Redacción: Vitor Blanco
Ten Fé es un grupo para grandes escenarios. Esa es la primera conclusión a la que su concierto en la Siroco de Madrid el pasado jueves me ha conducido. Quizás no en poder de convocatoria – todavía –, pero sí en explosión sonora. Su hábitat es el festival de verano, y en la pequeña tarima de la sala ‘malasañera’ – casi golpeándose con la cabeza en el techo – los de Londres estaban evidentemente limitados. No es una mala noticia: aquellos que en su gira debut ya aspiran a conquistar masas hedonistas están llamados a entrar en el Olimpo de la música rock. Pero por algo se empieza, y si algo demostraron en su concierto del jueves fue que la cementación de su carrera es lo suficientemente sólida para elevar un gran rascacielos.
Con su Hit the Light recién estrenado, después de una historia de composición que se remonta al 2014, Ben Moohouse y Leo Duncan (los fundadores de Ten Fé, ampliados a cinco miembros en su gira) depositan en él toda su confianza para conquistar al público. El resultado es breve (fueron nueve las canciones de las noche, entre las cuales hubo una única versión ajena), pero propio. No del todo innovador, ya que en cada una de sus melodías hay implícito un crisol de referencias acertadas a grandes y asentados nombres del panorama musical; pero sí enormemente entretenido, y de una calidad interpretativa intachable. Porque el imperio de la originalidad no siempre es la decisión acertada, como Ten Fé demuestra. Overflow, usada como carta de presentación, empieza con un crescendo semi psicodélico de ecos claros a The War on Drugs; y Elodie – que es, paralelamente, una de sus mejores canciones – sigue la clara estela de An Ocean in Between the Waves (también de The War on Drugs).
Entre Overflow y Elodie se hizo un hueco su último single, Turn, una agradable balada de ritmos marcados que quizás hubiera funcionado mejor hacia la mitad del concierto, justo después de Another Way. Mientras que Twist Your Arm habría podido ser alargada hacia los primeros acordes, esos que crecen en intensidad paulatinamente, de In The Air (fuertemente inspirada por unos primeros The 1975) . Pero a estas alturas del concierto ya habíamos entendido la estrategia que Ten Fé eligieron para su gira: no buscaban el progreso continuo sin pausas, sino un medido contraste. Ese contraste que les llevaba de algunas canciones más bailables (Another Way) a otras más contenidas (Follow). El mismo contraste que les hacía cambiar el micrófono protagonista para cada nueva canción.
El último de sus temas merece una mención a parte. Fue Burst y empezó exactamente igual que lo hace en el álbum: poco a poco, anticipando una tormenta a punto de llegar. Pero fue el final el que nos dejó boquiabiertos: alargado varios minutos en solos y baterías ya casi incontrolables. Un ejercicio de potencia y energía con un único reproche: que no hubiera emergido más veces a lo largo del concierto. Estaban demostrando ser capaces de mucho más, ¿por qué no aprovecharlo previamente para romper nuestras expectativas alguna otra vez?
Abandonaron el escenario terminada Burst y tras innumerables agradecimientos. Pero todavía escondían un as bajo la manga. Cuando regresaron no sonó ninguna de las pocas canciones restantes de su disco. No. Decidieron darle el cierre del concierto a Underworld y su archi – conocida Born Slippy (Nuxx). Una oda de electrónica británica noventera que no pudieron mejorar pero que transportaron con gran acierto a su terreno. Reduciendo velocidad y añadiendo solos de guitarras consiguieron acomodarla sin perder su esencia, y lo que es realmente importante, impresionar una vez más a su público madrileño.
Volveré sobre la idea inicial para cerrar esta crónica. Si algo pudimos comprobar sobre Ten Fé el pasado jueves es que sin apenas haber empezado a girar ya se ven necesitados de más recursos y medios. Un gran escenario, una gran audiencia, un equipo de sonido mucho más potente, y Ten Fé podrán ofrecer horas que pasarían a las antologías festivaleras. Bonnaroo Music Festival, en Manchester, o el Wilderness de Charlbury, ya han apostado por ellos. Esperaremos impacientes su reacción para comprobar si nuestra hipótesis era, o no, correcta.