Con la certeza que les da haber salido indemnes de un trepidante año de curro y evolución, Míriam Ferrer y Paula Barberán ponen el broche de oro a la primera etapa de Lisasinson con su debut en formato largo, titulado inequívocamente Un Año de Cambios (Elefant Records, 2023). Durante el mismo, la formación valenciana ha afianzado su sonido, superando contra viento y marea las vicisitudes que todo proyecto joven e independiente debe afrontar, hasta convertirse en una de las piezas irremplazables de la nueva escena punk y riot grrrl patria.
Fruto de la comunión entre sus particulares referentes y del choque generacional de un imaginario en el que tienen cabida la rebeldía, la insolencia juvenil, el desamor, la decepción y el empoderamiento, las chicas de Lisasinson confirman la buena salud de su propuesta con un surtido de canciones nuevas, prestas y dispuestas para amenizar los próximos pogos de la inminente temporada festivalera. Sobre este “año de cambios” y el impacto del mismo en la narrativa y progresión de la banda, han tenido a bien charlar con nosotros las propias Míriam y Paula.
Miriam: Creo que íbamos en el coche, de vuelta del estudio, cuando se nos ocurrió el título, ¿no?
Paula: Puede ser, sí. Fue durante el proceso de composición, eso seguro. Y bueno, desde luego es un título muy explícito que sintetiza muy bien todo lo que nos ha pasado. Considerando esto, creo que no podríamos haber llamado al disco de otra forma.
Miriam: Al principio todo fue un shock, y por supuesto, llegamos a dudar seriamente sobre si iba a ser posible que la banda continuase. Pero diría que al final hemos podido comprobar por nosotras mismas que el cambio ha sido para mejor y hemos disfrutado mucho del proceso hasta llegar aquí. Ahora sentimos que todo fluye más y todo es más sencillo que antes.
Miriam: No, desde luego. Como te puedes imaginar, la pandemia nos jodió vivas, como a tantas otras bandas. Ya no solo era el hecho de no poder tocar, ni dar conciertos ni ganar experiencia, sino que también a nivel mental tuvimos altibajos importantes. Comprendimos, de la peor forma, que vivir de la música no era, ni por asomo, tan bonito como lo pintan.
Miriam: Algo así. Desde luego cambió nuestra forma de afrontar el proyecto, y aunque no se le puede agradecer nada a la pandemia, sin duda ésta fue el incentivo para llevar a cabo un proceso de crecimiento que nos permitiera volver a encontrarnos y convencernos a nosotras mismas de que podíamos hacernos cargo de la banda, siendo solo dos personas. El sello también nos ayudó mucho durante este tránsito, apoyándonos en todo momento y sintiéndose como una auténtica familia para nosotras.
Paula: La verdad es que nos hemos tenido que adaptar a todo tipo de situaciones a lo largo de este año, incluso a momentos en los que verdaderamente no sabíamos qué hacer.
Miriam: Pero hay que dejar claro que los cambios son siempre para bien. Sin ellos la vida sería muy aburrida, ¿no? A lo largo de la semana ya tenemos suficiente rutina. Por lo menos la música nos da una vidilla que el resto de ámbitos de nuestro día a día no nos dan.
Paula: Sí, yo estudio y Miriam trabaja en un instituto, y muchas veces tenemos que hacer un croquis muy elaborado para poder sobrellevarlo todo y no volvernos locas.
Miriam: Digamos que, en este contexto, la salud mental y el cuidarse pasan a un segundo plano, más veces de las que nos gustaría reconocer. Tener una banda no solo es ir a tocar, hay mucho trabajo detrás y muchas cosas de las cuales debemos encargarnos por entero nosotras, y en ocasiones puede llegar a ser realmente saturador. La realidad es que por ahora no nos podemos dedicar a esto por entero y de forma profesional. De hecho, este verano fue la primera vez que nos sentamos y decidimos repartirnos algo de lo que llevábamos ahorrado e invertido en la banda, para convencernos de que habíamos ganado algo realmente con esto y que tener una banda se sentía rentable de verdad [risas].
Paula: Pero por supuesto, seguimos en esto porque también hay muchas cosas que lo compensan. Ver que la gente canta tus canciones en los conciertos, subirte a un escenario a tocar, viajar, conocer gente… No dejamos de proyectar la idea de querer dedicarnos a esto profesionalmente, a pesar de las dificultades.
Miriam: Creo que fue a través de Elefant que nos plantearon la posibilidad de trabajar con Carlos durante el pasado verano, y desde entonces sentimos mucha conexión con él. Es una persona súper-cercana, y nos demostró en todo momento que nuestra opinión contaba, manteniendo nuestras maquetas originales y asegurándose de que todo estaba a nuestro gusto.
Paula: Ha producido a mucha gente, pero su estilo principal es el punk y nos alegró comprobar que se movía muy bien por ahí. Eso nos demostró que tenía muy claros nuestros referentes y que iba a dar exactamente con lo que queríamos para el disco.
Miriam: Supongo que lo bonito de esto es poder expresar lo que sientes en una canción, sin avergonzarte lo más mínimo por estar sacando lo que llevas dentro. Y la gente, que entienda lo que le dé la gana. Regalamos nuestras canciones al público y tan pronto como éstas salen de nosotras, queremos que la gente las interprete y las viva como quiera.
Paula: De hecho, aunque en nuestras canciones hablemos sobre cosas muy personales o incluso privadas, creemos que la gente puede terminar sintiéndose del todo identificada con ellas. Se podría decir que son algo así como una especie de terapia, en tanto que el oyente puede ver que no solo es él quien ha pasado por determinadas cosas, sino que también hay más gente en situaciones similares.
Miriam: Todas las canciones del mundo tienen su público y siempre habrá una persona ahí que se sentirá identificada con lo que escribes.
Paula: Todo lo que comentamos en ‘Mira Chico’ es 100% real y desde luego, nos han pasado cosas muy fuertes.
Miriam: Que te tire los trastos un promotor, por ejemplo. Participé en una mesa redonda no hace mucho y ya lo dije. Por favor, promotores del mundo, no tiréis los trastos a las artistas cuando van a un festival. Es muy incómodo.
Paula: Y con el público, también. Hay veces que estás tocando y notas las miradas clavadas en ti de una forma muy desagradable y hacen que realmente termines por no disfrutar del show.
Miriam: Eso le ha pasado más a la Paula que a mí [risas]. Pero sí, está claro que sabes perfectamente cuando son miradas de ilusión y de gente que es fan de lo que haces, y cuando son miradas de señores que simplemente te están devorando con los ojos.
Miriam: El machismo no solo va ligado a la profesión, sino al hecho de ser mujer y al hecho de que por serlo, tengas que tragarte determinadas situaciones que son espantosas. En la música y en cualquier contexto. Bueno, es que no quiero ponerme a hablar de elecciones, pero mira quiénes han ganado… Esta semana me he dado cuenta de que vivía en una burbuja, en serio [risas].
Paula: Total. Normalmente nos rodeamos de gente que más o menos piensa igual que nosotras y pensábamos que había ciertas cosas que se estaban superando, pero a poco que exploras el mundo exterior te das cuenta de que no.
Miriam: Me encantaría creer que el machismo tiene cura, pero sinceramente, no lo creo. Igual es que estoy algo pesimista por lo que comentaba, pero da la sensación de que la cosa va a peor. Yo, que trabajo en un instituto, lo veo con mis propios ojos. Hay un discurso fácil que ha calado muy hondo entre los jóvenes.
Miriam: Te lo tienes que repetir muchas veces, y aún así, cuesta un montón. No solo en la música, sino en todo lo que haces.
Paula: Es como que tendemos a intentar buscar una justificación de aquello que estamos haciendo en todo momento. Y desde luego, si te están recordando cada dos por tres y con comentarios despectivos o consejos innecesarios que esta nota la has tocado mal o que esto no se hace así, sino de esta otra forma, al final caes en el error de pensar que realmente no vales.
Miriam: También es cierto que tenemos la suerte de tener conciencia y saber ponerle nombre a este tipo de sentimientos con una base teórica feminista, ¿me explico? Habrá mucha gente por el mundo que estará sintiéndose igual, pero no sabrá ponerle nombre a aquello que sufre y personalmente, nos sentimos muy orgullosas de poder reconocer el síndrome del impostor cuando notamos que nos está afectando y trabajarlo, repitiéndonos a nosotras mismas que nos merecemos lo bueno que nos pase, tanto o más que el resto.