Por encima de esos nueve años que separan su anterior disco, Barragán (2014), de su nuevo trabajo, Sit Down For Dinner (section1, 2023), el trío Blonde Redhead ha demostrado seguir manteniendo viva la llama del dream-pop más experimental con diferentes muestras de ello a lo largo de la pasada década. Ya bien fuera reeditando sus primeros dos discos en una boxset de lujo para sus seguidores (Masculin Féminin, publicada en 2016), u ofreciéndonos su cara más individualizada, con el debut en solitario en 2019 de su cantante, Kazu Makino (ADULT BABY), nos da la sensación de que el conjunto nunca terminó de irse del todo.
Por ello, su vuelta no se siente tanto como un regreso inesperado como si una evolución natural de esos proyectos con firma a tres que hasta ahora conocíamos. Con la experiencia pretérita de una pandemia que ha perfilado las punzantes aristas de su nebulosa y angosta lírica, Blonde Redhead vuelven a escena con un nuevo disco, inspirado parcialmente en la lectura de El Año del Pensamiento Mágico de Joan Didion y en las intensas y trascendentales reflexiones que su vocalista, Kazu Makino, ha tenido a bien volcar en sus nuevas canciones. Para saber más sobre Sit Down For Dinner, el nuevo disco de Blonde Redhead, la propia artista japonesa se reúne con nosotros, a escasas semanas de publicar su álbum.
Recuerda que Blonde Redhead estarán visitándonos dentro de poco, con motivo de la celebración de la nueva edición del Primavera Weekender.
Bueno, puede parecer que se trata de un regreso tras una larga ausencia, pero a decir verdad, nunca nos habíamos ido. Personalmente, hemos seguido trabajando mucho a lo largo de estos años, yendo de gira y demás. No lo siento como un cambio tan drástico, ni como si hubiésemos estado recluidos en una cabaña en las afueras del país durante todo este tiempo. No es tan dramático. Sufrimos con la pandemia, como todos los demás, y probablemente aquello supuso un gran cambio de vida para nosotros, pero en lo personal he tratado de seguir activa, trabajando en mi música en solitario, explorando nuevos estilos musicales que siempre había querido descubrir a través de mi arte, o colaborando con otros artistas. Soy como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, nunca me estoy quieta.
Trabajar en solitario fue para mí un acto del todo renovador y creo que, de alguna forma, esta experiencia tan buena y liberadora ha repercutido también en mi trabajo posterior como miembro de Blonde Redhead. Al principio quise mantenerlo para mí y que fuera mi pequeña parcela de arte dentro de mi universo personal. Pero teniendo en cuenta que trabajé con el mismo ingeniero de sonido y con los mismos músicos de estudio que suelen trabajar con la banda habitualmente, los proyectos terminaron mezclándose e influyéndose el uno al otro de forma irremediable. Los gemelos, por su parte, mostraron mucho interés durante todo el proceso con respecto a lo que estaba haciendo y aprendiendo en aquel tiempo. Incluso llegaron a decirme que mi disco en solitario era mejor que lo que habíamos hecho hasta el momento como Blonde Redhead y que ojalá pudieran tener esta versión de mí a partir de ahora en la banda [risas]. Les dije que, por supuesto, podría empezar a mostrar mis mejores cartas con ellos, pero que a cambio pondría algunas condiciones. Y bueno, el resultado ha sido este disco nuevo, en el que creo que he tenido un protagonismo especial.
Bueno, eso es porque siempre he sido una persona que tiende a inundar sus pensamientos con temas muy intensos. Ya sabes, la muerte, el destino… Y claro, vivir una pandemia global definitivamente hace que esos temas se magnifiquen en tu cabeza y se agraven. De repente se sentía como la excusa perfecta para tratarlos en mis canciones, teniendo en cuenta que estaba tan generalizado hablar sobre ello. Es una pena que haya tenido que suceder una cosa así para que mucha gente comience a ser consciente de determinadas cosas o a hablar de ciertos temas que antes estaban más estigmatizados. Estamos acostumbrados a escuchar miles y miles de canciones sobre amor, pero ¿qué hay de la muerte? Es importante que también se hable de ello, y la pandemia nos dio esa oportunidad.
Igual suena extraño, pero normalmente trato de intentar que el concepto original de nuestros álbumes no se altere demasiado a lo largo del tiempo, ¿me explico? Sé que es mucho más típico que un álbum o una canción varíen su forma original en el tiempo y que evolucionen con respecto a determinadas influencias, pero yo me he dado cuenta de que me gusta quedarme con la primera impresión que tenga en un primer momento. Recuerdo que empecé a ser consciente de esto con dos canciones muy concretas del disco, que a medida que pasaba el tiempo les iba cambiando ciertas cosas hasta que me di cuenta de que estaban irreconocibles con respecto a cómo surgieron originalmente, y ahí fue cuando me dije “no, esto no puede ser”. Las canciones tienen que sentirse imperfectas para ser frescas. En ocasiones los artistas abusamos en exceso de darle vueltas a un planteamiento o concepto, y eso provoca que la obra pierda espontaneidad y termine por no reflejar exactamente aquello que se quería expresar desde un primer momento. A nosotros nos gusta quedarnos con la inocencia de las primeras ideas. Si uno se obsesiona y trabaja sus ideas con demasiada vehemencia, puede lograr algo más depurado o sofisticado, sí, pero también corre el riesgo de terminar matando la espontaneidad inicial.
Ya lo creo que lo recuerdo. Cuando terminé de leer aquel libro, cerré las tapas de golpe y pensé “¿esto es real?”. Cabe mencionar que no sabía con qué me iba a encontrar cuando comencé a leerlo, pues no tenía mucha información previa al respecto y por el título, más bien pensé que se trataría de una historia más positiva que otra cosa. Pero no, fue sobrecogedor. Recuerdo estar leyéndolo en público y girarme a mi alrededor por si alguien podía estar oyendo lo que estaba leyendo. Fue demasiado para mí, literalmente. Pero al mismo tiempo también creo que lo leí en el momento adecuado, considerando que la muerte se cernía sobre todos nosotros a lo largo de aquellos días. Así que en cierto modo me ayudó mucho. Creo que ni si siquiera había terminado de leer el libro y ya tenía hechas varias canciones inspiradas en lo que me había transmitido el mismo, y sin darme cuenta una parte de mí le estaba dedicando todas esas canciones a la propia autora. Incluso se me pasó por la cabeza tratar de contactar con ella y enviárselas. Sé que no le habrían gustado demasiado, y que era una mujer ocupada que estaba a otra cosa. Recordemos que recibió una medalla de honor del presidente Obama, pero quién sabe. La lástima fue cuando poco después de terminar de componer estas canciones, leí sobre la trágica noticia de su muerte en 2021. Me entristeció muchísimo, especialmente por el vínculo que había establecido con su prosa de forma tan reciente, y una parte de mí lamentó terriblemente no haber sido más rápida o confiada y haber intentado contactar con ella cuando aún podía.
Por mi parte suelo dejar bastante libertad a Amedeo y Simone para que escojan qué canciones van a hacer suyas y en cuáles voy a ser yo quien lleve la voz principal. Escribo algunas canciones y dejo que sean los gemelos quienes decidan qué voz puede adecuarse más al registro de las mismas. Están ahí para eso y a su entera disposición. También hay situaciones en las que yo misma me doy cuenta de que no es mi momento para cantar. Por ejemplo, recuerdo que estaban componiendo una canción determinada, y tal y como me la presentaron automáticamente pensé “no, esto no es para mí”, indicándoles que sería mejor que se hicieran ellos cargo de la voz. Y literalmente, la terminaron titulando así, ‘Not For Me’ [risas]. Igualmente, ha terminado siendo una de las canciones más bellas del disco.
Soy muy perseverante en mi trabajo. Tanto, que en ocasiones puedo terminar aturullando un poco al personal, de ahí que los gemelos mantengan un poco la distancia con respecto al proyecto a veces. Recuerdo que nuestra unidad se produjo por recomendación de una amistad mutua, quien nos conocía a los tres y sabía que tenía mucho sentido vernos trabajar juntos. Yo siempre había sido muy apasionada por la música y el arte, pero me faltaba músculo en lo que a la parte técnica se refiere. Los gemelos, en cambio, quizás escaseaban más en la parte creativa pero gozaban de una formación mucho más especializada y profesional que yo. Así que supongo que entre ellos y yo terminamos conformando un buen todo.
La verdad es que es algo que me dejó bastante en shock, si te soy sincera. Estoy bastante poco puesta en el universo mediático que ha elevado el tema a la categoría de viral, pero sí que puedo decirte que quedé muy sorprendida por esta renovada repercusión porque es una de esas canciones que te demuestra lo impredecible que es el éxito en la música. ‘For The Damaged Coda’ es una de las canciones en la que menos esfuerzo emocional invertí. Literalmente, la compuse para matar el tiempo. En nuestra discografía tenemos proyectos muchísimo más elaboradoras y emocionalmente trabajados que nos hacen sentir más satisfechos de nuestra banda, pero al final son las canciones que menos te esperas las que terminan trascendiendo. Durante mucho tiempo habíamos sido una banda de reconocimiento escaso y comedido, y sinceramente, este éxito no es algo que vaya a hacer que nos pavoneemos de repente.
Nuestras canciones son nuestro legado. Sinceramente, no sé ni cuántas canciones habré hecho a lo largo de mi vida, tanto en solitario, como con la banda, o colaborando con otros artistas. Un buen puñado, sin duda. Somos conscientes de que no cumpliremos otros 30 años como banda y que nuestras vidas son cortas, pero la música que ya hemos hecho y la que hagamos a partir de ahora será para siempre y resistirá cualquier prueba que el tiempo nos ponga.