Redacción: Fran González
Han pasado ya cinco años desde que los devotos del pop-rock nacional asistieran al nacimiento de un fenómeno sin precedentes en la escena y, sin embargo, un lustro después seguimos sintiéndonos pequeños ante las magnitudes de cada muestra de su prodigioso talento. Desde que el confinamiento diese por concluido, la banda compuesta por Carolina de Juan, Ekain Elorza, Paco López, David Schulthess y Alejandro Climent no ha perdido el tiempo y sus miembros han pasado unos intensos meses confeccionando un regreso por todo lo alto. Los adelantos se nos quedaban cortos y las expectativas no engañaban. Desde junio de este mismo año sabíamos que el tercer disco de estudio de Morgan era una realidad, y tras ‘Alone’ y ‘River’ era solo cuestión de tiempo que íbamos a re-encontrarnos con otra muestra más de ese arrebatador vigor instrumental que tan bien marida con la irresistible voz de Nina.
Para dar vida a su The River And The Stone (North Records, 2021), y con la ayuda del productor Campi Campón, el quinteto afincado en Madrid ha trasladado sus bases al mítico estudio Du Manoir en Léon, Francia (casa que ha dado a luz trabajos de artistas tan dispares como Noir Désir, Siouxsie & The Banshees, Barricada, M-Clan, Los Piratas, y un larguísimo etcétera). Así mismo, y como si sus anteriores trabajos no nos hubieran hecho sentir suficientemente inmersos en ese universo árido y folk tan característico, estas nuevas diez canciones han pasado también por las manos de los productores Stuart White y Collin Leonard, afincados en L.A. y Atlanta, respectivamente. Sin lugar a dudas, el salto cualitativo que el quinteto requería para terminar de depurar los matices que componen un álbum tan introspectivo y emocional.
Sobre este nuevo y conmovedor viaje que Morgan ha emprendido durante la elaboración de The River And The Stone, así como los planes futuros de la banda de llevar los caudales de su disco a diferentes partes de España, ha tenido a bien hablarnos su guitarrista Paco López.
Cuando empezamos a trabajar con Campi surgieron diversas conversaciones sobre qué lugar era el más idóneo para producir el disco. Tras sopesar varias opciones sobre la mesa, los estudios Du Manoir en Francia nos parecieron los más adecuados. Vimos las fotos, y esa mezcla entre estudio y residencia, con sus habitaciones particulares y su cocina, nos recordó mucho al entorno en el que comenzamos a montar las canciones en su momento. Y efectivamente, estuvimos quince días muy a gusto y fue una auténtica maravilla.
Pues a pesar de que nosotros ya llevásemos la composición del disco bastante avanzada a causa del confinamiento, Campi supo entrar muy bien en nuestro juego y ver cuáles eran nuestras intenciones. Hubo mucho diálogo entre nosotros y nos ayudó a llegar a buen puerto. Así como también con Stuart, que fue un auténtico privilegio que atendiera nuestras llamadas. Literalmente le dimos nuestras canciones y le dijimos que hiciera con ellas lo que quisiera, porque así es como nos gusta trabajar con la gente. Nos gusta escuchar lo que esos profesionales tienen que decir. A fin de cuentas, ellos saben lo que tienen que hacer y si les damos directrices constantemente, la voz de cada uno de ellos se termina desvirtuando.
Muchísimo. No te exagero cuando te digo que al escuchar la primera mezcla que recibimos, casi se nos saltan las lágrimas. El hecho de que alguien no solo entienda tu música, sino que además la dote de esa capacidad de recordarte a las canciones que has escuchado toda tu vida, pero añadiéndole tu toque y tu personalidad… Es una sensación increíble.
Desde luego, creo que es imposible que no hubiera acabado siendo así. Al fin y al cabo, esta experiencia se nos ha metido a todos en el cuerpo y nos ha afectado psicológicamente. Intentamos que el álbum no acabe siendo visto dentro de unos años como “el disco del confinamiento”. Hemos tratado de ser positivos, pero inevitablemente ha acabado siendo un disco bastante reflexivo. Ese ritmo pausado y esa aura de introspección que lo rodea es sin duda fruto del confinamiento.
Probablemente, sí. El disco tomó forma mientras estábamos encerrados y dándole muchas vueltas a los mismos conceptos, hasta casi volvernos locos. Si a eso le sumamos el hecho de que nos gusta mucho dialogar entre nosotros y empaparnos del proceso, al final acabamos topándonos con una colección de canciones en las que profundizamos más que nunca en aspectos relativos a quiénes somos personal y artísticamente. Nos salió natural ahondar en este tipo de cuestiones y poquito a poco acabamos topándonos con esa siguiente pantalla en nuestra trayectoria.
Reconozco que parece hecho aposta, pero te juro que no (risas). Teníamos muchas ideas ya desarrolladas, y dio la casualidad de que con ésta hicimos algunas variaciones en el beat y el tempo, ya que al principio no nos convencía. Y Nina automáticamente consideró que esta canción debía ser en español. Pero desde luego, fue una auténtica casualidad sin ningún tipo de intención concreta. Comprendimos que la canción estaba aportando mucho al disco, y a fin de cuentas eso es lo que nos interesa, que cada canción tenga un valor real y no esté forzada.
Nina dice que si en un futuro llegamos a sacar diez discos, con una canción en español cada uno, podríamos hasta hacer un recopilatorio de solo canciones nuestras en español (risas).
Creo que el secreto está en que nuestras influencias anglosajonas tienen una raíz muy poderosa. Nina, por ejemplo, escuchaba en casa a la Creedence con tan solo cinco años. Al final eso deja en ti un poso que es difícil de quitar. En cuanto a lo que comentas sobre otras bandas que terminan pasándose a sus idiomas propios con el fin de transmitir mejor, me parece maravilloso si es lo que de verdad quieren hacer. A nosotros, por suerte, aún no nos ha pasado y sentimos que lo que transmitimos y decimos tiene mucho más sentido en inglés.
¿Te imaginas? Nos sentiríamos como niños haciendo eso… A nosotros, particularmente, nos encantaría saber qué opinan en otras partes del mundo sobre nuestra música. De hecho, tenemos ahí un par de cositas pendientes, pero no es fácil gestionar este tipo de ideas cuando se es un grupo pequeño e independiente. Aún así, haremos lo que esté en nuestra mano para que pueda darse, y quién sabe…
Lo que sí que es una realidad, y no una hipótesis, es que giraréis el año que viene con Fito.
Así es. Realmente, esto se planteó hace bastante tiempo, alrededor de 2019. Cuando Fito sabía que iba a sacar su nuevo disco, desde sus oficinas nos propusieron la idea de hacer algo con él de cara a la gira. A su vez, él también había venido a vernos tocar un par de veces a Bilbao y ya nos había manifestado su deseo de que le acompañásemos en algún momento futuro. Nosotros, desde la incredulidad, lo consideramos todo un honor. No solo por el hecho de poder conocer cómo es por dentro una gira a esos niveles, sino porque Fito es un auténtico amor de persona y va a ser un inmenso placer vivir esa experiencia junto a él.
Pues mira, el fin de semana pasado nos fuimos a la nave de nuestro amigo y técnico de luces, Joel, para hacer una especie de ensayo con algunos amigos como asistentes y retomar la costumbre. Y me atrevería a decir que ésa ha sido la primera vez que tocamos juntos y con público desde hace un año, fácilmente. Solo de ver otra vez las luces y mis cacharros ahí dispuestos, me volvieron los nervios.
Totalmente, para los que somos de Madrid, la Sala Sol es un hogar. Recuerdo que allá por 2008, cuando aún ni tocábamos juntos, le decía a Ekain cosas como “¿te imaginas llenar la Sala Sol?”. Y pocos años después, presentamos allí nuestro disco debut para algunos amigos y familiares. Así que sí, la Sala Sol es un lugar muy especial para nosotros.
Sí, Alejandro Climent ya había participado en muchos conciertos con nosotros en el pasado, y nos acompañaba a modo de backline. Era tal nuestro sentimiento de familia y cercanía con él, que cuando Ove nos dijo que no iba a poder seguir, nos salió natural que él fuera el refuerzo que necesitábamos. Ha hecho un trabajo excelente en el disco, y por lo pronto estará con nosotros girando hasta Marzo.
A decir verdad, para este disco hemos cambiado un poco nuestra dinámica. Hemos juntado muchas ideas y la composición ha fluido en torno a una melodía de base sobre la que hemos ido añadiendo nuestros aportes personales, probando diversos caminos hasta encontrar ese sonido que nos hacía decir “¡Eh! ¿Qué ha pasado aquí?”. Es ahí cuando realmente sentimos que estamos disfrutando del proceso. Hacer ‘Alone’, por ejemplo, fue un auténtico reto por la cantidad de elementos que la componen y es una buena muestra de cómo el resultado final es el que es gracias a la participación de todos. Nos gusta hablar entre nosotros y que todo fluya. De otra forma, no podríamos haber conseguido un disco así.
Desde que produjimos el último álbum en 2019, Anaheim está algo parado. La idea es dedicarle tiempo cuando surja, ya que si lo hacemos mientras estamos enfrascados en otros proyectos, corremos el riesgo de que se acabe convirtiendo en un estrés, y la idea de Anaheim es otra totalmente distinta. Es una banda hecha para el disfrute y va a seguir estando operativa siempre, pero ahora priman más otras propuestas.
No sabría qué responderte a eso, porque lo último que querría es parecer que menosprecio las tendencias o inclinaciones por las que otras bandas nacionales se decantan. Por lo pronto, en Morgan nos sentimos increíblemente afortunados de ver que, pese a no ir en la línea de lo que hace el grueso de la escena independiente española, recibimos el apoyo de la gente y vemos en ellos el mismo disfrute que nosotros, pese a cantar en otro idioma y meter unas chapas tremendas en los conciertos (risas). Simplemente, nos sentimos felices y dichosos de poder hacer la música que nos gusta entre amigos y de tener un público que además nos lo permite.