Redacción: Vitor Blanco
Concluye el madrileño Mad Cool Festival con una tercera jornada donde, por fin, los conciertos fueron los únicos protagonistas. Bajo la sombra inevitable de lo ocurrido el viernes, desde la Caja Mágica se pudo dar el más sentido homenaje a Pedro Aunión en el lenguaje universal de todos los que estábamos en el recinto: la música. Quizás esa sea la razón por la que el sábado 8 de julio Mad Cool firmó los mejores conciertos de su segunda edición, con espectáculos que desde las 18:30 de su apertura hasta las 05:00 de su cierre definitivo no dejaron de sorprendernos. Repasamos algunos de los hitos de una velada que debería haber sido (y trágicamente no fue) las tres.
Era el primer concierto de la tarde y ya apuntó hacia lo más alto. Anna Of The North, desconocida compositora noruega agregada a esa joven corriente dreampop, subía al Escenario Matusalem apenas pasadas las seis y media, y cuando solo le esperábamos una decena de personas. Sin embargo, abandonaba una hora después entre los aplausos de cientos de asistentes agradecidos. ¿Qué había pasado entre el arranque y el desenlace? Un espectáculo sencillo, sin grandes ambiciones, pero que consiguió conquistar al público neófito con grandes y envolventes composiciones y una voz de vértigo. Todavía no tiene un álbum, pero en los temas de Anna Of The North se ve asomar el espíritu de las jóvenes promesas de la electrónica pop. La contención de HANA y la épica bailable de Shura se dan cita en canciones como Oslo, Sway o Us, los picos más memorables de su paso por Madrid. Su actitud y la nuestra viró también a lo largo del concierto: de la notable decepción ante una pista casi vacía a la emoción de ver a un recinto entregado a temas que, la mayoría de las veces, era la primera vez que oíamos. En definitiva, punto para Anna Of The North en un festival que difícilmente podría acogerla con los brazos tan abiertos como lo hizo la jornada del sábado.
Pronto también estaba programado otro de los conciertos más esperados de la tarde. En el gran escenario Mad Cool, en la otra punta del recinto, se iniciaban los primeros acordes de los norteamericanos Wilco. Su genialidad era esperada, pero también logró sorprender. Sobre todo en aquellos momentos donde su base de country introspectivo y tradicional se veía “mancillada” por los solos de batería impredecibles o las reverberaciones de guitarra inesperadas. Arreglos injustificados en los cánones tradicionales del country, pero que demostraron que lo alternativo y experimental se cuela en cualquier género sin piedad. Todo ello mientras Jeff Tweedy, vocalista y frontman, continuaba la interpretación al uso con su guitarra acústica.
Consiguieron, además, acercarse a prácticamente la totalidad de sus trabajos de estudio, cediendo más hueco a Yankee Hotel Foxtrot (2002), pues de él salen sus composiciones más aplaudidas: Heavy Metal Drummer, I Am Trying to Break Your Heart o War on war. También un peso inesperado para su penúltima larga duración, Star Wars (2015) con Pickled Ginger, Random Name Generator o The Joke Explained; y una reducción de cortes de su último disco que demuestra que Wilco no estaban en Madrid haciendo más promoción para sus ventas. De ese Schmilco (2016) apenas sonaron If I Ever Was a Child y Someone to Lose, que fueron, junto a Jesus, etc., algunas de las baladas más aplaudidas.
Apenas un par de actuaciones hicieron falta para coronar al Escenario Radio Station como uno de los más sorprendentes de la jornada. Fueron dos propuestas, además, radicalmente diferentes; aunque ambas protagonizadas por imparables fuerzas y voces femeninas.
Las primeras en ganarse el pódium fueron Savages. Eran una de nuestras apuestas para este Mad Cool y podemos decir con orgullo que hemos acertado. Cuando una actuación consigue superar las expectativas más elevadas es imposible no conmoverse. Y conmovidos quedamos tras el repaso de las londinenses a su breve pero intachable carrera. Ellas navegan por los infiernos del noise rock para traernos a escena composiciones destructivas, violentas, incluso punzantes. Empezaron a hacerlo desde su primera canción, I Am Here (de su debut Silence Yourself, 2013) que sirvió para dar la bienvenida a Jehnny Beth. Ella fue la cantante que mejor supo conectar con su público en esta edición del festival, haciendo aumentar nuestras ansias de más con progresiones como la de Husbands, y pausas dramáticas pero capaces de anticipar un nuevo e inminente estallido, como I Need Something New (de su nuevo álbum, Adore Life, 2016).
Acabó lanzándose al público para flotar despreocupada en el intermedio entre Hit Me y No face; justo antes de poner en marcha un desenlace a la altura. Se sucedieron sin piedad ni contemplaciones sus tres últimas joyas: de T.I.W.Y.G., o “This Is What You Get (When You Mess With Love)” a la maravillosa pseudo – balada apocalíptica Adore; para dar el último paso a Fuckers, una rareza que solo está publicada como grabación en directo y que empodera desde el pogo rockero como muy pocas composiciones tan largas y contenidas han conseguido hacer.
La otra coronación del Radio Station sería para M.I.A. La archiconocida compositora británica de ascendencia tamil conquistó con su trabajo indescriptible a un público ansioso por conocerla. Electrónica, rap, dancehall, jungle e influencias orientales se dan cita en un trabajo al que ecléctico le queda demasiado corto. Todo ello acompañado de una escenografía epiléptica, bailarinas desenfrenadas, y un desarrollo que apenas cedió minutos para el descanso, acabando con todas nuestras fuerzas cuando todavía quedaban conciertos a los que acudir.
Salió al escenario al ritmo de BORN FREE (de su álbum MAYA, 2010), pero pronto cedió gran parte del tiempo a su último trabajo, AIM (2016). Desde ese explosivo contra todo lo establecido llamado Borders (que protagonizaba también la escenografía con una barrera real separando su espacio del del DJ), seguida de la destructiva Go Off (para que os podáis hacer una idea, el videoclip son repeticiones de bombas de demolición eclosionando); hasta llegar a la sintonía de su aerolínea personal, Fly Pirates.
Pero tuvo otros puntos álgidos fuera de su último álbum. Entre los extramusicales: unas palabras homenaje al acróbata Pedro Aunión. Y entre los estrictamente musicales, numerosas referencias atemporales. Algunas apuntaban a un tiempo posterior, como la interpretación de su último single, P.O.W.A.; mientras otras miraban muy atrás, como Pull Up The People (publicada en 2005), o Bring The Noize (2013). Aunque el momento de éxtasis colectivo llegaría al final de su directo, con la interpretación de sus dos mayores éxitos: Bad Girls y Paper Planes. Ponía el broche final a un concierto tan agotador como visionario, capaz de recoger una carrera que ya es prolífica y ecléctica, aunque enhebrada por un mismo tópico: hacernos bailar mientras se lapidan los grandes errores de nuestro mundo. Y como los hay, muchos, podemos asegurar que tendremos M.I.A. para rato.
No sabemos que sucedió en el concierto de Dinosaur Jr. que, con la promesa que traían bajo el brazo, acabó por convertirse en un paso insignificante. Correcto, por supuesto, pero sin ninguna sorpresa. Fue, además, excesivamente breve, interrumpido para dejar tiempo al homenaje que el festival dedicó a la memoria del acróbata. Y estuvo ensombrecido, digámoslo también, por el éxito de Savages, que habían actuado previamente. Al final, los estadounidenses no pudieron desplegar al completo su último larga duración, el interesantísimo Give a Glimpse of What Yer Not, de 2016, con temas de la talla de Tiny; y tuvieron que limitarse a grandes hitos de su carrera, véase Fell the Pain o Start Choppin’.
Sí cumplieron con lo prometido Kings of Leon, cabezas de cartel de la jornada del sábado. En poco más de hora y media de concierto concentraron todos aquellos temas que su público asiduo pide desde siempre, sin olvidar dejar hueco para la promoción de su nuevo álbum: WALLS (2016).
Fueron el cabeza de cartel menos multitudinario pero supieron agradecer a los fieles con una buena conexión con el público e interpretaciones a la altura de uno de los grupos que han sido el despertar indie de toda una generación. Así, entre nuevas como Over, Eyes on You, WALLS o Waste a Moment, que cerró el concierto; se colaron grandes hitazos. Destacando por encima del resto los temas de Only By The Night, su disco publicado en 2008 y que todavía no han conseguido superar en popularidad. Pelos de punta cuando el público coreaba el estribillo de Use Somebody. Puede que incluso fuera un momento más destacable que el paso obligatorio por Sex on Fire, que como estaba previsto puso el broche final a un concierto donde también sonaron baladas cercanas al country: Black Down South, de Come Around Sundown (2010); o canciones de rock de cuando Anthony Caleb todavía cantaba con otra voz, como The Bucket, extraída de Aha Shake Heartbreak (2004).
Espectáculo memorable el de los hermanos de Nashvile, Tennessee, capaz de convencer a sus seguidores más exigentes, pero que también de atraer a curiosos que esperaban a otros grupos y paseaban despistados por el recinto de la Caja Mágica. Concierto que pasará a la historia, también, como culminación del homenaje a Pedro Aunión que se había desarrollado inmediatamente antes con prácticamente todo el festival cantando Purple Rain de Prince; fatídica melodía con la que ocurrió el accidente.
Ya M.I.A. había sugerido que en los festivales de rock hay sitio para propuestas diferentes. Ella dio el pistoletazo de salida a la carrera final del evento, protagonizada exclusivamente por escenarios con más de sintetizadores y mesas de mezclas y menos guitarras y baterías. Los siguientes en seguirle la corriente fueron los berlineses Moderat, escucha obligada para todo aquel amante de la electrónica. Formados en la unión de Apparat y Modeselektor, discurren entre el tecno minimal y la electrónica al uso para construir álbumes a la altura, por supuesto que sí, pero sobre todo directos inolvidables. Iluminación, proyecciones y largos temas que fluyen con esmero son la clave de uno de los conciertos más sorprendentes del sábado.
Sobre el gran escenario Mad Cool (el cual se encargaban de clausurar hasta el año próximo) supieron coordinar dos polos fascinantes. El de el tecno meditado y repetitivo, fugazmente roto en ritmos imparables de una manera que probablemente solo ellos sepan hacer; y el de sus composiciones con letra: canciones épicas que completan su producción de bases con sentencias inconexas, sugerentes. Entre la primera estrategia, la maravillosa A New Error (de su homónimo disco debut publicado en 2009). Para la segunda opción, Reminder (de su último trabajo, III, 2016) o Bad Kingdom (de II, 2013).
Bad Kingdom estaba reservada para un bis que llegó fuera de tiempo. Cuando todos los integrantes habían retomado el escenario y estaba apunto de arrancar su reconocible introducción, el sonido desapareció y se encendieron las luces. Error técnico o decisión de desenlace para dar paso a otros nombres, no lo sabemos. Pero finalmente Moderat pudo retomar el escenario cuando ya todos estábamos recogiendo, y concluyeron un espectáculo fascinante coreado por todos los presentes.
Antes de clausurar definitivamente el Festival, parada obligatoria por el dj set de SBTRKT, que abría apenas terminado el concierto de Moderat con un remix tecno de Let It Happen, himno imperdible de los últimos Tame Impala. Su sesión atrajo a los más trasnochadores y discurrió entre temas propios y ajenos. Brillan por su propio peso cortes de su álbum Wonder Where We Land (2014) como su homónima cantada por Sampha, o su colaboración con Ezra Koenig de Vampire Weekend, titulada NEW DORP. NEW YORK.
Ritmos imparables hasta pasadas las cuatro y media de la mañana y desenlace a la segunda edición de un Mad Cool ensombrecido por los trágicos sucesos de ayer. Una jornada como la del sábado habría pasado a la historia del festival, pero trágicamente el evento será recordado por otros acontecimientos. Se plantea ahora un reto (y un debate) al que tendremos que seguir la pista: el de escribir un punto y final, o un punto y aparte.