Redacción: Fran González
El 2021 nos dejó una oleada de discos nacionales tan vasta que costó enormemente abarcarlos en una misma lista. Aún así, muchos medios año tras año nos empeñamos en dejar constancia de la difícil tarea que reside en el propósito de englobar esos esfuerzos profesionales en un mismo saco a través de las listas de mejores discos del año, generando en ocasiones imperdonables olvidos. Nunca es tarde para emitir un mea culpa, y es que el hecho de no haber visto incluido el álbum homónimo de Javi Cosmen en apenas ninguna lista de lo mejor del pasado año es motivo para agachar la cabeza. ¿Cómo se nos ha podido pasar por alto un disco de semejante envergadura?
De las cenizas de unos Cosmen Adelaida, sumidos en un pertinente hiato, pudimos degustar ese mismo año uno de los discos que más nos volaron la cabeza, protagonizado por su ex-baterista Elisa Pérez, más conocida como Caliza. Paralelamente a ello también se estaba gestando desde hacía ya meses el salto a la palestra en solitario de su ex-vocalista y líder Javier Egea Llorente, quien confiaría en el mismo sello que vio nacer su proyecto pretérito para darle forma definitiva a su debut con nombre propio: “Cosmen” (El Genio Equivocado, 2021).
Celebramos con gusto no solo habernos topado con una colección de recursos muy familiares a los que ya nos tenía acostumbrados en su proyecto conjunto, sino también el poder percibir cómo el tiempo transcurrido ha aportado un notorio poso de calidad a las composiciones y a las sentidas letras a las que ahora pone voz el cantante de Alcobendas. Apostando por la honestidad emocional (una piedra de toque por fortuna más que usual en la construcción narrativa del imaginario musical durante el pasado año), sentimos como nada de lo que este “Cosmen” esconde tras de sí es casual, ni siquiera esa genial y ácida portada (obra de Edu Ruinas), repleta de significado y puntería, y con la que todos los presentes podemos sentirnos ampliamente identificados.
Es en ese reconocible juego de luces y sombras y a partir de ambivalentes tonos que combinan guitarras distorsionadas, ensoñadores ecos de sintetizador, punteos etéreos, o líneas de bajo pesadas, donde vemos la mejor cara de un artista capaz de alumbrar melodías instantáneamente deliciosas y contagiosas sobre las que sumergirnos sin concesiones. Es por ello que con tan solo destapar la puerta de entrada al álbum, que es ese ‘Sintagma’ en clave de post-punk, sentimos cómo de forma automática formamos parte de un paisaje agridulce en el que se sientan las bases de una declaración de intenciones forjada a partir de versos como “no sé cómo empezar, quizás si tú no estás, vuelva a imaginar.” Con un clima no exento de cierta introspección lúgubre continuamos desflorando las hojas repletas de sinceridad amarga que este LP contiene, pues es en versos como “no voy a salir más hasta que vengan a buscarme, no pienso volver a hablar si no tienen qué preguntar” (‘Fontana’) donde podemos ver la cara más liberada del artista madrileño, entregado a conciencia en este pasaje de libertad creativa y sensibilidad expresa.
Poco tardamos en toparnos con uno de los platos fuertes que tiene este debut en solitario, y es que a pesar de ello, Egea ha nutrido su trabajo con puntuales compañías de lo más acertadas que además han cumplido nuestras expectativas con notables resultados. Así es como acabamos topándonos con una magistral colaboración junto a David Rodríguez de La Estrella de David, que hace de esa ‘¿Dónde estás, Carmen Sandiego?’ una de las piezas más luminosas del disco; también circula por ahí otro amigo estrellado, en este caso el constante y regular Lucas Bolaño, aka Estrella Fugaz, quien se encarga de devolverle al álbum ese registro oscuro que éste encierra en su totalidad (‘Teatro’); mención especial merece la siempre agradecida participación de Marina Gómez Carruthers (Klaus & Kinski), que cual reina Midas vuelve a convertir en oro una inmejorable intervención en ‘Probando’, probablemente el tema más agitado y bailable que encontraremos en este “Cosmen”.
De las mil maneras que existen de abrazar un pasado angosto para entender un confuso presente, Javi Cosmen opta por esta colección de doce impecables pistas en las que la luz y la oscuridad maridan con la asombrosa facilidad que solo un curtido artesano de la escena underground madrileña sabe generar. Un pistoletazo de salida sin tacha ni mácula para una carrera ávida de seguir dándonos mucho material con el que conmovernos y ayudarnos a ahuyentar nuestros fantasmas