Redacción: Blanca Gemma
Kokoshca regresan con un nuevo álbum, homónimo, cargado de grandes himnos y un sonido personal muy característico, que la banda ha pulido hasta darle su propia vitalidad rock.
Su sexto álbum ha sido producido por Raúl Pérez en La Mina, mimado a todo detalle y dispuesto a abrazar a un público más amplio, sonando quizás más pop gracias a los pegadizos estribillos y la rítmica que acompaña a las melodías, pero sin olvidar esa provocación afilada y característica desafiante de la que son bandera. Con motivo de este lanzamiento, entrevistamos a la banda en las oficinas de Sonido Muchacho.
Muchas, una vez que grabas el disco sólo quieres que la gente lo escuche. Todo esto de esperar, los plazos, que ellos escuchen un adelanto y luego otro… nunca hemos aguantado tanto. Nunca hemos planteado un lanzamiento tan a largo plazo.
El disco está grabado hacia finales de octubre, y mezclado y demás ya en noviembre. Han pasado unos seis meses de escuchar el disco, de pensar en él… así que sí, estábamos realmente deseando liberarlo.
¡Eh! Que vale para mucho, al final tener una navaja siempre encima te da un aire de poder… El merch es algo para jugar, se pueden hacer camisetas y todo lo demás, pero queríamos que fuera algo divertido y una navaja, que tiene algo de peligroso, estaba muy guay.
Para eso, el quesito, y bueno, para alguien que te acosa, un pequeño hurto… (risas)
Sí, no pensamos en algo global, sino que fuimos pensando cada una de las canciones y las sacamos después recopiladas en álbum. Representa lo que es Kokoshca, cuando nos escuchas te das cuenta de que tenemos algunas canciones que suenan más a punk, otras a pop y algunas más a rock, pero siempre manteniendo lo que somos. En este disco incluso funk, y no pasa nada. Tocamos muchos estilos pero tenemos voz propia. Sino sería aburrido.
Somos dos cantantes, con dos voces… algo diferente. Puede parecer que no tenemos una identidad propia, pero no es así. Después de los años hemos ido trabajando la forma en que desenvolvemos nuestras canciones, que sólo suenan a nosotros.
Es cierto que la sociedad española parecía que denostaba de alguna manera todo este entorno de la rumba y demás, que era música menor que quizás ubicabas más en la feria, con los coches de choque. Pero es algo con mucha identidad, refleja a la sociedad de la calle y se había dejado de lado hasta ahora. Eso sí, lo mismo que estamos diciendo ya lo han dicho, y nos han ganado en este discurso, Rosalía o C. Tangana. La explicitación es ahora una tendencia, el “efecto Trump”, de hacer todo muy visible y muy evidente.
El proceso fue que empezamos con la primera parte, que era una idea y la canción se bocetó como las “dos Españas”, sonaba muy solemne. Quisimos hacer dos partes desde el principio, que hablaran un poco de esta dualidad. Con la segunda, nos llevó a un bucle donde cambiamos el tono de la letra, es más festiva.
El primer boceto de todos estábamos buscando algo tipo Chemical Brothers o The Beatles, estábamos estancados. Pero de repente se nos cruzó en la cabeza el concierto homenaje que hicimos a Los Chunguitos y decidimos, con el riff ya más o menos construido, rescatar la batería con el bombo, marcando una rumba y la línea del bajo. Cogió completamente otro rollo. Después fue mucho más fácil hacer de la canción una ceremonia, podríamos haberla alargado durante diez o quince minutos, añadimos más capas, como el afrobeat… fue creciendo sola.
Como son discursos musicales, solemne y jocoso, nos interesaba que ambos se juntaran en la parte final, una tercera parte, que si te fijas te la comes como continuidad pero en realidad vuelve al principio. Unimos las dos percepciones.
Fue un poco idea de Tabaco, que era la productora. Una balada de amor, chico y chica… hacer un video de esa onda podía quedar muy ñoño y muy obvio. Cuando nos plantearon esta historia quisimos darle una vuelta. Esta canción se llamaba inicialmente “Kebab”, porque en una frase decíamos “en tu portal han abierto un kebab”. Y se la mandamos a la productora sin cambiar el nombre. Entonces ellos dieron con toda esa idea. Nos pareció tan fortuito y tan loca la movida, que dijimos: venga, adelante. Nosotros realmente pensamos en la canción sin esa idea psicópata, entonces funciona de dos maneras, cuando ves el videoclip de una más oscura y si sólo nos escuchas, es una canción lenta de amor.
Lo descubrimos a través de un libro, porque Iñaki Ochoa de Olza era montañero y escritor. Lo leímos los tres y nos emocionó mucho, era un tío romántico, ácrata, que iba a lo suyo y tenía una visión bastante particular. Nos identificamos en cierta manera. Y la historia de que él muere en la montaña, haciendo lo que le gusta y le dice a su familia que su deseo es permanecer ahí… ahora su cuerpo está perfectamente congelado en medio del Anapurna. Es una visión que da para componer muchas cosas.
Es verdad que en el pop no se habla mucho de deportes y nos pareció hacer algo bonito. Por otra parte, teníamos el rollo de que Nacho Vegas hizo una canción dedicada a Juanito Oiarzabal, y en el mundo de la montaña este hombre, la verdad, es un tipo un poco “hateado”. Iñaki Ochoa de Olza representaba justo lo contrario de Juanito, y ¡no tenía una canción!. Decidimos poner el título así inspirados en el de Nacho Vegas.
Queríamos universalizar el mensaje, llegar a más gente que se sintiera representada, sin hacer canciones de montañeros, para salir en revistas de escalada y montañismo y que nos patrocine Quechua (risas).
Abiertos siempre estamos, nos gusta probar cosas, arriesgarnos y no tener complejos ni ridículos. En este disco si es cierto que queríamos hacer unos temas luminosos y directos. Con unos estribillos que se queden, sin liarnos y letras que lleguen.
Raúl Pérez de La Mina ha sido el culpable de nuestra sorpresa. Cada vez que escuchamos una canción descubrimos algún detalle en la producción del que no nos habíamos percatado antes. También la secuenciación del disco, fluye muy bien, estuvimos un mes dándole vueltas y podríamos decir que tiene varios itinerarios de los que puedes trazar líneas con el resto de discografía de Kokoshca. Todos esos ríos desembocan en este disco y la manera en que está secuenciado lo expresa muy bien.
Al estrellato, limusinas, premios… ¡no! (risas). Que nos conozca más gente, ampliar el rango de público y salir de nuestro nicho. Tocar mucho, la verdad no nos complicamos en nuestras miras de futuro.
También que llegara el momento de un siguiente disco para afrontarlo con tranquilidad e ir más allá, sin condicionarnos. Eso seguro sucederá si funciona bien este disco.