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Crónica del concierto de Mujeres, Kokoshca y La Plata en Barcelona, Sala Apolo (19-01-2018)

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Mujeres (2016)Redacción: Andrea Genovart

Mujeres han arriesgado y han acertado. No solamente han logrado mantenerse en pie ante el peligro de disolución o de que dejaran de ser lo que era con la marcha de Martí Gallén, segundo guitarra y pieza clave compositiva en la banda; sino que se han superado. Y con creces. Un sentimiento importante (Noviembre 2017, Sonido Muchacho), producido por Sergio Pérez de Svper, ha supuesto el despegue de una nueva etapa para el ahora trío barcelonés: el cuarto álbum contiene todos los temas en castellano, de un sonido más sucio y macarra, con el que se ha ganado el respeto y amor incondicional por sus oyentes fidedignos.

El grupo empezó su gira de presentación de su nuevo LP el pasado viernes en la Sala Apolo de Barcelona, en su casa. Lugar emblemático donde los haya. Este año coincide, además, con la celebración de los 10 años de su formación, que ha superado un remplazo de batería, una baja y una gira internacional cancelada. Una fecha redonda, pues, que debe ser celebrada por todo lo alto y que merece todo el reconocimiento de los que desde sus inicios han sabido que Mujeres eran ese grupo de amigos referente que en sus conciertos montan jaleo. Y haciéndolo bien, que no siempre van de la mano.

Y, cómo no, volvió a ser así. Podríamos decir que lo bueno se hace esperar pero en este caso la espera valió la pena y no se vivió como tal. Y es que antes del directo de la banda, les tocó el turno a La Plata y a Kokoshca, con los que varias veces han compartido escenario. Todo esto mientras hojeabas un fanzine hecho para la ocasión sobre y por la banda. G-R-A-T-I-S, of course. Para quien todavía no conozca a la nueva banda emergente que empieza a acompañar a todos los grupos de sala pequeña, La Plata se trata de un jovencísimo quinteto valenciano de sonido duro que, a veces, recuerda a ese punk rock del que ahora nos dan también la mano Carolina Durante, Camellos o Cuchillo de Fuego. Un grupo que, sin duda, consigue levantar el ánimo allí donde vayan, aunque quizá les queda algo de recorrido para encontrar una fórmula no tan manoseada y algo más sofisticada. No obstante, aún no habiendo publicado su primer LP – del cual ya se ha anunciado nombre, Desorden – está. en boca y escucha de todos aquellos asiduos a la música en directo y la escena nacional más joven y garajera. Aunque se palpaban los nervios del principio - tocar en la Apolo ante tal expectación no es moco de pavo - superin encaminar y enganchar aquellos que todavía no los conocían. Aunque esto último parece ser cuestión de tiempo, dado el ritmo frenético de su crecimiento.

A las 21:15 fue el turno para los navarros. Con una sala ya casi llena – Mujeres era el motivo principal de todos los que estábamos ahí, pero también había ganas de aprovechar la ocasión y disfrutar de semejante combo de cartel -, Kokoshca se puso a todos en el bolsillo en cero coma. Y es que ya tienen una trayectoria considerable, donde se han encargado de hacer buenos himnos que permiten que el público no decaiga, al contrario. Así pues, la formación cumplió con el listón de calle, que ya estaba alto. Pero cabe recordar que jugaban con la ventaja de saberse queridos no solamente por los que estábamos allí sino por la banda anfitriona. Podemos decir, pues, que iban sobreseguros y que con la tranquilidad que su directo iba sobre ruedas, con la imagen de Mi consentido, Yo Nací, No queda nada, La fuerza y No volveré coreados por un público que ha perseguido a estas bandas desde su nacimiento, viéndolas acompañarse en los bolos y crecer. Bandas que, ya por todos estos años de perseverancia y misma identidad, van a caer siempre bien.

Y por fin el turno de Mujeres. Con una una peste a sudor que, antes de haber empezado, se había propagado y llegaba hasta cualquier rincón, y gente empapada de cerveza por el de al lado. Sobra comentar que la sala no tenía que ser levantada. Y no porque se hubiesen encargado de hacerlo en los directos anteriores sino porque, precisamente, el público venía a eso. A ser levantados, a coger a Pol Rodellar cuando éste se tiró incontables veces al público, a hacer pogo aunque quizá tocaba reponer fuerzas ante la canción más lenta – que nunca será suficientemente lenta – del grupo.

Queríamos bailar, chocarnos entre la gente, sudar. Un directo fluido, entregado, inmejorable y mil adjetivos que podrían sonar algo cursis para lo que fue; un directo en qué no se dejaron ningún temón por tocar. Y digo temón porque aunque tocaron todo el último repertorio, éste está lleno de temazos, hecho corroborado por una gran cantidad de gente que apenas tres meses de su lanzamiento se sabía cada una de las canciones de pe a pa. Obviamente, tampoco faltaron los clásicos de Aquellos Ojos o Vivir Sin Ti de un Marathon más que adorado. Como dijeron, “Hemos venido a un concierto de rock de estadio”. Y por supuesto que lo fue, pues si no perdimos 5 kg o media voz, es que no fuimos al mismo concierto. Concierto que necesitamos, sin tregua posible, volver a revivir.

 

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