Redacción: Sergio Abreu | Foto: @pixelinphoto
El pasado jueves Muse cautivó el espíritu colectivo de una multitud inmensa coloreando los rostros de la gente con tímidas sonrisas y leves muestras de felicidad etérea. La ciudad de Vigo gozó con una inmensa cita de una producción impresionante sumergiendo a miles y miles de personas en una velada intergaláctica en la que Muse decidió no perder el tiempo. La formación británica contagió a la multitud y caldeó el ambiente a base de un talento abrasivo que hizo que él público disfrutara de un notorio espectáculo que perdurará en la retina de una ciudad entera.
Matt Bellamy demostró fuerza y saber hacer tras un impresionante poder vocal que quedaba respaldado por sus siempre leales Dominic Howard y Chris Wolstenholme manteniendo una sucesión sonora que funcionó a medida de una puesta en escena sobresaliente y momentos enérgicos de una espectacularidad plena. Y es que Muse tiene un sonido hecho a la medida de lugares tan amplios como el estadio Abanca Balaidos. Decidí acudir al concierto sin una expectativa preconcebida y me topé con un show en el que pude comprobar de primera mano cómo los temas de Will Of The People ganaban enteros en directo. Los británicos convirtieron en apisonadoras sonoras temas que aparentemente pasaban más desapercibidos entre el público de masas e hicieron vibrar a 17.000 almas expectantes de saciar todo su apetito musical.
La tenacidad percusiva de Howard y los interludios marciales del bajo de Chris Wolstenholme unieron al personal en una épica coyuntura que trasladó a la audiencia a un viaje auditivo a través del espacio. Cabe hacer una mención singular a la voz de Matt Bellamy, que en directo, se vuelve algo más sucia y rota logrando dotar a sus canciones con un plus adicional de primerísimo nivel.
Pero antes de todo esto The Killer Barbies y Years & Years desempeñaron su rol como teloneros en dos conciertos que sirvieron para redondear un día que ya se presentaba emocionante por sí mismo. Killer Barbies reivindicaron una escena local con más proyección a base de punk rock descocado, mientras que con Years & Years se apostó por un pop altamente electrónico que se desenvolvió tras las exigencias de su carismático líder Olly Alexander.
Poco tardó Muse en aparecer en escena. Tras atinar un sonido a base del glam rock del track de apertura Will Of The People, decidieron ir directos al grano y se lanzaron con un catálogo innegable de éxitos del nivel de Hysteria, Psycho o Pressure. La banda se encontraba perfectamente equilibrada y eficaz con un Bellamy que inundaba Balaídos con un falsete altísimo y una voz super personal a la que acompañaba una magnífica banda que resolvía todos sus quehaceres a la perfección. Bellamy, con el traje de frontman puesto, fue capaz de correr por la pasarela sin fallar nota alguna desdeñando unos toques de guitarra lapidarios mientras manejaba al público a su antojo.
Acto seguido, decidieron lanzarse con una sucesión de nuevos éxitos en la que desgranaron pistas como Won't Stand Down, Compliance, Thought Contagion o You Make Me Feel Like It's Halloween, convergiendo a la multitud en una gran telaraña de cuerpos agitados y mentes dispersas. Entre tanto, Time Is Running Out y Madness acariciaron el lado más sensorial de una velada que posteriormente recalaría en una gigantesca dupla conformada por el funk furtivo de Supermassive Black Hole y una grandilocuente Plug In Baby. Poco después, Bellamy evocó el histerismo definitivo de la noche tocando los primeros compases de Uprising con un brazo robótico haciendo que las masas alcanzaran el culmen de todo el set. La laureada Starlight sirvió para emocionar más que a algún que otro romántico.
El set concluyó con un bis que comprendió la venerada Kill or Be Killed, seguida de una escueta interpretación de la siempre estridente Knights of Cydonia poniendo fin a algo más de hora y media de intensa actuación y catarsis. Estupendos, enormes, muy grandes.
