Redacción: Andrea Genovart | Fotos: Sara Moreira
Cuando salió el cartel del Cara B, las primeras entradas agotadas fueron para la noche del sábado. El sábado tenía una programación que bien podría ser propia del Tomavistas Festival o de la parte de escena nacional y escenario pequeño de tarde de un MadCool o Primavera Sound: propuestas de garaje, con sus matices, que son archiconocidas para todo indie alternativo pero al fin y al cabo un poco de manual. Había puesto en este segundo y último día todas las expectativas, pero la verdad es que la jornada no sucedió de una forma tan fluida como el día anterior: demasiados problemas técnicos, retrasos y parones que acabaron por cortar un poco el rollo al público, que poco a poco iba sumándose en la impaciencia y frustración de una organización que, a este nivel de repercusión, se le abre un camino de mejoras necesarias para su próxima edición.
Se notaba que el público de un día y otro era más que distinto. No solamente por el modo en cómo la gente se tomaba los conciertos si no por la media de edad, que ayer fue considerablemente superior a la del viernes, donde apenas pasaba de la veintena. Algo previsible. El segundo día del festival volvía a abrir las puertas a las 18 de la tarde, con el primer grupo ya tocando al cabo de media hora. Como sucedió con Albany, la primera banda de la escena independiente más mainstream, encargada de abrir la tarde, fue íntegramente femenina. Fueron Melenas, un grupo de Pamplona que aunque no acaba de llegar - su LP debut de título homónimo fue sacado en 2017 - es ahora cuando empieza a pisar fuerte, acompañando ni más ni menos que a los bolos de bandas como Futuro Terror y Mujeres. No obstante, a esa hora apenas había gente: se notaba que el público indie está más lejos del fenómeno fan que el que suscitan los reyes del trap. Una calma que quedaba lejos de ese alboroto algo injustificado de buenas a primeras, pero que también resultaba una pena ya que el cuarteto garajero promete y merece mucho la pena de ver por ser de una actitud y presencia armada riot grrrl.
A Melenas le sucedió La Plata, los valencianos que ya todo el mundo conoce de forma casi obligada si se pretende estar al día de lo más revelador del género. Poco más que decir de esta banda que en poco tiempo ya tiene un rodaje espectacular y que está en todos los saraos - fue un plato fuerte de las fiestas de la Mercè anteriores -, que se traslada al escenario con un sonido impecable y una presencia reconocible: estética oscura, todos tocando de forma alienada pero sin apenas mirarse, y con una relación con el público distante a la vez que imponente. Pero seguían siendo algo más de las siete y media y todavía costaba que el recinto de columnas tan industrial estuviese la mitad de lleno. Aunque, precisamente, eso mismo fuera un lujo para aquellos que el viernes nos encontrábamos viendo los conciertos sumamente pegados y sin poder bailar respirando al mismo tiempo. A las nueve menos diez acabó el quinteto y dió paso al estreno de Cupido, la formación de Pimp Flaco - que había cerrado la anterior noche junto a su hermano - con Solo Astra, el grupo de psicodelia de Madrid. Cupido acababa de sacar el disco el mismo San Valentín a modo de guiño (Préstame Un Sentimiento), y en dos días las redes sociales se han llenado de gente que resulta estar fascinada por semejante proyecto tan poco purista pero de lo más acertado. Y la verdad que la proyección de este debut es prometedor, con versiones de Pimp Flaco que entraban de lo más ligero. Y es que precisamente, dentro del trap, la música del artista es de la que más se presta a hacer estas versiones en instrumento clásico. Pero el punto alto del concierto llegó, ahora sí que con el recinto lleno, cuando Cupido versionó los temas más famosos del barcelonés en solitario. Aunque muchos no estuviesen el día anterior por falta de interés con otra música totalmente distinta a lo que vinieron a ver ayer, reconocieron y bailaron los clásicos de Me da Igual o Laberinto de Amor. Toda una lección.
Una de las propuestas que quizá chocaba más con el resto del cartel fue Soleá Morente y Napoleón Solo; un proyecto que, como sucedía con el grupo anterior, era caracterizado por la fusión de dos artistas con personalidades distintas. La cantante española de flamenco salió al escenario con la banda de Napoleón Solo, grupo granadino de indie rock. Un concierto dinámico, donde la artista rebosaba alegría y se puso al público en el bolsillo desde el minuto uno con una voz espectacular y potentísima que provocaba inevitablemente el silencio. La Fábrica Fabra i Coats se encontraba eclipsada, relajada i contemplativa ante un directo que exigía en una primera parte de concentración, pero que al final derivó en la apuesta más transgresiva por parte de la cantante con melodías más pop.
Mitad de la noche. Carolina Durante. No hay nada más que decir. Bueno sí, que mucha gente estaba ahí por ellos y eso se notaba. En la cola del baño, saliendo a fumar, en la barra: la gente los mencionaba. Era una cita que exigía estar de principio a fin, sin pajarearse. Aunque el grupo está recorriendose cada fin de semana la península actuando en sala pequeña o en todos los mini festivales de invierno, la verdad que en Barcelona poco han venido en comparación con otros sitios. De hecho, la última vez fue en el contexto de Razzmatazz Clubs, es decir, no en un concierto propio sino en la irrupción del club a las 02 de la mañana con un repertorio de 45 minutos. Esta vez tampoco ofrecían un concierto como banda - que ya va siendo hora que hagan - sino en un contexto de festival y, la verdad, a muchos nos dejó con ganas de más. Sobre todo porque tocaron excesivamente poco, y fueron algo distantes. Además que había otro bajista, el mood de la banda era de piloto automático: tocaron canción tras canción apenas dirigiéndose al público y siendo políticamente correctos. Un poco injusto de acuerdo con el gran recibimiento de un festival sold out. Pero supongo que tampoco ayudaron los problemas técnicos que empezaron con su concierto y que hasta el final de la noche no cesaron, aunque a ellos les afectó bien poco en cuanto a parones y demás. Tocaron algún tema de su disco debut, que se encuentra grabado pero todavía tiene que salir, Cayetano, En Verano, Perdona (ahora sí que sí) - sin Amaia - y acabaron con La Noche De Los Muertos Vivientes.
Los gallegos Novedades Carminha tocaban después de la formación de moda madrileña. Era de saber general que las dos bandas, que por eso actuaban seguidas, eran el plato fuerte del sábado. Pese a que en esas casi tres horas entre uno y otro tenían todos los puntos necesarios para que el ánimo no decayera y el recinto explosionara en euforia, los problemas técnicos jugaron en contra de ello. El concierto se retrasó casi veinte minutos por intentar solventar los fallos, que volvieron a manifestarse cuando el grupo ya estaba por la tercera canción. La voz apenas se oía, como tampoco el bajo. Y el público gritando como Pedro por su casa: no se oye, no se oye. Novedades tuvieron que bajar del escenario, que el rato iba para largo. Pero aún así, el humor y la alegría de un poco de jarana festivalera en febrero era superior: se coreó el Nunca, pero nunca, me abandones cariñito como un hábil guiño hacia el grupo, canto que amenizaba la espera pero impedía que viniese el bajón. Y así fue, pues aunque el parón fue largo y tenía pinta de complicado, la gente no se movió ni para ir a fumar ni al baño. Ya a las doce y media, el cuarteto que acababa de sacar nuevo disco el día anterior (Ultraligero) y que presentaba en el Cara B, volvió a pisar el escenario de todo menos enfadado. Y la cosa fue fácil y bien recibida: lo que los ánimos del público, a decir verdad, merecían. Aunque no estuvieron Esteban y Manuel en A Santiago Voy ni Dellafuente en Ya No Te Veo, hubo un set list de temazos tanto nuevos como de los primeros: Fiesta Tropical, Obsesionada, Juventud Infinita, Verbena, Yo Te Quiero Igual, Antigua Pero Moderna, Que Dios Reparta Fuerte y De Vuelta De Todo, que no podía faltar en la ciudad condal. Y entre canción y canción, no faltaron bromas: nos encanta venir a Europa. Se entiende por si sólo.
Putochinomaricón se encargó de que no bajara el oleaje. Su actuación también fue algo corta, pero es comprensible debido a los problemillas que hicieron que el grupo anterior, Novedades Carminha, se retrasara y que - menos mal - decidió que eso no afectara ni estrechara el tiempo de su directo. Gente De Mierda - que tocó dos veces, para abrir y para cerrar - y otras canciones de Corazón De Cerdo Con Giseng fueron de lo último que se escuchó en la Fàbrica Fabra i Coats. Todo un reto de cerrar esta edición del festival, que se presentaba como ambiciosa y que tenía la presión de cumplir las expectativas de un sold out los dos días. Expectativas que, a rasgos generales, sin tener en cuenta los problemillas de la recta final, fueron satisfechas: un ambiente predispuesto, distendido y amigable en todo momento. Al fin y al cabo, era el evento esperado de una temporada donde no suelen haber eventos de este tipo y que sirve de precalentamiento para todos aquellos festivales de varios formatos que empiezan de aquí un par de meses.
De momento, ha quedado claro que lo más arraigado de la escena alternativa está ahora mismo conformado por el garaje, el indie y sus mezclas - que ya sabíamos desde hace unos cuantos años - y el trap - que por fin se ha hecho con un hueco indiscutible en escenarios más grandes y festivales de nombres reconocidos para un sector más amplio. Lo que se ha visto estos dos días en Barcelona es algo que volveremos a ver en carteles de otras ciudades, sin duda alguna. Y es que la Cara B de la música goza más que nunca de cada vez más público y reconocimiento.