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Entrevista a Gustavo Santaolalla: 'Siento que es el momento de que mi presencia en España tenga una continuidad'

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Gustavo Santaolalla
Foto: Betsy Meza

Redacción: Fran González

A sus 70 años, y con un palmarés que haría enmudecer a cualquiera, Gustavo Santaolalla sigue sintiendo las mismas ganas de crear y entregarse a la música sin descanso ni pausa. Pese a tener en su haber dos Oscars, dos Baftas, un Globo De Oro y hasta 19 Grammys, el artista argentino no duda en reconocer que lo mejor para él siempre estar por llegar, y que su lucha por la excelencia aún no ha acabado. Con motivo de su siempre presente objetivo de tender puentes entre la música latinoamericana y el resto del mundo, durante el mes de septiembre tendremos la inmensa suerte de tenerle en nuestro país, haciendo lo que mejor sabe hacer: deleitar al mundo con su incomparable manera de imaginar y concebir la música.

Además, el pasado 12 de septiembre el compositor y multi-instrumentista de Buenos Aires recibió el reconocimiento a su recorrido profesional por parte del festival Movie Score de Málaga, haciéndole entrega del honorífico Premio MOSMA Maestro 2021. A su vez, el galardonado compositor deleitó al público malagueño, junto a la Orquesta Sinfónica de Málaga, con un delicioso recorrido por toda su prolífica y apasionante carrera. Y es que si algo ha definido el paso de Santaolalla por el mundo de los mortales es el hecho de habernos convertido en testigos de auténticas piezas de arte audiovisual. Desde la composición de bandas sonoras como Amores Perros, Biutiful, Brokeback Mountain, Babel, El Libro de la Vida, Diarios de Motocicleta o The Last of Us, hasta haber sido parte del éxito de artistas latinoamericanos tales como Juanes, Molotov, Julieta Venegas o Café Tacvba, pasando por su propia aportación al frente de proyectos paralelos como Bajofondo y Arco Iris o su propio proyecto musical en solitario. Son tan solo algunas de las muestras que justifican y avalan porque, tantas décadas después, Gustavo Santaolalla sigue siendo más reivindicable que nunca.

Su paso por España se completará con las citas en Madrid (17 de septiembre) y en Avilés (25 de septiembre), repitiendo un espectáculo similar al que ya ofrecería en Málaga.

Entrevista a Gustavo Santaolalla

 

¿Qué tal estás, Gustavo? ¿Te están tratando bien en España estos días?

Maravillosamente bien, estoy muy muy feliz. Primero, porque son los primeros conciertos que hago después de la pandemia y está siendo la primera oportunidad de tocar nuevamente. Ya solo ése es un motivo de euforia tremenda, como te puedes imaginar. Y en segundo lugar, tengo que decir que España es un país muy especial para mí. Mi apellido, Santaolalla, es de origen español, mis ancestros son españoles, y siempre he tenido una inmensa atracción por este lugar. Me encanta su gente y me encanta su cultura, pero aun así me siento un poco en deuda con España. Mientras que durante estos años sí logré desarrollar una conexión entre Latinoamérica y Estados Unidos, aún siento que podría haber hecho mucho más por conectar con este país y espero poder cambiar eso ahora en adelante. Siento que es el momento de que mi presencia en España tenga una continuidad.

Y así es como, por ejemplo, hemos podido verte recientemente por Málaga.

Aquello fue re-lindo, sí. Una auténtica locura, una ovación eterna y muy emotiva. Salió precioso, y la orquesta fue realmente fantástica.

¿Va a haber diferencias entre el show que diste en Málaga y los que te quedan en Madrid y Avilés?

En Madrid sí me podrá acompañar la misma orquesta que lo hizo en Málaga, pero en Avilés será otra, por temas logísticos. Sin embargo, el repertorio será prácticamente el mismo, a excepción de un tema que se ha quedado fuera por las razones instrumentales que te comentaba.

Me consta que no estás muy habituado a este tipo de shows, ¿verdad?

Para nada, yo normalmente me presento como parte de la banda con la que suelo tocar, que es Bajofondo, o sino haciendo mi música con la agrupación de La Santa Banda. Pero no, jamás había tocado mi música en un formato sinfónico de este calibre, y es una faceta inédita de lo más linda en la que poder ver mi trabajo representado. Aun así, tengo que decirte que ante todo yo me considero un rockero, vengo de ahí, y en todo lo que hago siempre hay una actitud de rock, incluso haciendo algo de carácter clásico.

Comentabas antes esa falta de conexión entre la música de España y de Latinoamérica, pese a compartir un idioma e incluso una historia similar. ¿A qué crees que se debe esto?

Es una verdadera lástima que esto pase, sin duda. Ya no solo es una falta de conexión entre ambas escenas, sino entre nosotros mismos. En Latinoamérica también nos pasó eso al principio, en Argentina teníamos la Junta Militar, en Chile a Pinochet y en México directamente se prohibió hasta el rock. Y por increíble que parezca, la MTV latina nos ayudó mucho a conectar entre los diferentes países de la región y de repente se daban situaciones como que en Argentina se escuchase música colombiana o viceversa. Pero desgraciadamente, España nunca estuvo dentro de esa ola, y siempre parecía algo desconectada.

Como persona a la que siempre le ha preocupado mucho dejar constancia de su identidad, nunca llegué a entender eso. Poco a poco, y con el tiempo, se empezó a ver cómo hicimos intercambios culturales puntuales, acá vino Andrés Calamaro y lo cambió todo, y allá pudimos disfrutar de Santiago Auserón y Radio Futura entre otros, pero siempre de una manera mucho menos fluida y natural de lo que siempre debió haber sido.

¿Y cómo ves la situación actualmente?

Ahora precisamente diría que los paradigmas están cambiando y la escena urbana ha ayudado mucho a que esto sea así. Gente que está en la vanguardia, como Bad Bunny, Rosalía o C.Tangana citan entre sus referentes artistas de raíz y la universalidad que les caracteriza está favoreciendo mucho a que esa conexión cultural prosiga y se expanda.

Con tu mención a la escena argentina, me es imposible no acordarme de que el pasado año remasterizasteis tu disco homónimo, “Santaolalla”, editado originalmente en 1982. Y me consta que tiene una historia muy curiosa relacionada con la censura.

Así es, yo ya vivía en Estados Unidos por aquel entonces, indultado e indocumentado, y en una de mis múltiples idas y venidas a Argentina, confeccioné un disco totalmente influenciado por todo lo que estaba viviendo en USA. Imagínate, llegué allá después de haber visto en Argentina cómo te llevaban preso solo por tener el pelo largo, y me topé con una escena que me cambió la vida totalmente.

Los Sex Pistols acabando su gira en San Francisco, los Ramones irrumpiendo en el panorama… Y con toda esa impronta, me marché de vuelta a Argentina. Allí todavía continuaba vigente el gobierno militar y sabía de buena tinta que mi disco no pasaría el arco de la censura, pero también sabía que no lo escucharían, que tan solo hojearían el libreto de las letras y poco más. Así que en esas letras omití ciertos mensajes para ganarme el visto bueno, mientras que el disco en sí quedó intacto. Así que a día de verás que en las letras hay partes que no figuran pero en el disco sí que lo podrás escuchar todo.

¿Sigue siendo un disco importante para ti?

Desde luego. Fue un disco que abrió las puertas a la modernidad allá. Es el primer disco de reggae y ska hecho por un grupo blanco, prácticamente grabado en su totalidad en directo, e incluso valorado por la Rolling Stone como un pico en la cultura argentina. En su día, me pidieron por favor si unos chicos que no conocía de absolutamente nada podían asistir a la grabación del disco, a lo cual no puse ningún problema. Pues resultó que esos muchachos eran ni más ni menos que Virus, una banda mítica de punk y new wave argentina que en los años posteriores se convertirían en unos referentes totales.

Además, tiene una portada que lo dice todo.

Sí, son mi encefalograma y mi cardiograma reales. Si me los hiciera ahora, no quiero ni pensar qué saldría (risas).

¿Qué le tira más a Gustavo Santaolalla, el cerebro o el corazón?

Pues por decir, te diría que ambos, pero hoy en día más que nunca, el corazón. Y ahora, más aún, que sabemos que el corazón tiene un poder cognitivo y vibra como diez veces más que el cerebro. De ahí viene esa manida expresión de “tengo una corazonada”, por cierto. No es solo una expresión hecha o una metáfora, sino que realmente significa que el corazón sabe algo antes que nuestro propio cerebro.

Ahora te voy a pedir que hagamos un salto en el tiempo y nos vayamos a estos últimos años en los que te has convertido en una figura de gran relevancia entre los miembros de la comunidad gamer, siendo el artista detrás de la banda sonora del videojuego “The Last of Us”. ¿Difiere mucho para ti hacer la BSO de un videojuego de hacerla para una película?

No en mi caso, la verdad. Ya de por sí, en el cine, yo no suelo trabajar de la manera estándar que normalmente se suele ver. En la industria, muchos compositores trabajan  a partir de un primer corte y con algo que se llama temp music o temp track, donde generalmente se usan piezas de otras bandas sonoras ya existentes. Al final, acaba siendo un trabajo más artesanal que artístico. Pero yo, personalmente, prefiero trabajar a partir de la historia y del guión, o de una conversación profunda con el director o el creador y desde ahí comenzar a componer en abstracto. Muchas veces he trabajado sobre cosas que ni siquiera se habían empezado a filmar.


Bueno, ahí tenemos el caso de ‘Brokeback Mountain’, ¿verdad?

Efectivamente, ‘Brokeback Mountain’ es probablemente el caso más extremo, ya que toda la música fue compuesta previamente a que hubiera ni tan siquiera una escena rodada. Pero ahí el mérito y el ingenio fue de Ang Lee, que supo como nadie armar la narrativa de la película alrededor de la música.

Teniendo en cuenta el mes tan agotador que estás teniendo, se me hace abusivo preguntarte por futuros proyectos, pero sabiendo que eres bastante inquieto me da la sensación de que, aun así, tienes mucho que contarme, ¿no?

Totalmente… Mira, ahora mismo estoy trabajando en un nuevo álbum de Bajofondo, concretamente en un tema con un artista de trap argentino que se llama YSY A. Hay también varias series de animación propuestas por Netflix para las que hice la música original, una en concreto con Jorge Gutiérrez, con el que ya trabajé para ‘El Libro de la Vida’, y la otra en formato stop motion, para la que hice una canción junto al genial Jarvis Cocker.

Además, he vuelto a trabajar recientemente con mi ya colaborador asiduo, Paul Williams –ya sabes, el de ‘El Fantasma del Paraíso’- escribiendo una canción para Kali Uchis. Y por supuesto, la banda sonora para la última temporada de Narcos México, que está al caer.

Me dejas sin palabras, Gustavo. Déjame que, con ironía, te pregunte… ¿Algo más?

Bueno, también hay un par de proyectos para la NASA.

¿Perdón?

Sí, aunque de momento, como te puedes imaginar, no puedo revelarte mucho.

¿Me estás diciendo que estamos ante un ‘The Voyager Golden Record’ versión Santaolalla?

Hmmm… no es exactamente eso. Uno de estos dos trabajos está relacionado con un mural. Perdona que sea tan críptico, no puedo decirte más. Lo que sí puedo decirte es que uno de los proyectos es para acá y el otro para allá, para “más allá” (ríe)…

Pues mientras esos proyectos llegan, me gustaría que concluyésemos con una palabras dedicadas a todos esos chavales y chavalas que, como tú en su día, se estén topando ahora mismo con una sociedad que les dificulte las cosas a la hora de dedicarse a la música, o incluso se les persiga por ello. ¿Qué les dirías?

Bueno, yo tuve la inmensa suerte de que mi madre y mi abuela me apoyasen mucho, porque la primera quiso ser cantante y tocar la guitarra cuando era joven y digamos que volcó esa aspiración frustrada en su hijo. Estudié y toqué música desde los cinco años, y fue ya a los 17 cuando estaba literalmente produciendo y tocando de manera profesional. Ahí fue cuando mis padres se asustaron, ya que lo de la música les parecía bien, pero de manera complementaria, ¿sabes? Cuando vieron que ocupaba la totalidad de mi tiempo y de mi vida, se preocuparon. Así que, retomando tu pregunta, a esos muchachos y a esas muchachas que estén en una situación similar, les digo tres cosas. La primera, que aprendan a desarrollar una disciplina de trabajo. Como ya dijo Picasso, que la inspiración te pille trabajando, pues no te va a caer del cielo sin más. La segunda, deben encontrar su identidad. ¿Quién eres tú? ¿Cómo se te reconoce? ¿Cuál es tu estilo? ¿Qué quieres decir con tu trabajo? Copiar es una manera de aprender, sí. El alumno empieza copiando al maestro, pero tarde o temprano es importantísimo y vital que ese discípulo encuentre su voz. Y la tercera, y muy ligada a la segunda, es intentar mantenerse siempre fiel a esa persona que dices ser. A menudo suele ocurrir, normalmente al principio y al final de tu carrera, que te ofrecen suculentas ofertas que van totalmente en contra de tus principios o del estilo que predicas, pero te engañas a ti mismo, diciendo que esa plata te permitirá hacer las cosas que más adelante quieres hacer realmente. Eso nunca funciona. Que no caigan en esa mentira. Si divagas y dedicas tu tiempo a cosas que no reverberan en tus objetivos, corres el riesgo de perderte. Yo, personalmente, pasé unos años muy duros al inicio de mi carrera, cuando me trasladé a EEUU, pero por suerte puedo decir que nunca hice nada de lo que ahora me arrepienta.

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