Redacción y fotos: David Moya
Hace ya casi un año desde aquel comunicado en el que la banda valenciana La Raíz anunciara a sus seguidores la decisión de dejar la música durante un tiempo indefinido. Pero como era obvio, no iban a irse de esa forma tan fría, junto a aquella noticia salía a la luz una serie de conciertos para 2018 en lo que los medios bautizamos como una gira de despedida. De entre todos esos conciertos, tres tendrían lugar en Madrid durante el 1, 2 y 3 de noviembre en la Black Box del Palacio de Vistalegre. Como no podía ser de otra forma, porque nunca se sabe lo que puede durar este parón indefinido, no podíamos faltar a la cita.
Concretamente estuvimos en la del día 2, y nada más llegar me sorprendió la armonía y el buen rollo que se podía respirar en el ambiente. Con una absoluta puntualidad, empezaba a sonar entre los altavoces la voz de María Medina recitando La Miseria de sus Crímenes, mientras comenzaban a aparecer en escena los numerosos miembros del grupo para dar el inicio a Entre poetas y presos, dejando claro lo que íbamos a vivir allí. Todo el mundo coreaba absolutamente todo.
Todo el concierto giró en torno a los pogos, los bailes y los saltos. Porque si algo caracteriza a La Raíz es ser capaz de reivindicar, e incluso convertir sus conciertos en un acto político, pero sin caer en el pesimismo ni en aburrir al personal. Todo lo contrario, tiran de optimismo intentando hacer ver que hay esperanza. No pudieron faltar La voz del pueblo, Jilgueros, Suya es mi guerra o La hoguera de los continentes. Aunque entre todo ese repertorio, sonó ese himno nacional que es Maneras de vivir, provocando que entraran en estampida las personas que habían salido a fumar pensando que el mismo Rosendo se había presentado a hacer una colaboración. Pero no cayó esa breva.
Con lágrimas en los ojos de muchas y muchos se fue acercando el final, y quizás ese fuera el motivo de esas gotas saladas. A la sombra de la sierra y Nos volveremos a ver fueron las elegidas para la despedida. Y eso es lo que la gente espera, que nos volvamos a ver lo antes posible. No sabemos si derivará en un adiós definitivo, si el parón durará mucho o poco, pero algo hay claro; La Raíz va a dejar un vacío difícil de llenar. El hueco que ocupa en la música española estará esperando siempre, porque en estilo y reivindicación nadie está a la altura.
