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Crónica: Roger Waters en Madrid, Wizink Center (23/03/2023)

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Roger Waters

Crónica: Javier Nieto

80 años dan para mucho y, en el caso de Roger Waters, aún más. El que fuera cofundador de Pink Floyd se mantiene en lo más alto del escalafón del rock por cosas como la de anoche en Madrid. El espectáculo montado es digno de una majestuosidad que pocas o ninguna de las grandes bandas de rock que llenan estadios puede alcanzar.

Fuera del apartado musical propiamente dicho, acudir a un concierto de Roger Waters es presenciar un gran montaje de artes escénicas. Un sonido pulcro y envolvente, junto con un juego de luces y audiovisuales digno de una gran superproducción, te atrapan en la butaca durante casi tres horas.

Con 20 minutos de retraso empieza a sonar la nueva versión de Confortably Numb y acto seguido Another Brick in the Wall. Ya está, ya nos podemos ir a casa por donde hemos venido. Hemos cubierto expediente y hemos vuelto a sentir que Pink Floyd, aún de otra época, todavía resuenan, y de qué manera en el 2023. Pero Roger Waters tiene mucho que contarnos y recriminarnos, lo mensajes político-sociales son un continuo en el concierto, ya sean de la propia voz de Waters, proyectados en la magnífica pantalla en forma de cruz que preside todo el concierto o en imágenes que hacen que dejes de prestar atención al escenario.

Dividido en dos actos, el cierre de la primera parte nos vuelve a llevar cronológicamente según las anécdotas que Waters nos narra en primera persona en la pantalla, a los gloriosos años de Pink Floyd. Wish you where here, Shine on you crazy diamond y Sheeps, con aparición estelar de oveja gigante voladora, hacen las delicias del respetable que espera los 15 minutos de entreacto ansiosos de más.

Para la vuelta del descanso, Waters vuelve enfundado con gabardina y gorra de las SS para ametralladora en mano, despertarnos del letargo con In the Flesh y Run Like Hell. Discursos y polémicas aparte, Roger Waters nos presenta un concierto redondo y rotundo, para el disfrute de los amantes de Pink Floyd y para el disfrute personal del artista. Aún mermado físicamente, Roger Waters sigue haciendo y diciendo lo que le viene en gana, porque él puede y quiere y porque lo ve necesario en los tiempos que corren, y al que le guste bien y al que no también.

En Money los tonos blancos, negros y rojos que nos han acompañado, pasan a los laser led verdes y el triángulo hace acto de presencia. Tras casi tres horas, Roger Waters cierra The Bar con todos los músicos en él, brindando con mezcal y regalándonos Outside the Wall, para de uno en uno, abandonar el escenario y encaminar los camerinos hasta donde les siguen las cámaras y cerrando un concierto a la altura de las expectativas.

Hoy por hoy, es la manera de poder disfrutar de Pink Floyd. Los que en aquellos años, ni tan siquiera habíamos roto el cascarón, nos tenemos que conformar con esto y así lo disfrutamos. Los que entrados en años vivieron aquellos felices 60 y 70, que se relaman los labios, las lágrimas y las heridas, porque todo tiempo pasado, fue mejor.

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