Redacción: Pablo Aznar
Llevo un par de minutos pensando qué puedo escribir sobre lo que sucedió ayer en el Vicente Calderón. Tal y como comentaba en el anterior artículo sobre Guns ´n´ Roses y su Apetito para la Destrucción, llevaba mucho tiempo esperando este momento, ayer según salía de Pirámides me dí cuenta de que no era el único. Ayer domingo 4 de junio Madrid estaba inundada por camisetas blancas merengues y negras con las pistolas y rosas.
Se notaba que la gente, ya de camino al estadio, tenía ganas de rock. Tenía ganas de hacer historia. Ver en el escenario a una de las bandas que más influenció el Hard Rock de finales de los ochenta y buena parte de los noventa es historia. Verles reunidos encima de un escenario rememorando los grandes clásicos de su discografía...(ejem...Chinese Demoqué?...ejem)...es historia.
A eso de las ocho de la tarde la gente ya se empezaba a poner nerviosa. Mucha, mucha policía, camiones, una seguridad brutal. Apenas se podía caminar por los aledaños del recinto, entre la marea negra de camisetas y una m-30 semicortada. Se notaban las ganas que había en el Calderón de ver probablemente su último "gran concierto". Las alegrías que nos has dado, Vicente.
Una vez dentro, comenzó a calentar el ambiente uno de los artistas invitados de mayor lujo que puede haber hoy en día: Mark Lanegan. El ex-Screaming Trees hizo bien su labor de apertura, pese a que me hubiese gustado poder disfrutar de ambos conciertos por separado. Se me hizo raro que compartiesen escenario (dicho está que lo prefiero antes que ver, como sucedió hace unos años, a Leiva abriendo para los Rolling Stones).
A ello, Mark Lanegan y su banda fue un aviso para la tormenta posterior que inevitablemente iba a llegar. Quizás algo más frío de lo que esperábamos (normal, teniendo en cuenta que la luz del día estaba presente y la gente impaciente por terminar de entrar). El Calderón se fue llenando poco a poco al son de la voz grave y fascinante del exlíder de los "árboles gritones".
Gran músico, buena actuación, pero la gente venía a ver a Axl Rose, Slash, Duff McKagan y cia (muy a mi pesar en este "cia" no se pudo incluir ni a Izzy Stradlin ni a Steven Adler).
Entonces llegó la hecatombe: Sonó la intro de los Looney Tunes que pronto se hundió bajo el griterío de emoción de los miles de asistentes, y la banda se lanzó al escenario para interpretar It´s So Easy.
Echábamos de menos al Axl tirillas, en eso estamos todos de acuerdo. Al Axl tirillas y sin parecerse a Belén Esteban cada vez que decidía quitarse las gafas de sol. Duff McKagan estaba igual, como si los años no hubiesen pasado por él, y del Slash no podemos decir nada porque como siempre va escondido debajo de ese pelo de perro de aguas, quién sabe.
Interpretaron todos los temazos, y fueron quemando cartuchos ya desde el principio del show. Después vino Mr. Brownstone, Chinese Democracy, y un Welcome to the Jungle que terminó de calentar al público. Saltos, gemidos, y mucha, mucha mala leche. Quizás menos creíble que en el ´87, pero oye, quién se va a quejar.
El nivel descendió poco a poco mientras se recordaban Double Takin Jive, Better, y Estranged, y sólo pudo resurgir tras los cañonazos (sonoros pero no visuales) del Live and Let Die de los Wings. No fue (ni de lejos) la actuación que hizo Paul McCartney un año y un día antes que los Guns, pero de nuevo, quién se va a quejar. Ayudó a la gente a entrar de nuevo en el espíritu del show, y recordarles que estaban viendo a los fucking Guns ´n´ Roses.
Volvieron al apetito con Rocket Queen y You Could Be Mine, y justo cuando Axl estaba ya más ahogado que un Bulldog salió Duff a su rescate para interpretar una versión de los Misfits. Attitude sonó bien, fue una sorpresa, pero no fue creíble viniendo de unos Guns regordetes. El This I Love posterior, fue un teloneo a otro gran hit de la noche: Civil War.
La gente si que entonó el estribillo de este mítico temazo, incluso hubo gente que se atrevió con los silbidos "confederados". Fue un golpe de luz que precedió a una oscuridad inabarcable. A un vacío, a un homenaje que puso la piel de gallina a tantos espectadores. Comenzaron las primeras notas y la gente sólo pudo chillar, y clamar al cielo. Black Hole Sun, interpretada como homenaje al recién fallecido Chris Cornell. Sin palabras, la verdad es que fue un lujazo presenciar ese momento. Alx no era Chris, pero ganas le echó.
Después del mítico solaco de guitarra de Slash, con la oda al Padrino incluida vino Sweet Child O Mine, coreada por tanta gente que apenas se oía a Axl. El solaco de guitarra puso a más de uno de pie, y así se quedaron tras el Out Ta Get Met chillado y el Wish You Were Here (sí...) a dos guitarras únicamente.
Finalizó con un guiño al Layla de Eric Clapton y después vino Novermber Rain, quizás la que mejor sonó de la noche. Más de uno nos preguntamos cómo puede tocar Axl el piano con esos anillacos entre los dedos. Bueno, la cosa es que la tocaron, y tras ella vino un Knocking On Heavens Door coreado por el Calderón entero, que tras tanta balada supo recargar pilas con Nightrain.
Volvimos con el encore con otra tranquila, Don´t Cry, que cerró el broche con The Seeker (más versiones, ésta vez de los Who), Patience y la eterna, Paradise City para concluir. Canciones de estadio para grupos de estadio.
El show de anoche en el Vicente Calderón nos dejó con dos conclusiones: Que Guns ´n´ Roses nació a lo grande y son ya parte de la historia, y que el tiempo, desgraciadamente, pasa para todos igual.