Redacción y Fotos: Blanca Gemma
Advertencia al lector, en esta crónica no encontrarás ninguna reseña de Liam Gallagher o Red Hot Chili Peppers. Probablemente te preguntes... ¿Por qué? La experiencia de intentar si quiera aproximarse a cualquiera de los dos escenarios principales la noche del sábado era no sólo inhóspita, sino peligrosa. Tanto por la cantidad masiva de asistentes como también por la distribución propia de los espacios, de los que mejor ahorrar también comentarios, porque seguramente ya los hayáis leído en otros muchos artículos del festival y en miles de hilos en la red en los que se mencionan palabras como “riesgo de avalancha”, “colapso” o “miedo”. ¿El Coachella europeo? No, lo del sábado fue más bien un tributo de mal gusto al Woodstock del 99.
No sé quién pudo decir la noche de ayer que realmente disfrutó a gusto de estos directos principales, a no ser que quisiera verlos probablemente a cientos de metros de distancia y una acústica no sólo deplorable como en el caso de los Red Hot Chili Peppers en concreto, sino contaminada por otros escenarios y spots de marcas, como es obvio dadas las distancias donde sí se podía respirar.
Evidenciabas algo, eso sí, por las pantallas: como si lo vieras desde el televisor, en el canal de YouTube en tu casa, pero al aire libre y esquivando, o más bien siendo aplastado, por cientos de personas, tanto civilizadas como también perjudicadas. Y no eran pocas las que además decidieron improvisar zonas de baño, para liberarse de todo tipo de necesidades, de manera pública y con menores en el interior del recinto (citando a los Simpsons: “¿es que nadie piensa en los niños?”).
Muchísimos conciertos y festivales cubiertos, con grandes cantidades de público, pero nunca antes, y esto ya es experiencia personal, me he visto en una de estas... para “enmarcar en el recuerdo”. ¿Cuántas ediciones son necesarias para aprender nociones básicas con las que construir un entorno seguro? Ni siquiera los stage principales contaban con barreras de seguridad antiavalancha/antipánico a la altura de la torre de sonido, como es habitual si se espera esa cantidad de aglomeración. Incluso una sanitaria comentaba que no había podido acceder a su área asignada por la cantidad de gente que le impedía el paso, a dos horas del comienzo de RHCP. E imagino que no sería la única.
Así que, con el fin de evitar el riesgo de jugarnos nuestra propia integridad, ya que no pudimos obtener tampoco acceso a los fosos de estos escenarios durante la jornada (dada nuestra “irrelevancia”), decidimos ofrecer una lectura alternativa de otros conciertos a la que probablemente puedas encontrar en el resto de grandes medios. Directos de grandes artistas que también merecen su espacio en las próximas líneas sobre, ya no el festival, sino exclusivamente sus conciertos. Cabe destacar que marchar sobre las 00:30h con un “By The Way” de los Red Hot como música de fondo quedó hasta oportuno.
Dicho esto y lágrimas a parte, el camino comenzaba con los directos de Cupido y Belako, dos apuestas nacionales que competían a la par de Years & Years, sonando en el escenario principal. Cupido, una conjunción compuesta por Pimp Flaco y Solo Astra, pisaban la tarima sobre las 19:00h para presentar su gira ‘VUELVES CON TU EX’ y animar al público a base de electro- bedroom-pop. Recibiendo una ‘Sobredosis De Amor’, como bien dicta su ultima publicación, disfrutamos de temas como “Un Cabrón con Suerte” o la coreable “Santa”. También echaron vista atrás y no olvidaron su “Milhouse” (con proyección del personaje de los Simpsons incluida) ni su “No Sabes Mentir”, que puso patas arriba el Stage Region of Madrid.
Mientras tanto, Belako hacía de las suyas en el escenario Ouigo, copado a más no poder, por un público que se decidía a contemplar la voracidad post-punk de los de Mungia. Con un setlist breve a la par de intenso, repasaron repertorio de ‘Plastic Drama’ con temas como “All Nerve”, que destaca por su principal y oscura línea de bajo que nos adentra en el frenetismo hipnótico de su melodía; o su vigoroso “Zaldi Baltza”, que muy bien ha envejecido sus ya diez años de temón. Además, la banda nos impresionó con su último lanzamiento y giro a lengua castellana de “Sangre Total”, derrochando furia y carácter por doquier.
Un poco más tarde en ese mismo escenario, llegaría Touché Amoré para partirnos los corazones a base del screamo más afilado del post-hardcore californiano. Y qué bonito fue ver entrar a Jeremy Bolm, frontman del grupo, con la camiseta de Boneflower, grupo con el que actualmente se encuentran inmersos, pues el trío madrileño les acompaña como teloneros, en diez de sus fechas por el continente europeo. “Flowers and You” sonaba con los vítores de fans agolpados en primera fila, mientras el cantante recorría de un lado a otro la tarima. Un puro nervio que se enfatizaba aún más en momentos de pequeños pogos durante “And Now It’s Happening in Mine”. Un dolor ferviente que podía palparse en cada acorde, sustancial e intenso, que Nick y Clayton supieron exprimir al máximo en “Rapture”, uno de los mejores temas de ‘Stage Four (Deluxe Edition)’. La única pega es que quizás el sonido no estaba todo lo fino que necesitaba la banda, en ocasiones sonando a demasiada bola, sobretodo si lo comparamos a la última vez que pisaron sala madrileña.
Y mientras ellos nos enfrascaban en esta atmósfera catártica, Liam Gallagher, ataviado ilógicamente con una sudadera negra a unos 35oC, era abucheado y aplaudido a partes iguales por el gentío del recinto. Por lo poco que pudimos contemplar, su espectáculo anodino sólo logró conectar con el nostálgico público en canciones como “Wonderwall” o “Champagne Supernova”, un premio de consolación para quienes esperaban más éxitos de Oasis. Sinceramente, no merecía la pena sufrir entre el tumulto por contemplar un par de temas que le hacen aún mantener su actual relevancia.
Primal Scream ponían entonces banda sonora a la caída del sol, con una espectacular y vibrante entrada en escena de Bobby Gillespie cantando “Movin’ on Up”, vaticinando lo que sería un espectáculo excepcional. Una banda cuyo mérito reside en la confluencia de la cultura club post- Manchester con la herencia de los Stones, que se constataba en temas como “Loaded”, reservándolo para el final, o “Jailbird”, aprovechando para rescatar su repertorio más antiguo. Desde luego la actitud fue infalible para meternos de lleno en su directo, en el que no falló “Rocks”, que cerraba su paso por Mad Cool mientras nos sentimos obligados a mover nuestras melenas con puro rock and roll.
Mientras, en el escenario Ouigo, tenía cabida el rock en castellano con Shinova, que demostraron ser unos “Gigantes” sobre y bajo la tarima, con un Gabriel de la Rosa en constante movimiento, saltando, posando y bajando también a corear con su aferrado público. Haciendo honor a su nombre, y limpiando las malas energías que hasta ahora nos había dejado el festival, encontramos el equilibrio en este nuevo chi. Inmersos en ‘La buena suerte’ celebramos haber topado con ellos y temas como “La sonrisa intacta” o “Ídolos (Los mejores momentos están por llegar)”, de este último álbum. Evidentemente, no podían olvidarse de “Mirlo Blanco”, hit que tuvo un gran recibimiento, donde vimos al público perder la voz junto a la banda.
Así, la crónica del sábado cierra con una muy buena recomendación de compañeros, con The Hu, que tomaban el relevo de Shinova en el Stage 4. No, estos no son un tributo a The Who, aunque prácticamente se pronuncien igual, sino un conjunto mongol de “Hunnu Rock” que utiliza instrumentos tradicionales de su país, incluyendo el morin khuur, e incorporando también el canto de garganta “coro hooliin”, donde podemos distinguir dos voces de manera simultánea. Los afortunados que decidieron permanecer en la carpa, estaban más que expectantes por la entrada de los artistas, a los que llamaban al repetido mantra de “¡Hu-Hu-Hu-Hu!”. Aunque no podría citar los temas que allí sonaron, si puedo decir que su imponente entrada, con vestimentas oriundas de Mongolia, en contraste con la crudeza de su sonido, le otorgaba de un dramatismo que quedaría grabado en la memoria de todos. Sin lugar a dudas el descubrimiento de última hora y el mejor de todo el festival. Una pena que coincidieran con Red Hot Chili Peppers, pues esta banda de veras se merece una mayor oportunidad de escucha.
Así, huíamos del recinto con Ava Max interpretando “The Motto”, pasando por delante de unos Red Hot Chili Peppers que conseguían aglutinar con éxito a un público generalmente descontento con el repertorio improvisado de la banda, pero sobretodo, con la situación generada por la mala gestión de aforo y distribución de espacios de esta edición.