatos random, se postula para enfrentamiento final con Laurie, quien deberá proteger también a su hija y su nieta.
Con el plan en mente de elaborar una nueva mini-saga dentro del vasto universo de Halloween, Gordon Green firmó en 2021 la continuación natural de su La noche de Halloween (2018) con una segunda entrega destinada a continuar de forma directa con los eventos narrados en la película anterior. Después de que Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) y su familia lograran herir a Michael Myers y dejarlo atrapado en el sótano de su casa en llamas, los servicios de emergencia llegan a escena y a medida que el fuego consume la casa, Michael logra escapar intacto y seguir a lo suyo: es decir, matar. La trama, por su parte, ejecuta un gran ejercicio de continuidad –algo que se echó francamente de menos durante los 80s y 90s, donde la saga deambuló como pollo sin cabeza de director en director- y pretende ahondar en las consecuencias de los atroces actos de Myers a lo largo de los años, algo que servirá para que el pueblo de Haddonfield una fuerzas por fin y decida plantarle cara al hombre que ha sembrado el caos y la destrucción en su pequeña localidad. El enfrentamiento entre Michael y los residentes de Haddonfield se intensifica a medida que el caos se apodera de la ciudad, mientras Laurie y otros personajes intentan detener a Michael antes de que cause más daño.
Ponerle la etiqueta de “el final” a una entrega protagonizada por el terroríficamente invencible Michael Myers es como poco muy optimista, pues si algo nos demostró el personaje durante cuarenta décadas es que sería capaz de sobrevivir a una bomba nuclear, si hiciera falta. Por el momento, la trilogía moderna de Halloween, construida sobre los cimientos de la cinta original de Carpenter y pasándose por el arco del triunfo cualquier subtrama paralela planteada en las infinitas entregas que tuvieron lugar entre medias, concluye aquí, con Gordon Green cerrando (por ahora) el serial y ubicando su trama cuatro años después de lo ocurrido en Halloween Kills (2021), donde un joven llamado Corey (Rohan Campbell) se encontrará, maltrecho y malherido en las alcantarillas, al famoso Michael Myers. Un extraño vínculo se generará entre ambos, motivados por un compartido reverso vengativo que nos ofrecerá la oportunidad de ver carne fresca en el entramado. Sin embargo, todo terminará donde empezó: con Laurie y Michael protagonizando el esperadísimo enfrentamiento final que se saldará con el asesinato final de Michael, quien tras 44 años de matanzas y a sus 65 años de edad, ve por fin cerrado su eterno legado.
Poco después, la saga cambiaría de manos –y ya os avisamos de que no será la primera vez- y recaería en Rick Rosenthal (quien años después se especializaría en esto de hacer segundas partes de clásicos, con Los Pájaros 2). Efectivamente, que no pudieran encontrar el cuerpo de Myers tras ser defenestrado y disparado en la anterior película es señal inequívoca de que el maníaco asesino sigue vivo. Y así nos lo hacen ver con una trama que transcurre directamente después de los eventos acontecidos en La noche de Halloween (1978), donde Myers perseguirá de nuevo a Laurie Strode, quien es hospitalizada tras su previo encuentro con Myers. El Dr. Loomis, por su parte, hará lo que buenamente pueda en aras de continuar con su búsqueda, colaborando con la policía, y haciendo lo que esté en su mano para que éste no cause más muertes. Pero su objetivo está puesto en Laurie, a quien volverá a perseguir y atormentar mientras se nos revelan más datos sobre su extraña conexión.
La cuarta entrega de Halloween –sí, no nos hemos saltado la tercera, más abajo os explicamos qué lugar ocupa en esta línea temporal Halloween III- no deja muchos secretos a descubrir en su título. Efectivamente, Michael Myers (interpretado en esta ocasión por George P. Wilbur) comienza ya a ganarse la fama de cansino oficial con más vidas que un gato y regresa más fuerte que nunca. Mientras éste es trasladado de un hospital psiquiátrico a otro, unos trabajadores de la institución se toman la justicia por su mano e intentan asesinar a Myers, a fin de lograr que éste no vuelva a causar más muertes. Un plan fallido, que termina facilitando la nueva huida de Myers y poniéndole en bandeja al asesino la oportunidad de reanimar su olvidada obsesión con Laurie Strode. Cuál será la sorpresa del propio Myers –y de los propios espectadores, para qué nos vamos engañar- cuando descubre que Laurie falleció en un accidente de tráfico años atrás (ya es mala suerte, después de a todo lo que está mujer había sobrevivido). Sin embargo, su legado continúa de la mano de Jamie Lloyd (Danielle Harris), hija de Laurie y nueva obsesión para el asesino del mono y la máscara.
La época imperial de la saga, acumulando títulos y títulos a lo largo de la década de los 80s, concluía con Halloween V: La venganza de Michael Myers (1989), una continuación natural de ese enfrentamiento intrafamiliar que se había iniciado en la anterior entrega, donde Michael Myers había focalizado toda su rabia y sed de venganza en Jamie Lloyd (de nuevo interpretada por Danielle Harris, y presta a convertirse en la nueva cara principal de la saga. Spoiler: buen intento, pero no terminaría sucediendo). La película comienza con un prólogo que retoma los eventos finales de la película anterior, donde se nos reveló una información muy importante sobre el parentesco familiar entre Jamie y Myers. Ahora, y tras un año en coma, Myers se despierta de su letargo y promete volver a perseguir a Jamie hasta la muerte, casualmente y como si su reloj biológico se lo oliera, en la víspera de la noche de Halloween-. Mientras tanto, Jamie (quien después del trauma vivido terminó hospitalizada y ahora ha perdido la capacidad del habla) desarrolla una conexión psíquica muy extraña con Myers que le permite sentir sus terribles acciones y presenciar las mismas mediante perturbadoras visiones.
Si después de seis películas creías que la saga no podía dar más giros y vueltas de campana, créenos que puede y las dará. Para empezar, la saga ya parece ya totalmente focalizada en Jamie Lloyd (en esta ocasión, interpretada por J.C. Brandy en una etapa más madura del personaje) como principal protagonista de la misma y los hechos que rodearán a su regreso no serán menos perturbadores. Vemos que ahora Jamie está embarazada, lo cual se compagina regular con el hecho de huir de Michael Myers. Y por si a caso un asesino enmascarado no fuera suficiente amenaza, ahora resulta que existe una misteriosa secta, llamada La Orden de los Druidas de la Nieve, que ha estado controlando las acciones de Michael Myers y usando su violencia como parte de un ritual pagano (descubriéndose así que el bebé de Jamie se convertirá en un target inmediato para esta cuadrilla).
Bueno, agarraos porque vienen curvas. Siete películas y veinte años después, la saga sufrirá su primer reinicio, volándonos a todos la cabeza con el regreso oficial de Jamie Lee Curtis en el icónico papel de Laurie Strode (ya podéis afinar vuestros mejores “no estaba muerta, estaba de parranda”, porque pare la ocasión viene pintiparado). Las diferencias entre la actriz y los deudores de la saga se terminaron saldando dos décadas más tarde de lo previsto, y como si el espectador careciera de memoria, deciden literalmente vendernos la moto de que todo lo acontecido durante las anteriores entregas nunca ha sucedido en el universo de Michael Myers, y optan por continuar las cosas donde se quedaron en 1981, tras la segunda entrega de Halloween. Ahora, Laurie se ha marchado a la gran ciudad, con una nueva identidad y un provechoso trabajo como directora de escuela en California. Tiene un hijo (entra Josh, sale Jamie) y la vida parece sonreírle –aunque la trama ya se encargará de demostrarnos que sus traumas, provocados por los eventos vividos hace veinte años con Michael, le pasarán factura cuando menos se lo espera-. Lo sentimos Laurie, pero haces bien en no fiarte ni de tu sombra, porque la tierra que el personaje pone de por medio no será suficiente para evitar que Myers regrese y vuelva a perseguirla.
Con Jamie Lee Curtis de regreso a su papel como Laurie Strode, Rick Rosenthal se vio muy motivado y predispuesto a querer también retomar su trabajo en la franquicia con una nueva entrega firmada por él a principios de los dosmiles. En pleno boom de los reality shows televisivos, la saga no se libra de esta tendencia catódica y nos muestra una trama que gira en torno a un grupo de jóvenes que participan en el espectáculo televisivo llamado Dangertainment, un programa que tiene lugar en la casa abandonada donde ocurrieron los asesinatos originales de Michael Myers (igual ésta empieza a ser la clave para que nos comience a interesar este tipo de tele, también te digo). Obviamente, y yendo a jugar a la boca del lobo, a estos incautos no les espera nada bueno, quienes pasan una noche del todo toledana en la citada residencia. Quizás te estés preguntando dónde está Laurie durante todo este entramado de jovencitos repelentes –pues bien, después de los eventos vividos en Halloween H20: Veinte años después, Laurie es hospitalizada… y asesinada en el propio hospital por Myers. Vengo del futuro y tengo un comentario que haceros, guionistas: dadle una vuelta a esa decisión.
Como si la saga no tuviera suficientes aristas, subtramas y recovecos, el bueno de Rob Zombie se planteó la responsabilidad de reiniciar el clásico de Carpenter con un remake bastante decente de la cinta original. Con la siempre particular óptica del músico y cineasta, Halloween: el origen (2007) pretendió sacarle punta a los orígenes de Michael Myers, en aras de intentar comprender el móvil de sus acciones y qué detalles de su infancia provocaron su espeluznante conversión en asesino en serie. La película, por su parte, presenta varios cambios y desviaciones con respecto a la trama original, centrándose parcialmente en la infancia de Michael Myers en detalle, mientras nos muestra su difícil vida familiar, con un padre abusivo y una madre, Deborah Myers (interpretada por Sheri Moon Zombie), que lucha por mantener la estabilidad. Con un tono mucho más oscuro y turbio que la película original, Zombie ahonda en su interés por hacernos comprender que Michael también tuvo problemas en la escuela y fue acosado, revelando así una creciente obsesión por la violencia. Durante la primera parte de la película, que bien podría estar colocada antes de la película de Carpenter, si nos ceñimos a un orden cronológico estricto, se nos hará entender el contexto que llevó a Myers a cometer el brutal y famoso asesinato de su hermana, lo que finalmente lo lleva a ser internado en un hospital psiquiátrico. La segunda mitad de la película, sin embargo, se centra más en la adultez de Michael y en su escape del hospital psiquiátrico, saldándose su posterior regreso a Haddonfield, quince años después. Como en la película original, Michael comienza a acechar a Laurie Strode (interpretada aquí por Scout Taylor-Compton) y a sus amigos, quienes se convierten poco a poco en el objetivo de sus anhelos más psicópatas.
La narrativa de la secuela directa de Halloween: el origen (2007), nuevamente dirigida por Rob Zombie, no nos mostrará nada nuevo que no nos hayan planteado ya decenas de cineastas antes en la saga de Halloween (Laurie se salva por los pelos de su encuentro con Michael; Michael no muere, y de hecho regresará; y mientras, Laurie hospitalizada se recupera del encontronazo con Myers y del trauma que le quedará ya para toda la vida). Sin embargo, el ojo por el que la trama se nos plantea sí que es distinto, con la mano de Zombie marcando la diferencia con respecto a sus predecesores y ahondando como nunca nadie hizo antes en la psique de Myers (a quien le veremos sufrir alucinaciones con ciertos flashbacks de su niñez, su madre y un misterioso caballo blanco). La película explora la psicología de Michael, mientras él continúa su ola de violencia y causa el caos en Haddonfield, presentando elementos relativos al trauma, las pesadillas y la realidad distorsionada, lo que contribuye a una atmósfera de confusión y horror psicológico único y sin precedentes en la saga.
Pese a ser considerada la tercera parte de la saga que Carpenter inició en 1978, Halloween III: El día de la bruja (1982) es considerada una película independiente de la franquicia, desviándose así de la trama principal focalizada en Michael Myers y creciendo en direcciones narrativas distintas. Así pues, Tommy Lee Wallace (quien años más tarde lo terminaría petando con It (1990)) toma el relevo de Rosenthal y nos presenta una cinta atípica e inesperada, concebida como un intento de transformar la serie en una antología de historias de terror relacionadas con la festividad de Halloween en lugar de continuar con la trama de Myers. La historia, acontecida en vísperas de la noche de Halloween, sigue a un médico llamado Dan Challis (interpretado por Tom Atkins) y a una joven llamada Ellie (interpretada por Stacey Nelkin) mientras investigan una serie de eventos extraños que rodean la compañía de máscaras de Silver Shamrock Novelties. A medida que profundizan en la investigación, descubren que Silver Shamrock Novelties está preparando un evento promocional masivo en la víspera de Halloween, durante una transmisión de televisión especial. La empresa ha incorporado tecnología oculta en las máscaras, y el plan siniestro es usar esta tecnología para matar a miles de niños que llevan puestas las máscaras durante la transmisión, con el objetivo de realizar un antiguo ritual de sacrificio a los dioses paganos. Huelga decir que este intento de Wallace por construir un universo paralelo al de la cinta original de Carpenter se cobró una acogida muy fría por parte de la crítica y, por suerte o por desgracia, no le volveríamos a ver asomando el hocico por la franquicia de Halloween nunca más.
