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Crónica del concierto de Peter Hook & The Light en Madrid (24-11-2017)

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Peter Hook

Redacción: Vitor Blanco

La noche del viernes 24 de noviembre fue una noche de tierna nostalgia. Lágrimas y sonrisas de añoranza resultaron de la visita de Peter Hook y su banda a Madrid en un concierto repleto de joyas del pasado, alguna que otra rareza inesperada en un setlist inmenso, y, en definitiva, un repaso concienzudo por dos de las bandas (en realidad una mutando de cara) que definieron el sonido de los 70 y los 80.

Porque para quienes no lo sepan Peter Hook debutó en el mundo de la música con Joy Division. Sí, la mismísima Joy Division. Y tras la repentina y trágica muerte de Ian Curtis, continuó con el resto de los integrantes en ese proyecto de nombre New Order que sigue dando que hablar aún hoy. Una discusión interna (su enfado con Bernard Summer es ya mundialmente famoso) le llevaría a abandonar la banda y a formar un renovado grupo dedicado a recorrer el globo haciendo justicia del pasado. Y así, entre consideraciones de banda tributo pero con una autenticidad que éstas no consiguen, nace Peter Hook and The Light. Y tras la publicación de dos discos recopilatorios, se lanzan en pleno 2017 a una gira, “Substance”, que parece ideada por y para los fans más acérrimos de aquellos tiempos setenteros y ochenteros.

Fueron – y siguen siendo en otras ciudades europeas – más de dos horas y media de concierto y treinta canciones, si mis cálculos (que entre tanta canción es muy sencillo perderse) no están equivocados. Y estaban organizadas en bloques bien perfilados. La primera hora del concierto estuvo protagonizada exclusivamente por revisiones de New Order, empezando con una de sus mejores canciones: Ceremony. Pasando luego por Everything’s Going Green, y llegando sin mayor contemplación a dos hits absolutos en pleno arranque del show: Temptation (¿soy el único que piensa que es enormemente parecida a Afterlife de Arcade Fire?) y la aclamadísima Blue Monday. No faltaron otras menos conocidas, como Confusion, Thieves Like Us, o una que realmente no me esperaba: Subculture, un tema veloz que explota a la perfección esas bases de electrónica – ya con algunos aires retro – sobre las que se fundamenta la producción de New Order. Recurrieron de nuevo a los éxitos para cerrar este primer bloque, concretamente a Bizarre Love Triangle y True Faith.

Lo cierto es que el ambiente (la sala Mon) de cercanía total con la banda, y la impresión que ellos mismos transmitían, con su formación de grupo rockero o punkarra tradicional, y ese aire de viejas glorias; no encajaban demasiado con los ambientes dance y tecno que, con numerosas aportaciones del synth, configuran la apuesta de New Order. Sí les venían como anillo al dedo los temas de Joy Division, a los que estaba reservado el segundo bloque. Un bloque algo menos duradero por la naturaleza efímera de esos temas post-punk que hizo mundialmente famosa a la banda de Mánchester. Arrancaron con Warsaw, que era el nombre originario de Joy Division, y siguieron con Leaders of Men. Y en seguida entendimos por qué Peter Hook abandonó el New Order de bases electrónicas y se lanzó a rendir tributo a su banda primogénita. Le siguieron Digital y Autosuggestion, para lanzarse inmediatamente al primero de esos grandes temazos reconocibles por tantos: Transmission. Empezaba una oleada de hits que el público, pese a una notable falta de contacto con Peter Hook sobre el escenario, recibía con gritos de entusiasmo y mucha – muchísima – nostalgia. Después de Transmission, She’s Lost Control (el primer tema en sonar de ese disco que se ha convertido ya en mítico y fundamental en la Historia: Unknown Pleasures, 1979), luego Incubation, Dead Souls, Atmosphere, que terminó dedicándola a la memoria de su amigo Ian Curtis; y ya, para hacer estallar a los presentes, se lanzó a esos acordes iniciales de Love Will Tear Us Apart.

Terminaba la segunda parte del concierto, pero Peter Hook and The Light volvían al escenario con un tercer bloque, esta vez con canciones de las dos bandas. De New Order reservaron Murder, Procession y, sobre todo, Age of Consent. Y de Joy Division las que faltaban obligatoriamente: Disorder, Isolation y Shadowplay. Concluían dos horas y media de concierto, el repaso más exhaustivo de la carrera de dos formaciones fundamentales en la definición del punk más tardío y de la electrónica más incipiente. Un show agotador al que le faltó una conexión más cercana con el público, pero que consiguió brillar por el peso de ese legado musical que Peter Hook ha contribuido a crear y sigue manejando con maestría.

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