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Crónica del MIRA Festival 2015: 5 años y subiendo

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Crónica del MIRA Festival 2015: 5 años y subiendo

Crónica: David Díaz 

Esta semana en Barcelona han pasado muchas cosas. Tuvimos que salir corriendo de los cines Aribau, después de ver en el In-Edit el docu sobre la Roland 808, para ir el viernes a la primera sesión de lives audiovisuales en la Fabra i Coats y poderlo gozar con Prefuse 73 y sobre todo con Andy Stott, que sin duda se llevó el gato al agua y fue de lo más destacado de esta primera jornada de la 5ª edición del Festival MIRA. Pero no corrimos precisamente por eso, el Mira estaba de celebración y a primera hora se invitaba a una birrilla a los asistentes, y eso es algo que dentro del periodismo musical, y me atrevería a decir que del periodismo en general, es un MUST: “si quieres que vaya un periodista a tu evento, invítate a unos torreznos”.

Recuerdo como si hubieran pasado 5 años, aquella primera edición del MIRA y como su postulado visual (por si alguien no se ha dado cuenta todavía, se trata de un festival de música que se llama MIRA) ha ido madurando a lo largo de estas cinco ediciones: una propuesta musical que pese a estar alejada del sonido club, consigue hacer bailar, junto con una propuesta de visuales que bebe sobre todo del video arte y performance, pero que no deja de resultar espectacular y una experiencia que potencia lo musical sin llegar a ser un castillo de fuegos artificiales con un tío vestido de mamarracho en el medio. MIRA se ha convertido en uno de esos extraños lugares en los que converge lo artie y lo vanguardista, con un cierto halo pop. No diré masivo, porque sería exagerar y tampoco es la intención del festival, pero sí que se le intuye una vocación de salir de los circuitos artísticos al uso y tocar la fibra de un público más amplio. Claro que es un festival para “entendidos”, pero también es de esos festivales a los que se va con las orejas abiertas dispuestas a descubrir, y eso, precisamente, descubrir, es un placer cada vez más escaso en una ciudad que tiene metro durante toda la noche del sábado, porque uno tiende a pensar que ya lo ha visto todo.

Al llegar a la entrada de la Fabra i Coats, te encuentras con la imagen de este año del festival, unos hologramas en 3D de una especie de cyborgs muy al estilo de aquel videoclip de Bjork que te dan la bienvenida mientras se envuelven en un baile circular, al fondo, en el pasillo de acceso, unas videoinstalaciones más que resultonas para que se note que ADIDAS tiene buenos dineros, y en la plaza del fumar el MIRA DOME, donde el concepto de fusión audiovisual y experiencia total electrónica del festival quizá haya cristalizado con más fuerza este año: visuales en 360º y un sonidaco del copón montado artesanalmente por David Mancuso montado ex professo para que los artistas invitados al MIRA se lo pudieran pasar teta exprimiendo al máximo el potencial de ese castillo hinchable y futurista que resultó ser esa sala. El único pero: el aforo tan limitado y las colas para acceder. Si a esto le sumamos que en el escenario principal había tres pantallacas y unas movidas de leds situadas encima del público, que se balanceaban y cambiaban de color, hay que decir que en este MIRA se ha notado más que nunca la pompa de lo visual, en momentos algo accesorio, como los hologramas de la entrada que podrían haber tenido más presencia o las barras de leds que no pasaron de generar cierta curiosidad al principio, pero que en su conjunto han hecho de este MIRA la edición en que más se ha mirado.

En lo musical, destacar como ya hemos apuntado al mancuniano Andy Stott, con un concepto de transición entre melodía y melodía con golpes de ruidaco grime para volver a una melodía anterior que nos dejó picuetísimos. El sonido de la sala acompañaba y el retumbar de los cristales de la Fabra i Coats pronunciaba más aún ese efecto pretendidamente envolvente de Andy Stott. Decididamente una de las mejores, sino la mejor actuación de este MIRA.

Blanck Mass, estuvo correcto, ortodoxo, coherente en esa propuesta ruidista y contundente, pero cualquier cosa sabía a poco después de Andy Stott, que sencillamente hizo olvidar a la peña que el viernes había ido a ver a Prefuse 73.

La noche del viernes acabó con un homenaje a ZERO, y digo homenaje porque personalmente voy a considerar homenaje cualquier actuación de este agitador de la escena barcelonesa que represente ponerlo donde se merece. ZERO es grande, se merece actuar en más sitios como el MIRA, se marcó un sesionón de cierre y el público de Barcelona así debe reconocérselo. Punto.

Para el sábado el plato fuerte era Nosaj Thing y Ben Frost, el primero estuvo arropado por unas visuales flojitas y se decantó por un live un tanto facilón y agradable a los oídos, transitando entre el house y el hip hop. Nada que ver con lo que había hecho en un Sonar de 2010 en el que literalmente desgarró su Ableton, pero también es verdad que después de sobrevivir al A.U.R.O.R.A. del colegüi Ben Frost, un poquito de tranquilidad se agradecía. Yo no pude ver a Ben Frost este verano en los DNIT del CaixaForum, según parece fue copia/pega la actuación en este MIRA del australiano, pero joder con el show. Era como estar arropado por una manta de granito que rasca, pesa un huevo pero de la que no quieres desprenderte. Todo un viaje sonoro que se escuchaba por las orejas y por el estómago.

De Dopplereffekt, decir que bien, que correcto, que parece que siguen teniendo salud y eso, en definitiva, es lo más importante después de 20 años en activo. Nos esperábamos que se decantaran por su lado más salvaje de ese electro frío y robótico que sólo puede parirse en ciudades como Detroit, pero quizá por la hora de su actuación nos anestesiaron con sus paisajes más ambientales y cósmicos, esos que te sitúan en un tiempo futuro en el que ya no habrá raza humana, el Sol habrá engullido todo el Sistema Solar convirtiéndose en una enana roja y quedará un zumbido de subpartículas atómicas.

Con Robot Koch sólo vamos a apuntar que cuidao, la IDM ya empieza a tener también sus clichés y estereotipos, como diría Homer Simpson “me abuuuuurrro!!!”. Pero por suerte nos sacaron a bailar Loppkio (proyecto que esconde a Pina y a Moduleight), el cansancio empezaba a hacer mella pero no pudimos evitar mover el cucu con su propuesta IDM, techno y electro. Bien, muy bien, bien. Y acabó la jornada en la Fabra i Coats el chileno Cardopusher con una propuesta acidorra, estridente y techno que tuvo gracia un momento pero que no acabó de arrancar.

La noche acabó en el Razzmatazz con Ghost Culture y la chapa y pintura de The Hacker, ambas propuestas nos molaron bastante, pero acabamos en la sala pequeña bailándolo todo con Sistema.

No cabe duda que después de esta 5ª edición de MIRA, el festival se ha consolidado, la gente ya sabe qué es y qué esperar y se lo está haciendo suyo. Remarcable la falta de guiris, signo inequívoco de que hay vida en Barcelona más allá de las Ramblas y los cruceristas, y de que hay un chup-chup esperando a que se le tire más chicha en forma de propuestas del estilo: cuidadas, arriesgadas y de calidad. Tenemos MIRA para rato.

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