Tras el chasco que supuso la cancelación de sus conciertos en Barcelona y Madrid el pasado mes de noviembre, había incluso más ganas de tener a Royal Blood por nuestras tierras. Los ingleses han causado un enorme revuelo con su disco de debut y uno se muestra prudente antes de juzgar si se trata de un hype o si tanta repercusión es realmente merecida.
Es indiscutible que el primer trabajo del dúo de Brighton es una obra de rock excelente, la duda quedaba en si lo defenderían con la misma fuerza en directo. Pero empecemos por el principio.
El escenario del Apolo estaba vestido para la ocasión con dos enormes torres de luces a cada lado del escenario; en la parte derecha una estructura elevada tapada con una lona negra. La sala presentaba entonces poco más de medio aforo –se habían vendido todas las entradas pero muchos vendrían después para el plato principal-. Puntuales, a las 21 horas subían al escenario los también ingleses Bad Breeding y nada más empezar el cantante se retorcía por el suelo derrochando pose punk. Con sus temas cortos y rápidos cargados de energía despacharon su directo en 25 minutos sin apenas dirigirse al público.
Llegaba el momento esperado –ahora sí con el aforo completo- y a las 22 en punto, Michael Kerr y Ben Thatcher aparecían en escena para delirio de un público que estaba entregado antes de que el concierto empezara. El sonido del dúo en directo es potente a más no poder pero demostrando control en todo momento. Impresiona ver cómo Kerr es capaz de hacer sonar su bajo de forma que parezca una guitarra; tan sólo dos personas en el escenario y parece que haya toda una banda destilando rock por todos sus poros.
Los momentos de máxima entrega por parte del público fueron con las incontestables “Come On Over”, “Little Monster” o “Figure It Out”. Los temas se sucedían y Kerr –líder indiscutible- animaba al respetable con los típicos “Estamos encantados de estar por fin en Barcelona” y otras frases del estilo, nada nuevo pero siempre eficaz. Manos en el aire, saltos e incluso un par de personas que surfearon entre el público.
Cerraban el concierto con “Out of the Black” dejando esa grata sensación de cuando se ha asistido a un gran concierto. Con un directo de tan sólo una hora de duración en el que nadie pidió bises, lógico ateniéndonos a una banda con tan sólo un trabajo publicado y que tocaron íntegramente, Royal Blood arrasaron en la Apolo con un sonido brutal; para guardar en la memoria.