A simple vista, nadie vería venir que esos guitarrazos y esa sólida distorsión percibidas en temas como Golden Age o la rabia catártica y cruda de Selfish tengan su origen en imágenes y metáforas religiosas. El primer sorprendido en haber dado con esta fuente de inspiración es el propio Theo Polyzoides, líder y vocalista del joven quinteto británico King Nun.
Después de haber sembrado su éxito con pronto efecto de la mano de su debut Mass (Dirty Hit, 2019), la banda natural del sur de Londres cae de pie tras una inesperada pandemia que, lejos de frenarles en seco, sirvió como fuel idóneo para comenzar a darle un nuevo enfoque a su música de la mano de su segundo álbum, Lamb (Marshall, 2023). Un disco en el que ha imperado la confianza que los miembros de la banda se profesan en aras de ofrecer una colección de canciones que capture la brutal honestidad y vulnerabilidad de sus ejecutores. Sobre su trabajo como banda, sus tempranos éxitos cosechados y la inspiración de su nuevo disco ha tenido a bien charlar con nosotros el propio Theo Polyzoides.
Recuerdo que lo que más me asustó durante aquellos días fue el simple hecho de contagiarme yo o terminar contagiando a alguno de mis amigos y familiares. Siempre he sido un poco neurótico con este tipo de cosas, y esa era mi máxima preocupación cuando la enfermedad comenzó a propagarse sin control. En lo referido a lo musical, debo decir que todo esto comenzó justo cuando acabábamos de hacer una gira enorme por Europa, Reino Unido y Estados Unidos. Tocamos por estos lugares durante meses, sin descanso y hasta acabar exhaustos. Así que debo decir, y aunque suene horrible si se entiende fuera de contexto, que la pandemia nos llegó en un momento idóneo, pues nuestro cuerpo nos exigía parar por múltiples razones.
Bueno, como bien recordarás, era ilegal salir de casa y juntarte con personas que no fueran de tu entorno más próximo, así que los chicos y yo decidimos irnos a vivir todos juntos a las afueras, concretamente a Essex, y convertirnos en núcleo conviviente. Durante meses no hicimos otra cosa más que escribir y componer música nueva, de forma compulsiva y sin parar. Fueron días de lo más locos. Recuerdo que cada mañana le leía la Biblia a las gallinas que teníamos por ahí [risas]. Pero lo bueno es que de aquella situación salió prácticamente el total del álbum que ahora tenemos. Logramos revertir aquellos días de locura y soledad y terminamos sacándole provecho.
Considerando que Ethan es el hermano de Caius, nuestro batería, y que éste ha estado con nosotros desde el principio, que Ethan ahora se haya unido a nosotros no se siente tan extraño, ¿sabes? Solíamos salir mucho todos juntos y de hecho, él y yo llegamos a hacer música por cuenta propia un tiempo atrás, así que se sentía del todo natural contar con él en la banda. Del mismo modo que también se sintió muy natural que Caius se encargara de la producción del disco. Desde que éramos adolescentes, Caius amaba hacer maquetas y producir música. Es un apasionado de esa movida y le encanta aprender sobre la parte más técnica de la música y conocer más a fondo cómo funciona todo eso. Sinceramente, ha llegado un punto en el que no confiaría en otra persona para editar o corregir mi voz. En el pasado he tenido experiencias desafortunadas donde se me pedía que cantara de formas muy extrañas y alejadas de mi registro. Los productores siempre te piden que suenes “más atractivo” y eso me exaspera. Así que el resultado de estos dos cambios ha sido increíblemente positivo para la banda. Creo que ha ayudado mucho a que el ambiente de trabajo sea más cercano y amistoso y eso repercute notablemente en el resultado de nuestra música.
Tío, me encanta que hayas sacado esto, porque es muy cierto. ¡Ah! Recuerdo bien cuando entramos por primera vez en las inmediaciones de los estudios de Marshall Records, en aquellos pandémicos días, donde tuvimos la sensación de ser “nosotros contra el mundo”, ¿me entiendes? De repente es como que las opiniones externas nos daban igual, ya no había necesidad de aguantar a determinadas personas diciéndonos que esto debía de sonar de una u otra manera, ni cantar sobre éste u otro tema. Sentimos que volvíamos a hacer música en el entorno y las condiciones que solíamos tener cuando éramos adolescentes. Nada iba a evitar que hiciéramos las cosas a nuestra manera y esa sensación fue increíble. Precisamente porque desde el principio quería que las letras de ‘Lamb’ fueran brutalmente honestas y narraran de la forma más directa y cruda ciertas experiencias personales. Una vez más, me alegro un montón de que hayas establecido esa relación entre el contexto y el contenido.
No soy cristiano como tal, pero sí considero que la Biblia es una parte primordial de nuestra cultura y un punto de partida idóneo para mí en muchos aspectos de mi vida. Tengo un respeto muy grande por la gente de fe, aunque no tanto por las organizaciones que la gestionan. Para mí eso es otro tema. Por su parte, la iconografía cristiana me ha ayudado a confeccionar las metáforas de mi música desde que comenzamos con la banda. Por ejemplo, ‘Mass’ es una perfecta metáfora de cómo considero yo la música. Según la definición, una misa es una reunión de gente que se congrega para celebrar algo no visible y sin peso pero que tiene un efecto remarcable en las vidas de sus asistentes. Y para mí ésta una definición exacta de lo que considero que es un concierto, por ejemplo. A partir de ahí me convencí de que debían de haber muchos más paralelismos entre mi música y la religión, así que me sumergí dentro de la Biblia en busca de ideas que pudieran inspirar nuevos conceptos. Mientras que ‘Mass’ estuvo más inspirado en el Génesis, con ‘Lamb’ he querido irme más hacia el final del libro, donde se describen ciertas revelaciones sobre la tierra prometida y todo lo que lograremos a través del sacrificio. Creo que es una metáfora perfecta de lo que supone estar en una banda [risas]. La industria hará todo lo posible por partirte en dos si entras en su juego, y de alguna forma ésta es mi particular venganza, enseñando que esto tan maravilloso que hemos creado, es decir, nuestra música, ha salido únicamente a partir de nosotros mismos.
En absoluto, es más, lo considero una parte fundamental en todo lo que hacemos. De hecho, recuerdo contarle a una amiga todo sobre ‘Lamb’ y ella me sorprendió recomendándome un poema de William Blake titulado ‘The Lamb’ que abordaba temas similares. Ahí fue cuando me di cuenta de lo bien puesto que estaba el título.
Sí, de hecho crecí en Richmond. A ver… Richmond es muy bonito. Es precioso, de hecho. Una zona muy pija, muy segura, muy buena para vivir, y en Londres está casi instaurada la broma de su seguridad, por ser casi una comunidad impenetrable.
Oh, no me hables… Sigo yendo por allí a menudo y está todo lleno siempre de turistas norteamericanos haciéndose fotos en las localizaciones de la serie y en la calle donde supuestamente vive el personaje. Sobre la influencia del entorno en nosotros, creo que precisamente esta sensación de seguridad extrema en la que vivimos siendo niños ha terminado reflejándose en nuestra música de manera que ahora, actuando con King Nun, podemos sentirnos un poco más alborotadores de lo que nos dejaron en su momento y hacer todo aquello que de niños no pudimos, ¿me explico? La banda nos permitió conocer una realidad alejada de esa burbuja y generar problemas que se sintieran auténticos para nosotros. Además, particularmente Richmond siempre ha tenido mucha historia musical, con bandas como Led Zeppelin, los Stones o los Beatles tocando regularmente por esta zona. Al final, eso también marca lo que escuchas.
Si nos hubieran dicho en 2013 que habríamos pasado por todas las cosas que hemos pasado, créeme que no habríamos dormido en una semana [risas]. Pero créeme, recuerdo con muy buen agrado nuestros primeros días como banda. Teníamos fuego dentro, y queríamos que la cosa funcionara sin importarnos los sacrificios que ello podría acarrear. Éramos nosotros y nuestra música, persiguiendo lo que queríamos, y nada más. Si a alguien le gustaba o no lo que hacíamos, era lo de menos. Y personalmente, lo que más respeto de mis compañeros de banda, e incluso de mí mismo, es que en cierto modo seguimos conservando esa esencia. Está siendo un viaje bellísimo, repleto de anécdotas que darían para escribir hasta un libro. Gracias a la banda hemos podido visitar lugares remotos que nunca creímos que pisaríamos, y junto a bandas geniales que admiramos enormemente. Pero para mí la verdadera sensación de éxito es tener la oportunidad de sacar todo lo que llevamos dentro a través de nuestra música.
Nuevamente, una gran pregunta que daría para contarte cientos de anécdotas. Lo cierto es que nosotros nos conocimos a raíz de muchas y muy diversas circunstancias. Desde reservar a la vez una sala de ensayo y terminar conociéndonos ahí, a acabar defendiéndonos en una batalla de bolas de nieve contra otros chicos en las vías del tren. Créeme, historias de todo tipo y siempre basadas en la máxima de dar encontrarnos mutuamente en el momento perfecto y en el lugar idóneo. Recuerdo que al conocer a cada uno de ellos, lo primero que les preguntaba era si tocaban algún instrumento, si quería aprender a hacerlo o si les interesaba entrar en una banda. Así que es imposible separar la banda de nuestra amistad, porque básicamente ésta es la que lo une todo. Independientemente de que esto ya no sea un proyecto de chiquillos, seguimos socializando de la misma forma, sintiendo pasión por lo que hacemos y siempre que estamos juntos en una habitación, evidentemente, terminamos hablando de música. Los fundamentos básicos para otras personas en sus respectivas amistades tal vez sean otros, pero para nosotros es la música.