Crónica del concierto de Saint Etienne en Madrid, Sala Ochoymedio (07-10-2017)

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8 noviembre, 2017
Redacción: dod Magazine

Saint Etienne (2017)

Redacción: Vitor Blanco

Era miércoles 7 de noviembre de 2017 en la Sala Ocho y Medio de Madrid. Pero nos sentíamos en la madrugada de una discoteca londinense en pleno 1995. Saint Etienne, mítica banda del dance y del pop noventero llegaban a la capital (tras los peores augurios desatados por su cancelación barcelonesa al día siguiente) para demostrar que lo viejo no es sinónimo inmediato de peor. Y, de paso, lanzarnos a la pista de baile para conseguir entrar en calor en este frío otoño que por fin ha decidido arrancar.

Podríamos decir que Saint Etienne vuelven a los escenarios con un aire renovado, con una propuesta actualizada y juvenil. Pero no vamos a engañar a nuestros lectores. Porque ni siquiera es necesario. Saint Etienne encuentran su encanto en su apuesta retro. En su marcada voluntad de añoranza pop dance en un mundo de derivas electrónicas e imperios del rap. Consiguen su genuino éxito en precisamente no actualizarse (o des-actualizarse). Y el público recibe con mucho – muchísimo – entusiasmo su doble viaje al pasado: el primero, el más obvio, a los primeros noventa de su consolidación como grupo. El segundo, a aquellos sesenta de los que tanto bebe su fórmula de indie viejuno y folk adaptado a la cultura club.

Si a su evidente voluntad de viajar al pasado sumamos una carrera de nueve álbumes publicados durante quince años de recorrido, pensar en la setlist de una nueva gira debe ser una verdadera odisea de decisiones y descartes. Al final, fieles a su ambición, optaron por la extensión antes que la síntesis, y ofrecieron al público madrileño un total de veinte canciones. Toda una proeza para un concierto de sala. Home Counties, su último álbum publicado este mismo año vía Heavenly Records – que también incluye hasta casi veinte temas – fue, sin posibilidad de alternativa, el protagonista. Es su gira de presentación y por muchas ansias de retraerse a viejos sonidos debe dominar la selección de canciones. Sonó hasta en seis ocasiones, con Whyteleafe (y su inicio casi de organillo tan folk), Magpie Eyes, Take It All In (uno de los momentos más clamados en la pista de baile); brillando con especial intensidad en Out Of My Mind – entre los rompepistas más tempranos –, Dive (el mayor éxito del álbum) y, permítanme la valoración, en una joya sutil como Train Drivers in Eyeliner, en el centro de su primer bis.

Pero los temas verdaderamente laureados fueron los más longevos. Esos que cuando no levantaban las piernas del suelo a todos los presentes, conseguían, por lo menos, sonrisas de tímida nostalgia. Como Kiss And Make Up, que escogieron para presentar el concierto y sintetizó a la perfección las dos facetas de los británicos: la más bailable y la más relajada. De Foxbase Alpha – que pese haberse firmado hace ya quince años sigue pesando como un eclipse de insuperable éxito sobre el resto de la carrear de los británicos – rescataron también dos de sus joyas más reconocidas. La primera, Nothing Can Stop Us, es un himno lúdico y hedonista que sabe contenerse sobre una base muy simple y una voz recogida, para explotar después en su estribillo de mantra imparable. La segunda, por supuesto, Only Love Can Break Your Heart, que llegó como un gran golpe de efecto cuando nadie se la esperaba. Apenas se había superado el ecuador del concierto y el mayor hit “saint-etianno” era lanzado al público como una bomba de baile obligatorio.

Good Humor (1998) hizo su acto de presencia con Lose That Girl. Sylvie o Split Screen. Mientras que Tiger Bay (1994) se llevó la corona dance con dos temas muy queridos entre el público: Hug My Soul y Like A Motorway. Aunque tuvo que compartir su galardón con Words and Music by Saint Etienne (2012) que, hasta la fecha, es el disco más “modernizado” de Saint Etienne. En él, el pop sigue siendo la base, pero hay aires de la electrónica más radiofórmula, incluso algún detalle house o EDM. Tonight, que sonó un par de canciones antes del primer desenlace, lo demostró perfectamente. Y también I’ve Got Your Music. Siguen siendo fórmulas extrañas cuando se colocan dentro de un setlist de los británicos, pero demostraron a la perfección su funcionamiento en el directo con una conexión casi instantánea con el público.

 

Salieron y volvieron. Incluso lo hicieron dos veces. A la segunda estaba claro qué faltaba por sonar. La batería y sintetizadores inconfundibles de He’s On The Phone (Continental) marcaban el final de la velada. La sala Ocho y Medio se reconvertía por momentos. Del Madrid de 2017 a la escena club londinense de los últimos noventa. Dance, dance, y más dance. Una definición de manual de cómo tuvieron que sonar muchas de esas fiestas que la mayoría de los presente recordaba con lágrimas melancólicas. Ahí reside la magia de Saint Etienne. No quieren reinventarse porque, por una parte, el dance noventero todavía no ha muerto (es más, el revival es cada vez más evidente en la escena actual); y por otra, porque modernizarse no es siempre sinónimo de ganar calidad. Su concierto de viejas joyas – y también de las nuevas que no abandonan ese sonido nostálgico – pudo demostrarlo. Contagió a quienes lo vivieron y lo recordaban. También a los que no tuvieron la oportunidad por haber sido demasiado jóvenes. Saint Etienne son la viva esperanza de una década que se escribió en la pista de baile.

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