Crónica: Andrea Genovart
La segunda jornada del Cruïlla fue, para qué privarnos de decirlo, todo un éxito. El Parc del Fórum, con una gran cantidad de asistentes – ahora sí – venía a decir que aunque el festival abrió las puertas el jueves, realmente dio lo que era de sí el viernes. Con un cartel ecléctico – característica del evento -, las horas fueron transcurriendo con total fluidez, entre escenario y escenario o, lo que viene a ser, entre registro y registro musical.
Sin duda los grandes titulares de la jornada de ayer viernes fueron N.E.R.D, Propets Of Rage y Lori Meyers.
N.E.R.D – No One Really Dies -, el grupo de hip – hop de Pharell Williams y Chad Hugo, se encargaron de coger la ola de la tarde con una gran habilidad para meterse el público en el bolsillo. Con un equipo de bailarines y bailarinas profesionales - y otros espontáneos que se sumaron a dar apoyo desde arriba del escenario aun no sabemos muy bien cómo y por qué-, se constató la merecida repercusión del experimento de uno de actuales reyes del pop, que utiliza éxitos por bases como fueron Seven Nation Army (The White Striples), Blurred Lines (Robin Thicke), Get Lucky (Daft Punk), Hot In Herre (Nelly) o Hollaback Girl (Gwen Steffany).
No es necesario afirmar que Prophets Of Rage eran una promesa ya no solamente del día de ayer sino del festival. La banda, formada por bajista, guitarrista y baterista de Rage Against The Machine e integrantes de Public Enemy y Cypress Hill fueron un checklist con el que muchos no contábamos poder ver y un gran acierto por parte del festival. Se notaba, pues, la sensación de oportunidad en el ambiente por ser un nombre poco habitual en los carteles: casi la mitad de los asistentes lucían su camiseta desgastada de hacía dos décadas de la banda de Killing In The Name. El grupo, todos con la camiseta del F.C.Barcelona, presentaron un show que nada tenía que envidiar al de la época de sus anteriores formaciones. Cómo no, fue una actuación beligerante, reivindicativa y política, donde las alusiones al sistema eran constantes y hasta las guitarras llevaban mensajes comprometidos con la causa política catalana - !!!! - y rechazando a Donald Trump, que tuvo bastantes menciones a lo largo de la hora y media de actuación. Por alegría de todos, hubieron versiones de todas las bandas que conforman el proyecto, de tan solo dos años de edad, como fueron Fight The Power de Public Enemy, Jump Around de House of Pain, How I Could Just Kill A Man y Yo Quiero Fumar de Cypress Hill y los grandes éxitos de RATM: Bulls On Parade, Freedom y el apoteósico Killing In The Name.
En la otra cara de la moneda, los granadinos Lori Meyers repasaron todas las mejores canciones de su trayectoria en un concierto que posiblemente acabó por concentrar toda la gente que había en el festival. Un sonido impecable y unas luces que realzaban un ambiente festivo fueron los otros factores que completaron el concierto para que fuese de diez, al ritmo unísono de ¿Aha Han Vuelto?, Mi Realidad, Siempre Brilla El Sol, Emborracharme, Luces de Neón y Alta Fidelidad. A la banda, que acaba de celebrar sus veinte años, le procedó con quince minutos de retraso el hijo del rey del reggae, Damian Marley, que para sorpresa de ninguno tuvo que verse apoyado no solo con los éxitos de su padre I Wanna Love You o Could You Be Love, sino también con sus fotos en pantalla; no obstante, contó con unos coros y una banda espectacular que permitía un sonido más que nítido y que describió el reggae en mayúsculas.
Y haciendo un salto a las fórmulas de actualidad, KYGO, el productor de música electrónica noruego y considerado como el nuevo Avicii, fue el plato fuerte de la recta final de la noche. Desde una plataforma de más de dos metros y entrando en escenario presentándose con vídeos de él mismo - sí, muy Justin Bieber - el joven de 27 años hizo un set de éxito tras éxito, todo acompañado con mucho confeti, mucho humo y mucha purpurina que no entró ligero, sino ligerísimo. Si antes habíamos podido gozar de bandas de guitarra y cuerdas vocales, ahora tocaba disfrutar de las mejores mezclas de house y ambiente de club.
Cabe mencionar las primeras horas de la tarde con los platos de indie - rock o indie - folk locales, por decirles de algún modo: Joan Dausà, Joana Serrat i Blaumut. También la cancelación, pero sin explicación, de Bugzy Malone. Por supuesto, la delicadeza y el entrañable directo del concierto de LP, que concentró a otras miles de personas en uno de los escenarios principales; la particularidad del trío Nudozurdo, uno de los pocos grupos de indie - rock de segunda en el festival. Y la fiesta rumbera de La Pegatina, algo que siempre gana en la ciudad condal. Pero nunca a la altura de Bomba Estéreo, para muchos la estrellas de la noche gracias a la fuerte presencia de Li Saumet y su capacidad para hacernos bailar y cerrar una segunda jornada pisando fuerte al acabar.