¿Hasta qué punto conocemos los secretos, debilidades, miserias y claroscuros de las personas que conviven con nosotros? ¿Cuán normativas son nuestras fantasías, deseos y pulsiones, comparadas con las de la media? ¿Cómo de humano, cercano e incluso familiar puede llegar a ser un monstruo? No serán pocas las cuestiones que sacudirán nuestra nerviosa psique después de ver una película como La Desconocida, donde la intención de su autor por incomodarnos, retorcernos y replantearnos inmentables debates coparán la hora y media de su metraje.
Pablo Maqueda, recordado por su reciente trabajo en Dear Werner (un ensayo documentalista dedicado a la memoria y obra del cineasta Werner Herzog) presenta ahora La Desconocida, un film co-protagonizado por Laia Manzanares, Manolo Solo y Eva Llorach que ahonda en la raíz narrativa de la obra teatral Grooming, firmada por Paco Bezerra. Las preguntas generadas por esta cinta solo pueden ser respondidas por uno mismo, pero a fin de aproximarnos a la génesis de un thriller tan oscuro e intrincado como el mencionado, ha tenido a bien charlar con nosotros el propio responsable de la película, Pablo Maqueda.
Ha sido un proceso de adaptación muy intenso. Paco se unió al equipo como guionista, y desde el principio trabajamos la idea de cómo hacerle preguntas al espectador, a fin de incomodarle y generar estados de desconcierto en él. El teatro es palabra y el cine es imagen, y equilibrar estos dos medios tan potentes a fin de contar el mensaje que queríamos ha sido todo un reto. Especialmente, porque en todo momento queríamos huir de la posibilidad de terminar haciendo teatro filmado, que sería el principal error en una situación como ésta. Ante todo, queríamos hacer una buena película, con una adecuada construcción de atmósferas, buenas imágenes y sobre todo ser capaces de atrapar al espectador desde el minuto 0 hasta el 90. Y personalmente, creo que lo hemos logrado.
Me gustaría creer que los espectadores somos todavía capaces de guardarnos para sí los secretos que una película comparte con nosotros. Hemos hecho mucho énfasis en ello, siendo un poco juguetones con el espectador, con esa campaña que remite un poco a la que Hitchcock hizo en su día para ‘Psicosis’. Creemos que es una manera de devolverle al espectador la idea de poder ir al cine ilusionado y que este acto siga sintiéndose como todo un evento. De hecho, espero que la gente la vea el fin de semana de su estreno, antes de que nadie le estropeé el final.
Realmente, todo viene de una de mis primeras películas, titulada ‘Manic Pixie Dream Girl’. Una cinta independiente y muy modesta, que publiqué en internet hará más de diez años. En ella ya trabajé sobre el lado oscuro de Internet, hablando sobre cyberbullying y sobre cómo las redes sociales habían llevado al suicidio a una joven, llamada Amanda Todd. Desde entonces siempre he querido ahondar más en el tema, y tras conocer la obra de Bezerra sentí que era la ocasión perfecta de hacerlo. Recuerdo ver las caras de impacto en la gente a mi alrededor cuando la vi en el teatro. Estaban en shock. Esa fue la prueba definitiva de que necesitaba hacer una película sobre lo que acababa de ver.
Sinceramente, creo que internet nos ha cambiado la vida para mal. Salta a la vista que hoy en día nuestras relaciones en redes sociales son vacías y superficiales. Nuestros cerebros están atrofiados por culpa de los algoritmos de las grandes plataformas y dadas las circunstancias, es obvio que una menor pueda llegar a ser una presa fácil para un depredador sexual en internet.
Desde luego, el cine cumple un papel fundamental a la hora de poner ciertos tabúes sobre la mesa que, por descontado, es necesario que se rompan. Con ‘La Desconocida’ creo que hemos hecho un ejercicio muy grande de libertad para poder hablar de algo de lo que normalmente no se habla. Todos los involucrados en este proyecto creemos que el grooming es un tema lo suficientemente urgente como para que se alerte sobre él, pero a título personal yo no soy nadie para hacerlo. Soy un simple contador de historias que pelea para captar la atención del espectador a fin de que se quede con el mensaje que busco transmitir.
Muy complejo. Pero a mí me interesa eso, contar historias sobre personajes complejos. Ahondando en la oscuridad del individuo y en lo desconocido. Aquello que no exteriorizamos por miedo, por culpa, o por temor a que se rían de nosotros. Esta película me ha permitido lograr que el espectador salga de la sala preguntándose si hay algún secreto que se vaya a llevar consigo a la tumba; algo que ni siquiera le haya contado nunca a su pareja, a su familia ni a nadie de su entorno.
En ningún momento. Desde el principio creí que era un tema lo suficientemente potente como para no andarnos con medias tintas ni tratarlo de forma descafeinada. Si lo hacía, lo hacía saltando al vacío y sin red. Y si me caigo y me llevo alguna que otra magulladura por el camino, pues será el precio a pagar. El cine, y más en concreto el thriller, existe para que nos hagamos preguntas, para zarandearnos, para darnos una bofetada y agitarnos en la butaca. Como espectador, siempre he agradecido eso y he admirado a grandes como David Fincher, Julia Ducournau, Michael Haneke, o Yorgos Lanthimos por saber hacerlo tan bien. Su cine es transformador, y logra que salgamos de la sala haciéndonos muchas preguntas. Eso es lo que a mí me interesa conseguir. Lo genial del cine es lograr que la película empiece cuando el espectador sale de la sala.
Por supuesto. Cuando trato un tema, siempre lo hago metiéndome bien dentro de éste y ‘La Desconocida’ me ha servido para hacerme muchas preguntas a mí mismo también, y para ganar conciencia de algo tan real como es el hecho de que no conocemos a las personas que tenemos a nuestro alrededor. Ahora mismo, tú y yo por ejemplo, solo conocemos del otro lo que vemos, aquello que elegimos estratégicamente mostrar, que no deja de ser una mera máscara. Creo que ese juego de secretos escondidos es realmente interesante, y mucho más lo ha sido lograr elaborar una trama entorno a ello.
Sabiendo que se trata de un tema complejo, hemos sido conscientes en todo momento de que era necesario tratarlo con mucho rigor. Hemos hecho una investigación muy amplia y exhaustiva durante un par de años, centrándonos no tanto en casos concretos como sí en casos generales que nos han servido para terminar dándonos cuenta de que éste es un tema de lo más universal. De hecho, mientras procedíamos a adaptar la obra de Paco al cine, ésta se siguió estrenando en varios países, y en todos ellos funcionó muy bien, precisamente porque la trama no te cuenta un caso específico, sino que plantea un contexto que es fácil sentir próximo. El parque, por ejemplo, representa un entorno idílico, familiar y cercano. En ningún momento quisimos trufar la realidad con grandes claroscuros, pues el terror a plena luz del día se siente mucho más impactante.
Les estoy enormemente agradecido por su trabajo, porque se han metido de lleno y lo han dado todo por unos personajes que no eran nada fáciles de interpretar. Ha sido un proceso muy duro de ensayo, con dos meses de trabajo a nuestras espaldas, donde ellos mismos han colaborado de forma muy directa, re-escribiendo ciertas partes del guión, adaptando éste a su forma de hablar, haciendo muchas preguntas o cuestionándome muchas cosas a mí también durante este proceso. Como director, agradezco muchísimo que todo el mundo opine y contribuya, y el resultado solo hay que verlo. He tirado muy poquitas tomas en rodaje, no te creas que pasé de la tercera o la cuarta. Precisamente, porque ellos ya lo tenían todo muy trabajado y anclado desde el principio.
A Eva no solo la considero una amiga íntima, sino también una de las mejores actrices de su generación y era clave que estuviera en esta película. Aporta una luz muy necesaria a la trama, ya de por sí oscura, desde un plano costumbrista muy luminoso. Particularmente, soy de los que creen que es muy enriquecedor que un director trabaje siempre con los mismos actores y poder encontrar en ellos distintas capas a través de personajes muy diferentes. Y concretamente, Eva es una actriz con la que me gustaría trabajar el resto de mi vida.