Redacción: Andrea Genovart
Hace tiempo que el público de la escena independiente nacional tenía una cita fija. El trío de ases formado por Melenas, Sierra y Mujeres actuaba ayer noche en la emblemática Sala Apolo de Barcelona, con el pretexto del recién lanzamiento del EP Romance Romántico de los últimos. A los que por cierto, les tocaba ser anfitriones. Con una taquilla casi agotada, la noche se desarrolló de un modo extraordinariamente fluida pero con la impaciencia del plato fuerte de la última banda, al fin y al cabo la protagonista, y que no es necesario mencionar. Eso sí: tal y como dijeron en la entrevista que les hicimos hace unos días, el desde hace un par de años trío barcelonés cumplió su promesa y llevó latas de Fabada Asturiana firmadas, listas para coger y servir en su puesto de merchan. Gratis, claro.
Puntuales, Melenas fueron las primeras que se subieron al escenario, a eso de las 20.15. El cuarteto íntegramente femenino madrileño, también del sello Sonido Muchacho, había pasado recientemente por la ciudad condal abriendo el Festival Cara B el día del sábado - el que no consistía en una carta de presentación del trap, vaya. Ya el recibimiento hace cosa de un mes había sido bueno, y ésta vez no fue menos. Aunque es cierto que el primer grupo siempre juega con la desventaja de una sala medio vacía, con la mitad aforo haciendo birras por los bares de alrededor para entrar con el ambiente caldeado y poder darlo todo nada más entrar. Aún así, formación, que sacó su disco debut de título homónimo hace dos años, la vemos en cada vez encima de más escenarios y carteles, y rodeada de las bandas de su sello, con las que ya se vió mantener una relación estrecha tanto arriba como abajo de la Apolo.
A las 21 fue el turno de Sierra, que recién acaban de lanzar un EP con dos canciones que aprovecharon para presentar. El cuarteto también constaba de un solo disco, y probablemente no se les ve tanto el pelo últimamente, así que su concierto sirvió para recordar que joder, se ven bien. Que valen la pena. Con una sala algo más llena, pero todavía no suficiente para reflejar la expectación que desde hace semanas había puesta, la banda hizo un concierto con un sonido increíble y que seguramente acabó por convencer a aquellos que todavía no se habían acabado de familiarizar del todo con ella. No faltaron sus temas principales, que señalaron todos los fieles y servidores que estaban ahí, en primeras filas, como son La Noche Criminal, Me Destrozaré - regalazo en la mitad de su directo -, Amiga Extraña o A Ninguna Parte.
Por fin llegó el grupo que permitió que hubiese pogos y cerveza tirada por los aires sin vergüenza alguna. Mujeres, sí, Mujeres. En medio de gritos y aplausos impacientes - como si nadie les hubiese visto nunca o apenas se dejaran ver, aunque cabe reconocer que si todos repetimos es porque uno nunca acaba cansado de verlos en directo-, se subieron encima de esa Apolo que ya los acogió en el memorable concierto de la presentación de Un sentimiento importante, por allí el enero del 2018. Yago, Arnau i Pol se dejaron querer y abrazar - literalmente - en un repertorio más que generoso, aunque la verdad es que si algo los caracteriza es que, toquen lo que toquen, todo es recibido como el más esperado de los himnos.
Como ya es un clásico de su última gira, empezaron con Vete Con Él, al que le siguió Siempre Eterno. Luego vinieron el hit Salvaje - de un Soft Gems de 2012 -, Ciudades y Cicatrices y Dije Fácil. Y no se hicieron esperar esas joyas de la corona, que tienen que ver más bien con una época de servidores; en definitiva, esas canciones que prometían un camino de éxito con el posterior cambio de idioma que habría en el grupo: Vivir Sin Ti y Aquellos Ojos. Cabe destacar cuando tocaban ésta última la inesperada performance - y para tratarse de Mujeres, decir inesperada es muy fuerte - que bien seguro que pasará a la posteridad de la historia de la banda, que tuvo lugar cuando la madre de Pol - sí, la madre del bajista, que probablemente va acercándose a la cuarentena; calculad - se subió al escenario para tirarse encima de unos asistentes que coreaban eufóricos una de sus mejores canciones. Asistentes que, estupefactos pero a rebosar de alegría, recogieron con la máxima delicadeza, con la conciencia de sostener encima de sus brazos alzados a la mejor madre que había parido al que en esos momentos se encontraba tocando.
Después de dejar con ello un listón tan alto e insuperable - cosas que pasan si juegas en casa -, la cosa siguió prometiendo. No faltaron esos guiños que siempre hacen a una época pasada más garajera y de cuanto cantaban en inglés con temas como See The Light, Blood Meridian o I Wonder. Entre medio, recordaron a qué habíamos venido, en teoría: a la presentación de su último EP, que parecía que lo hubiesen sacado hace meses y no dos semanas, ya que todo el mundo coreaba las letras como si fuesen cualquier otra canción anterior. Pudimos escuchar por fin, pues, Romance Romántico - con la ex triunfita Amaia subiéndose al escenario como otra espontánea más y tirándose al público con algo de desconfianza -, y Ya No Queda Nadie. Y eso fue doble punto a favor, teniendo en cuenta que se estrenaban con ellas en directo, aunque ya nos encargamos de hacerles saber que aprobaron con nota.
La noche iba sucediéndose y no solamente por el repertorio, del que no se sabía si la voz cantante la llevaba toda la gente de abajo haciendo pogo y cantando o la banda, sino también por los parlamentos entre canción y canción de Rodellar. (Sí, estamos bien; sí, podéis pasar del catalán al castellano tantas veces como queráis; sí, estamos bien y nos está bien que toquéis lo que queráis, sea una rápida o lenta, qué más nos da.) Un sentimiento Importante - con Pol inaugurando su serie de lanzamientos al público mientras tocaba el bajo, que ya tardaba - y Suenan Espadas acabaron por hacer estallar la eclosión de la recta final, en la que obviamente y bajo ningún concepto pudo faltar la versión de No Volveré, de sus colegas navarros Kokoshca. Con unas quince personas mínimo arriba del escenario dándolo todo, y un par de seguratas indicando que bajaran como era de esperar. Y para acabar, una guinda del pastel distinto de calidad. Los barceloneses nos regalaron música para los oídos: ni más ni menos que la versión Run Run Run de la Velvet Underground, increíble selección para recrearse en larga despedida. Y entre constantes agradecimientos y euforia, tanto arriba como abajo, acabó su directo y una noche marcada en rojo desde hace meses en la agenda. Rematados, como no podía ser de otra manera; aunque, por otro lado, experimentando un nuevo límite, puesto que ir a ver de Mujeres siempre deja con ganas de más. Y es que ya se sabía: a sus conciertos se va a morir.