Crónica: Andrea Genovart
Un concierto de formato íntimo en La Casa Llotja de Mar suena tan bien que no puede salir mal. De hecho, tiene que ser espectacular. Más aún si le sumamos el nombre de Ex:Re, el nombre artístico de Elena Tonra, cantante y compositora de Daughter. Y así fue. El pasado sábado 15 de junio, gracias al ciclo de conciertos Momentos Alhambra, a unos afortunados se nos brindó la oportunidad de disfrutar de un directo de esos que te quitan el hipo desde el primer minuto.
A eso de las 20:45, la artista británica se subió al escenario de una forma tímida, como ya sabemos que es ella, a la vez que impresionada por poder presentar su disco debut en solitario en semejante lugar. Acompañada por una banda formada por batería, guitarra y pianista/contrabajo, Elena Tonra tocó durante tres cuartos de hora delante de un público sentado y que la escuchaba bajo el silencio sepulcral - nunca mejor dicho. Éste solamente era interrumpido, y de modo inevitable al experimentar una constante piel de gallina con temas como New York, Where The Time Went, Crushing o Romance, dejada para el final - con estallidos de aplausos que, cómo no, solo conseguían hacerla sonrojar. Y agradecer infinitamente que fuera posible aquel pequeño concierto privado.
Lo que se demostró, además de la voz desgarradora por la que ya teníamos al proyecto de Daughter, era la versatilidad de la protagonista. De lo que ya éramos conscientes, pero que siempre maravilla volver a constatar. A veces tomaba el bajo, otras la guitarra y otras se enfrentaba a solas con su voz. Alguna vez, fruto de los nervios o de una comodidad que hacía aflorar la complicidad con el resto de la banda, ésta se veía cortada por las risas que se le escapaban a Tonra, que solamente conseguían hacer crecer la ternura entre todos sus fidedignos.
Pero lo realmente importante de todo esto fue lo que ya sabíamos. Y que era la razón por la que veníamos. Y es que Elena Tonra es una compositora de pies a cabeza. De esas que, sorprendentemente y en contraste con su frágil presencia, componen canciones de una forma tan desnuda y reconocidamente autobiográfica que duele toda ella al escucharla, porque te confronta de tal modo que uno solamente puede asumir su forma. Sin rodeos. Sin metáforas lejanas. Sin interpretaciones ni divagaciones. Lo que es, es lo que quiere decir. Tal y como suena su voz: clara, nítida. Como un corte limpio. De esos tan profundos que, aún cicatrizando, acaba dejando marca.