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Lori Meyers - Cuando El Destino Nos Alcance

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Puedo adivinar dos o tres razones por las cuales una banda que, después de haber entregado dos discos cargados de magníficas canciones, acabe cayendo en rimas fáciles y explícitas, melodías predecibles y temáticas absurdas. Una muy clara, y para mi las más probable, seria la rendición ante las presiones del sello discográfico, la segunda sería el deseo de la banda de llegar a más público (corriendo el riesgo de perder a los antiguos seguidores sin implicar directamente que se ganen nuevos) y la última y a priori menos probable que se hayan agotado los recursos creativos.

Después de escuchar el último trabajo de Lori Meyers, no he podido evitar pensar en ello. Es algo que ya creí intuir levemente en Cronolanea por lo que en esta ocasión ya estaba preparado para contener las irrefrenables ganas de suicidio.

Las críticas descarnadas que se vierten por los blogs y foros, (un indicio muy significativo de las pasiones encontradas que levanta el grupo) coinciden en gran medida con mi opinión, pero una banda que ha ocupado tantas horas en mi "walkman" merece un análisis tranquilo y objetivo, sin necesidad del insulto fácil.

En lo primero que voy hacer inca pie es en las letras. No es que Lori Meyers haya sido un grupo de grandes letras pero en sus primeros discos (Viaje de Estudios, Hostal Pimodan), El lenguaje inocente casi adolescente creaba complicidad y familiaridad a partes iguales por lo que las canciones llegaban sin necesidad de palabras complicadas o metáforas pretenciosas, además las temáticas siempre tenían como eje central el amor, (yo personalmente no concibo hablar de otra cosa en una canción pop). Pues bien, Lo que en Cronolanea se empezó a vislumbrar, se evidencia mucho más en Cuando El Destino Nos Alcance. Un intento explícito, frívolo, vulgar, ridículo y simplón de intentar aleccionar sobre temas tan manidos y resabidos como la religión o la manipulación de los medios me parece muy pobre, sobre todo porque lo abordan desde una visión infantil y plana.
Por otra parte también fallan en las canciones de amor, lo que antes resultaba simpático ahora carga por la cantidad de rimas imperfectas, forzadas y vocabulario pedante, (al menos unas cinco veces durante la primera escucha recé para que por favor no utilizar tal o cual palabra, pero si, al final si).

Lo segundo que me llama la atención es el sonido general adoptado. En Hostal Pimodán, mi disco preferido, creí entrever que Lori Meyers habían alcanzado su sonido, su identidad, en una mezcla perfecta entre la tradición pop de los sesenta (baterias sucias, contuníos coros y juegos de voces y estribillos pegadizos que no pesados) y la visión del amor, tan despreocupada, tan de nuestra generación. Pensé que seguirían por esa senda pero me equivoqué. Cronolanea fue un paso atrás ya que de nuevo utilizaban el powerpop acelerado y alocado de viaje de estudios pero sin su frescura y certeza. El sonido de Cuando El Destino Nos Alcance no lo entiendo. Medios tiempos pesados sin chispa, ritmos electrónicos que creo no mejoran las melodías, en definitiva un batiburrillo de conceptos y recursos que evidencian aún más la fragilidad de las letras y melodías.

Creo que lo bueno de Lori Meyers era que sus canciones ya tenían ese poder para llegar a mucha gente, ahora no son más que una parodia de las anteriores, igual que vienen se van, probablemente por pretender llegar a tanta gente acaben no llegando a nadie, pero igual me equivoco, ojalá.

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