Marcada por una adolescencia autónoma y precoz, donde llegó a vivir independizada con apenas 15 años de edad en Manchester, y por una pasión inusitada y enraizada por la moda y el diseño más imaginativo, Róisín Murphy continúa siendo a día de hoy capaz de convencernos de que su propuesta es actual y está más viva que nunca. Si firmar la canción del verano junto a Jessie Ware (Freak Me Now), debutar por primera vez en Boiler Room o lograr un llenazo total en el Royal Albert Hall de Londres no son pruebas suficientes de la vigencia de esta artista irlandesa, bien lo será su nuevo trabajo, Hit Parade (Ninja Tune, 2023), considerado por la misma como su particular obra de arte y una actualización plena y absoluta de su sonido, gracias a la mano del productor alemán DJ Koze.
Su vuelta al ruedo le ha traído consigo algunos achaques de salud que han contraprogramado sus conciertos y nuestra presente cita, pero la icónica cantante bien sabe redimirse de ello garantizándonos que habrá nuevas oportunidades de verla pronto por España, poco después de que la felicitemos por su reciente paso por el Bilbao BBK Live 2023. Con motivo de su regreso y el lanzamiento de su séptimo álbum de estudio, charlamos con Róisín Murphy.
Oh, Dios, sí. Siento que aquello ocurrió como hace dos años, y realmente fue hace cosa de un par de meses, como mucho [risas]. Pero sí, sí, ha sido un regreso de lo más intenso, de hecho hace un par de semanas cogí una infección de oído muy fuerte y he estado tomando antibióticos que me han dejado muy baja de energía en términos físicos. Incluso tuve que cancelar algunos conciertos, lo cual es algo que nunca antes había hecho en más de treinta años de carrera.
Bueno, ya desde niña solía ser muy fantasiosa y siempre estaba muy predispuesta a jugar con la ropa y a disfrazarme de todo tipo de cosas, fingiendo ser diferentes personajes y cosas por así. Recuerdo que de pequeña era muy cinéfila y era capaz de tragarme películas clásicas con mi madre de forma ininterrumpida. Eso me inspiraba mucho a la hora de dibujar y diseñar vestidos junto a ella, lo cual me permitió aprender muchísimo sobre la moda de las diferentes épocas. Por parte de la familia de mi madre también había muy buenas modistas y prácticamente crecí rodeada de todo eso, aprendiendo los nombres de los cortes, de las prendas, de los tejidos… Mi madre no estaba tan obsesionada con la ropa como yo lo estoy, pero era una mujer muy bella y tenía una elegancia de lo más especial para vestir, lo cual con el tiempo terminó convirtiéndose en una inspiración para mí. Era comerciante de antigüedades y recuerdo comprar junto a ella ropa de los años 60s que durante muchos años se convirtió en mi fondo de armario habitual. Botas, mini-faldas, mini-vestidos… Además cuadraba mucho con la música que solía escuchar por aquel entonces. No sé, digamos que esa es la raíz de todo. Siempre me ha gustado exhibir mi estilo y es una parte íntegra de mí, como lo es también el hecho de hacer música.
Y tanto, hasta te diría que tiene todo una herencia ciertamente católica. Mis padres no eran extremadamente religiosos, pero obviamente crecí en un ambiente muy católico, y hay algo detrás de la religión que desde siempre ha inspirado al mundo de la moda. Recuerdo que cuando era niña me ilusionaba muchísimo la idea de que llegara el día de mi Comunión para poder llevar por fin puesto mi vestido. Y también es algo que comprobamos en sí en la estética de aquellos que ofician homilías, siempre llevando prendas recargadas y maravillosas. Sin duda, ésta es una gran influencia en mi estilo.
Vaya, es una pregunta complicada [risas]. Creo que se alegraría mucho viendo todo lo que, con el tiempo y con mucho esfuerzo, ella misma terminará logrando. También, si me viera desde fuera, sería como cuando iba a las tiendas de discos y de repente aparecía algún que otro artista local por la puerta y me quedaba en shock, maravillada por su presencia. Si mi yo actual se encontrara con mi versión adolescente en esas circunstancias, por descontado que ésta última también alucinaría en total admiración.
Supongo que la diferencia reside en que yo nunca me he considerado una estrella. Nunca he tenido problemas para moverme por el mundo y gozo de mucha libertad para hacer una vida absolutamente normal, como ir al supermercado sin que nadie me pare. No soy una estrella, solo soy una artista. Muy prolífica, de hecho, y eso hace que a lo largo de mi día a día siempre tenga que afrontar retos creativos de todo tipo que me hacen sentir activa. Me siento como una novelista, una pintora o una directora de cine, todo a la vez. Y eso es lo que me hace mantenerme en constante evolución y deseosa de convertir mis inputs en outputs. Para mí, lo que define verdaderamente a un artista es que éste o ésta tenga la capacidad propia de terminar aquello que empieza de forma consistente y sea capaz de entregarlo al mundo. Hay muchos artistas con grandes dotes y talento pero que no son capaces de terminar aquello que empiezan o de entregarlo al mundo por miedo a ser juzgados. Por mi parte, superé esa barrera hace años y ahora soy simplemente eso, alguien que crea cosas y las entrega al mundo.
Fue él quien lo empezó todo, realmente. Contactó conmigo hará cosa de cinco años, con el fin de proponerme que contribuyera a una de las canciones que conformaron su anterior disco, ‘Knock Knock’. Tras esta colaboración, me pidió seguir trabajando conjuntamente en algo aún más grande y ambicioso, pero en aquel momento no quería realizar nada que no fuera un proyecto propio, y además yo ya estaba comprometida con la elaboración de mi anterior trabajo, ‘Róisín Machine’. Así que lo dejamos en el aire y nuestras colaboraciones se basaron en pequeños trabajos que realizábamos juntos en nuestro respectivo tiempo libre. Como te puedes imaginar, es un disco que ha llevado más tiempo del esperado pero tampoco nos preocupaba en exceso, puesto que ambos estábamos siempre ocupados con otras cosas. Después acabamos encontrando el momento idóneo para terminar de darle forma a aquello que habíamos comenzado a engendrar y el timing ha resultado ser perfecto para poder lanzarlo ahora al mundo.
La verdad es que toda la responsabilidad de eso recae sobre mí, en tanto que soy la directora creativa del proyecto. Compré esas fotografías que ves en las portadas de los sencillos y del álbum y jugué con ellas a partir de fotomontajes, donde insertaba mi cara en ellas o apostaba por deformarlas de una forma casi grotesca. Se sienten como un collage. Y la razón por la que opté por este tipo de fotografías y no otras es porque se sienten tan sensitivas como la propia música que las acompaña. Son misteriosas, es como que no tienes muy claro qué estás viendo pero a su vez, no puedes dejar de mirarlas. Y, por otro lado, este artwork es también el reflejo de otro de mis grandes anhelos: quiero que este álbum no sea concebido como un producto, sino como una obra de arte. Ya sé que será un producto, en tanto que será producido y distribuido en masa, pero quiero que a su vez este álbum refleje mi deseo por hacer música que dure para siempre. Lograr que mi música suene eterna o al menos interesante a largo plazo, y no tanto pasajera y por tiempo limitado, es lo que más me ha obsesionado en los últimos años.
La verdad es que me he hecho esa pregunta muchas veces. Primero de todo, es importante recalcar que ahora mismo hay un modelo de negocio que, en términos generales, es muy distinto al que había en el pasado. Así que, para empezar, lo que Ninja Tune hacen a día de hoy, que es mi actual sello, es completamente diferente a lo que The Echo Records hacían en su momento. Desde mi punto de vista, diría que la industria discográfica ha logrado reinventarse muy bien, y se siente como si hubieran recibido una lección de humildad en los últimos años que les ha llevado a comportarse con más comprensión y modestia. Aun así, también se ha incrementado el nivel de exigencia por parte de las mismas para que los artistas no nos durmamos y para que se valore el trabajo duro que hay detrás de cada proyecto. Hay mucha competencia y muchas metas que lograr, como mejorar tus escuchas en streaming, figurar en playlists, o incrementar tu visibilidad en publicidad.
Pues esa idea se inspiró casi de la misma forma en la que el artwork del álbum fue creado, si te soy sincera. Quiero decir, mi intención con el videoclip de ‘Fader’ era la de enseñar “ese otro lado”, una cara más real y humana de mí misma. ¿Y qué mejor manera de mostrar autenticidad que volviendo a mi ciudad natal y grabar un videoclip allí, rodeada de sus habitantes? Es una idea 100% Róisín, las cosas como son. Además, teniendo presente que es una pista que juega con ritmos de hip-hop, me venía muy bien que el vídeo estuviera ambientado en la calle. No pretendo equipararme a las grandes estrellas del género que hacen esto mil veces mejor que yo, lo único que buscaba con este vídeo es mostrarme tal y como soy, de forma totalmente natural y auténtica.
Eso creo. A lo largo de mi carrera siempre he buscado representar aquello que no se esperaba de una chica irlandesa, ¿me explico? En los 90s no era muy común ver a una artista irlandesa hacer música electrónica, por ejemplo. Todo cuanto exportábamos aquí era música folklórica o a U2. Así que sí, de alguna manera este tema busca poner de manifiesto eso que dices, cerrar el círculo y demostrarle al mundo que cada parte de mi trabajo y de este nuevo proyecto es del todo real y auténtico.
De hecho, de joven era aún más directa y natural [risas]. Era una maldita bola de fuego cuando era adolescente y así lo fui cuando entré en esta industria, solo que no era consciente de ello en aquel momento. Pero supongo que tener esta actitud es lo que me permitió lidiar con los pormenores propios de este sector. Es más, nunca en mi entera carrera he tenido que aguantar que ningún ejecutivo viniese a decirme qué podía o no podía hacer en mis discos. Nadie se atrevió nunca a tener ese tipo de conversaciones conmigo. Precisamente por lo determinante que soy, por mi energía, por el derroche de ideas que siempre tengo en mente… Creo que podía llegar a ser hasta intimidante. No descarto que en los 90s la gente me tuviera miedo [risas].