Crónica: Adrián Gallego | Fotos: David Moya
Jhonny Marr, el exSmiths, y Cat Power fueron un poco maltratados por los horarios del sábado, ya que eran los encargados de abrir los dos escenarios principales a una hora en la que la mayor parte de los asistentes aún no había llegado al recinto del festival. La propuesta de Cat Power, austera e intimista, no funcionaba demasiado bien en un escenario tan grande, quizás le habría ido mejor en uno mediano como el escenario Comunidad de Madrid. Pese a sonar un poco disperso y a que no era el auditorio apropiado, Chan Marshall dio un buen concierto tocando un setlist compuesto principalmente de canciones de Wanderer, su último álbum. Tampoco faltaron algunos temas de discos de los 90 y los 00 así como versiones de bandas y músicos como Lana Del Rey, Dead Man’s Bones y The Boys Next Door (un poco extraño que una artista con una trayectoria tan extensa y aclamada se ponga a hacer tantas covers, pero lo cierto es que sonaban bien).
Jorja Smith volvía a Madrid el sábado tras su visita al Dcode Festival el pasado año. Una estupenda nueva oportunidad para quien aún no hubiese escuchado en directo canciones de Lost & Found, su álbum debut, como Blue Lights, The One, February 3rd.
El concierto de Prophets Of Rage fue, con diferencia, el que más hizo saltar al público de todos los conciertos del festival. Ha sido una suerte que el supergrupo conformado por B-Real de Cypress Hill, Chuck D de Public Enemy y el guitarrista Tom Morello de Rage Against The Machine se haya olvidado pronto del único álbum que han lanzado como banda; un desastroso disco en el que la suma del talento de estas leyendas no daba la talla. De dicho álbum tan sólo incluyeron 3 canciones en el repertorio de la noche, dejando espacio para hasta 8 canciones de Rage Against The Machine como las míticas Killing in the Name, Bullet in the Head o Take the Power Back. Se echó un poco menos, eso sí, alguna canción más de Cypress Hill y Public Enemy, ya que sólo tocaron una de cada banda.
Ha sido la tónica general del festival que los conciertos acabaran durando menos de lo estipulado en los horarios. Durante esta última jornada también se repitió esta dinámica con conciertos más cortos de lo anunciado como el de Cat Power, Prophets Of Rage o Gossip (este último acabó 20 minutos antes de lo que ponía en los horarios). A estos desajustes con las horas se le sumó el retraso de 15 minutos de The Cure, que hizo que el público se pusiese nervioso y reviviera la espantada de Massive Attack del pasado año.
Nada menos que 27 canciones acabaron tocando The Cure la noche del sábado, un extensísimo espectáculo, como nos tienen acostumbrado Robert Smith y los suyos, que choca mucho con los conciertos cada vez más cortos que se han vuelto el estándar en festivales. También es cierto que poquísimos grupos tienen un repertorio tan extenso como el de The Cure, que les permite poder estar tocando hit tras hit durante más de dos horas. De entre todos sus discos, Disintegration (que recientemente cumplía 30 años), The Head on the Door y Wish, fueron los que mayor protagonismo tuvieron en el setlist, sin dejar tampoco de lado otros grandes álbumes como Kiss Me Kiss Me Kiss Me, Seventeen Seconds y The Top. Fue una lástima que el sonido del concierto no fuese perfecto, algunas canciones como Disintegration sonaron francamente mal pese a que el teclista Roger O'Donnell, al que se le veía sufriendo, estuviese haciendo señas a los técnicos de sonido para intentar solucionarlo. Por suerte, al volver para el bis parece que se arreglaron los problemas y pudimos disfrutar correctamente de la batería final de hits como The Caterpillar, Friday I’m in Love, Why Can't I Be You? y Boys Don't Cry.
Tras The Cure, Robyn mantuvo el listón bien alto dando uno de los mejores conciertos del festival. La artista sueca venía presentando Honey, su elegante último álbum en el que se aleja un poco del sonido de discos anteriores con arreglos más contenidos y deshaciéndose de clichés sonoros típicos de la música de baile. Las canciones de Honey funcionaron a la perfección en el concierto entremezcladas con los potentes temas discotequeros de Body Talk como Call Your Girlfriend o Dancing On My Own. El carisma de Robyn y lo motivada que se la veía cantando y bailando, sumado a las coreografías y a la genial banda que la acompañaba, terminaban de redondear su espectáculo.
Carpenter Brut fue un hype que no entendí hace un par de años y menos entiendo ahora, una infumable mezcla de hair metal hortera y sintetizadores ochenteros que en directo suena aún peor que en los discos. Terrible forma de cerrar el festival.