Entrevista: Fran González
A simple vista, podríamos pensar que Elche y la elegancia hollywoodiense de los años 50, la bossa nova brasileña y el romanticismo jazzístico no tienen nada que ver entre sí. Pero si hablamos de Nacho Casado, la cosa cambia. El compositor y cantante ilicitano ha conseguido sacar la mejor versión de la ciudad de las palmeras, para dejar que su talento y sus infrecuentes referentes hagan el resto. Todo ello visto a través una lente color sepia que nos habla del amor sencillo, de la brisa del mar, y de un verano eterno de caricias y atardeceres.
Fue hace cuatro años cuando con “Verão” (Hidden Track Records, 2018) Casado hizo su puesta de largo, desvinculándose parcialmente del sonido con el que le habíamos relacionado hasta ahora y trazando una senda con la que fue capaz de transportarnos a otro tiempo y a otro lugar. Dos años más tarde y con el público a favor de sumergirse de nuevo en su ternura estival, renovó sus votos con “Amor, Música y Lágrimas” (Hidden Track Records, 2020), su último largo hasta la fecha y un delicioso catálogo de arreglos de cuerda, memorias de una época inmortal y sentimientos cálidos y luminosos.
Un año más tarde, Nacho sigue a la espera de poder llevar su último trabajo al directo como se merece, y mientras cosecha nuevos y fructíferos planes de futuro, nos dedica unos minutos para hablar sobre la concepción de su último álbum, sus planes a corto y largo plazo, y como, sorpresivamente, “Amor, Música y Lágrimas” está viviendo un segundo y exitoso renacer en Japón.
Pues gracias a la buena recepción que tuvo “Verão” no puedo quejarme en cuanto a críticas… Pero por todo lo demás, francamente mal, la verdad. No pude hacer promo presencial, todo fue telemático, y tal y cómo está la cosa ahora mismo, veo complicado que se puedan conceder oportunidades a los artistas que nos gusta ir más a nuestra bola y diferimos un poco del estilo normativo que se lleva. Pero bueno, creo que salvo excepciones muy contadas, en general hay unanimidad en que la pandemia nos ha perjudicado muchísimo a todos.
Debo decir que, pese al trabajo y empeño que les puse, me habría gustado que hubieran gozado de mayor repercusión y recorrido. Pero ante todo me sirvieron para motivarme a seguir creando cosas y no quedarme estancado. Honestamente, durante esos días no estábamos muy preocupados por hacer o no hacer música. Había otros temas más importantes que nos tenían anulados personal y artísticamente.
Después de “Verão” y de que encontrase “mi nueva voz”, digamos que quise seguir tirando de ese hilo para ver a dónde me llevaba. El nuevo álbum es una continuación bastante natural respecto a que continúo explorando esa nueva voz, pero entre un disco y otro hay una diferencia notoria en cuanto al cuerpo de las canciones. Mientras que “Verão” estaba más desprovisto de arreglos, y era más bien una voz y una guitarra a solas, en “Amor, Música y Lágrimas” me propuse armar y amplificar más su música y orquestar esos arreglos que en su momento eran más austeros.
Sí, así es. De hecho, la portada del primer disco de La Familia del Árbol la diseñé yo. Después de varios periplos que no vienen a cuento, decidí contar con alguien distinto que diseñara la portada para el segundo disco, “Odisea” (BCore Disc, 2015). Y fue entonces cuando, a través de Ramón Rodríguez (The New Raemon) contacté con Arnau Pi. Él se encargó del diseño de este segundo disco de La Familia del Árbol que te menciono, y desde entonces hemos tenido una relación muy estrecha. Me gusta mucho su estilo, porque es muy opuesto a todo lo que se me ocurriría diseñar a mí. Arnau es un artista brillante que le da una importancia y un cuidado excelso al concepto, sin olvidar lo estético. Así que era de esperar que acabara contando con él para esta nueva etapa.
Ésa y la de “Verão” son bastante distintas, pero al mismo tiempo guardan una relación significativa muy similar. Creo que cazan a la perfección el contenido y la época en la que conceptualmente están ubicados. Son muy evocadoras, remitiendo a esos discos de jazz antiguo. Por fortuna, siempre he recibido muy buen feedback por el artwork de los discos, ya que rompen con los diseños al uso, y sinceramente, me encantaría continuar en el futuro colaborando con Arnau, ya que creo que es el artista idóneo para crear esa continuidad gráfica que una obra musical debe tener.
Pues no está pasando nada, y al mismo tiempo está pasando todo (risas). Todo empezó hace unos meses, cuando supimos que Louise (Hidden Track) había distribuido mis discos en Japón, junto con algunos de Ferran Palau. A raíz de ello, comencé a recibir bastantes notificaciones en Twitter de gente de allí que había comenzado a escucharme y a felicitarme por mi trabajo. No quiero pecar de fantasma, porque sinceramente desconozco el alcance que está teniendo aquello, pero lo que he recibido hasta ahora es enormemente gratificante, y a título personal ha significado una dosis de oxígeno para convencerme de que mi trabajo tiene cabida en muchas más partes del mundo de las que creía.
Pues no soy un experto en la cultura japonesa, pero lo que he podido percibir tras haber conectado a través de redes sociales con algunos de estos nuevos seguidores es que se trata de una sociedad mucho más abierta a escuchar música distinta que se salga de los cánones establecidos. Entre todas las pasiones que tienen, hay una gran apreciación por todo aquello que rodea a la cultura pop de los años 50 y 60 y también por la música brasileña, así que creo que por ahí me los he ganado.
Me encantaría ir, nunca he estado, y si es para tocar, mucho más. Insisto en que no soy un erudito en su cultura, pero creo que tendría afinidad con el público japonés. Suelen ser muy respetuosos con el artista, y además siempre han tenido una inclinación muy sibarita y visionaria para la música. Percibo que a ellos no les tengo que explicar mi obra. No sé, personalmente diría que estoy llegando a ese punto en el creo que mi trabajo es lo suficientemente bueno como para que guste en cualquier sitio.
Conocer a Damien fue otro de esos acontecimientos que me hicieron entender un poco más cómo funciona la industria (risas). No soy muy de hablar con mis ídolos, pero tras coincidir tocando juntos en un mismo festival durante su gira por España, decidí armarme de valor y hablar con él. Su primera impresión fue que no concebía que alguien pudiera llamarse Nacho (risas). Y entre dosis de buen rollo, decidí regalarle nuestro disco. Tiempo después, continuamos teniendo un contacto estrecho por redes, e incluso llegó a mencionar en algunas entrevistas que su nueva banda favorita era La Familia del Árbol. Imagínate el orgullo.
En ese momento yo lo veía impensable. Un día, sin ningún tipo de sospecha previa, recibimos por e-mail un mensaje en el que me invitaba a ser su telonero durante su paso por España y Portugal. No podía creérmelo, literalmente pensé que se trataba de una broma. Y cuando quise darme cuenta, estaba metido en una furgoneta junto a él y el resto de la banda, y abriendo su gira en un sitio tan emblemático como L’Auditori. Una auténtica locura. Además, hermanamos muchísimo durante los viajes, como te puedes imaginar. Intercambiando anécdotas y recomendaciones musicales. Siempre digo que, si por alguna razón tengo que dejar de hacer música, por haber vivido esta experiencia ya habrá valido la pena todo.
Bueno, ya sabes lo que suele pasar cuando eres joven… Reniegas un poco de tus raíces, sobre todo cuando no pueden suplir tus necesidades e inquietudes culturales. Pero la edad te pone en tu sitio, y con el tiempo empecé a descubrir una comunión no intencionada entre este ambiente marítimo y vacacional, y la música que siempre me ha gustado. Tom Jobim, João Gilberto, Brian Wilson… Todos ellos tienen algo en común: el mar. Poco a poco fui descubriendo que los elementos que configuraban esa inspiración estaban aquí, en mi entorno más cercano. Las palmeras, el sol, la costa. Todo empezó a cobrar cierto sentido… Y honestamente, ni Elche ni la provincia en general tienen nada que envidiar a Santa Mónica o Venice.
Diría que siempre ha estado ahí. Creo que cuando tienes apreciación real por la música y la mente abierta, cualquier género tiene cabida. Y además, ser fan de la música de los 50s y los 60s y amar la bossa nova son hechos que van irremediablemente de la mano. Te contaré algo que ilustra bastante bien todo esto. ¿Sabes que la canción que más cantaba cuando era pequeño era ‘Aquarela do Brasil’? De hecho, recuerdo tocarla con un casio tone a todas horas, y era literalmente mi canción favorita. Su melodía era mágica.
No me gusta ponerle puertas al campo, la cuestión es entrar a valorar si tengo algo que decir o no en otros géneros. Pero sí, ¿por qué no? Aunque parezca que estoy a mis cosas, sigo a bastantes artistas actuales y de géneros muy diversos. El otro día Pilar me puso a Cupido, ¡y me molaron!
Sí, aquello fue bastante inesperado… Fue otra gran experiencia que me llevo, y personalmente me gustó mucho cómo quedó, aunque todo fue tan vertiginoso y rápido que apenas tuvimos tiempo de disfrutarlo. Contactaron con el sello, y decidieron mandar a dos artistas en representación de la provincia, a Júlia y a mí, y montamos una colaboración en apenas minutos. Pero en general, nos quedamos con un gran sabor de boca. De hecho, incluso llegaron a contactar conmigo algunos antiguos compañeros del colegio.
¿Es este año? ¡Pues vaya! Ni me había dado cuenta (risas). La verdad es que el retorno de La Familia del Árbol es algo que siempre ha estado sobre la mesa. De hecho, recientemente nos planteamos volver a hacer algunos conciertos Pilar y yo, a lo Joan Baez y Bob Dylan, tocando las canciones de ese primer disco y algunas del segundo.
Totalmente, simplemente está momentáneamente parada, pero puede volver a revivir en cualquier momento. En su día, todo sucedió de una manera muy espontánea, hubieron decisiones personales de por medio y problemas de conexión con quiénes trabajábamos. Pero mantener viva la continuidad de este proyecto es algo que siempre he tenido presente. De hecho, te diré que durante la pandemia Pilar y yo compusimos un disco de pop chulísimo sobre los juguetes de nuestro hijo que podría ser perfectamente nuestro álbum de regreso. Queríamos hacer un disco para niños, y acabó derivando en una colección preciosa de canciones que emulaban el estilo de Harry Nilsson o de Andy Shauf.
Queremos sacarlo en condiciones cuando se pueda, desde luego. E incluso te diré que la continuación de “Amor, Música y Lágrimas” está casi compuesta y podría entrar al estudio muy pronto... Hay muchos planes. A título personal, te diré que si la salud me lo permite, yo seguiré haciendo música hasta que no tenga nada más que aportar, aunque sea solo para mí.