Redacción: Javier Nieto | Foto: David Moya
Llegó el día en que Izal congregaba en el Palacio de los Deportes (como a mí me gusta llamarlo), a más de 15.000 personas en dos noches consecutivas, lo que suma una cifra nada despreciable, en los tiempos que corren, de más de 30.000. No sé que bandas nacionales han podido conseguir tal hito en sus carreras, se me vienen a la mente Fito y Los Fitipaldis o Vetusta Morla, probablemente hoy en día y en próximas fechas Leiva también pueda conseguirlo, por lo que estamos hablando de un hecho histórico de la música nacional.
No es extraño que todas estas bandas sean los máximos exponentes del salto, el baile y el coreo colectivo de miles de personas. Se saben las letras al dedillo creando momentos mágicos de éxtasis colectivo. Anoche se palpaba la felicidad en las caras del público y de la banda. La gente tenía ganas de disfrutar y aunque la noche se había torcido meteorológicamente hablando, e incluso hubo gente de fuera de la ciudad con serios problemas para llegar al capitalino palacio, dentro el calor hacía condensar agua por las paredes del mismo.
La ocasión pintaba en blanco para preparar un show especial en esta gira Autoterapia, con La increíble historia del hombre que podia volar pero no sabía como, siendo el eje central del mismo y como inicio de un concierto que auguraba espectáculo del bueno. El concierto sigue el guión que nos muestran en una pantalla gigante en el que toda la banda se ve integrada en una misión espacial y apareciendo sobre el escenario con una indumentaria de astronautas muy bien lograda.
Como era de esperar el peso del concierto recae sobre Autoterapia, su último trabajo, pero tras 28 canciones les da tiempo a repasar toda su discografía sonando canciones de Copacabana, Agujeros de Gusano y Magia y Efectos Especiales. Uno que ya es viejo en esto, puede que echara en falta alguno de los temas de aquel primer disco con el que conocimos a esta banda que ha ido creciendo exponencialmente hasta lo más alto de la galaxia.
Puntualidad exquisita para que a las 22h se apagaran las luces, cosa lógica ya que el bolo nos llevará a más de dos horas y diez minutos de pura energía. Tras un inicio arrasador llegamos a tomar un descanso con Pequeña Gran Revolución y las canciones se suceden hasta llegar con ukelele en mano a disfrutar de Agujeros de Gusano.
Las canciones se suceden y para el final se reservan temas como Autoterapia, Asuntos Delicados, Magia y Efectos Especiales y El Pozo, todas ellas muy disfrutadas y coreadas por el publico, pero nos reservaban la traca final para los bises. Pausa, con toda la banda reunida en el centro del escenario suena perfecta, dando paso a la que se puede considerar el himno de la banda, La mujer de Verde. Pero sin lugar a dudas El Baile se ha convertido en la canción fetiche en directo y para demostrarlo una gran lluvia de coloridos globos gigantes inundan un Wizink Center que ya no tiene marcha atrás y que disfruta por todo lo alto de una gran fiesta. Para rematar, Bill Murray cierra un concierto que tardaremos en olvidar y que recuerden, es solo la primera parte de dos noches con lleno hasta la bandera.
Tras una larguísima y exitosa gira con Autoterapia, a los hechos me remito, un servidor, al menos, ya está esperando nuevo material de Izal, esperemos que para el próximo 2020, ¿Por qué no?