Redacción: Marcos González
No era la primera vez que nos visitaban, de hecho, en octubre del año pasado telonearon en el Wizink de Madrid nada más y nada menos que a The Black Crowes. Hablamos de la banda neerlandesa DeWolff, que en esta ocasión se han acercado a nuestro país con motivo de la presentación de su nuevo y sorprendente álbum Love, Death & In Between. Un disco grabado en directo en el que incluyeron percusiones, sección de metales y coristas.
Un clamor entre los asistentes fue la elección del recinto elegido para la celebración del concierto, la Sala Mon. Cierto es que la sonoridad durante todo el concierto alcanzó un gran nivel, pero el espacio se queda pequeño a un grupo que ya juega en otras ligas. De hecho, ha colgado el cartel de no hay billetes en cuatro de las 5 ciudades por las que pasará en nuestro país.
Puntuales comienzan los también neerlandeses The Grand East. Y si se trataba de calentar la sala para el grupo principal, cumplieron a base de guitarrazos y del show de su cantante, que incluso abrió al público en dos, como si de Moisés se tratará, para darse unas buenas carreras por la pista. Un grupo al que habrá que seguir de cerca.
Con la sala a reventar, los hermanos Luka y Pablo Van de Poel, junto al teclista Robin Piso, comienzan a guiarnos hacia el más absoluto éxtasis. La tensión arde bajo la superficie de la sala a ritmo de riffs imposibles, compases de batería que te hacen mover el pie cada segundo y unos teclados que unen todo de la manera más hermosa que puedes imaginar, creando un viaje lleno de psicodelia y en el que, por momentos, si cierras los ojos (permítanme decir que yo lo hice), te puede hacer viajar hasta los viejos anhelos del Rock & Roll allá por los setenta.
Por supuesto, sonaron canciones como Night Train o Heart Stopping Kinda Show de su nuevo álbum, pero no dejaron de sonar algunos de sus clásicos a lo largo de la hora y media en la que sucumbimos a la banda. Un show en el que los tres músicos brillaron de manera propia y en el que por momentos Pablo Van de Poel parecía un reverendo dirigiéndose a nosotros, sus fieles.
El huracán DeWolff pasó por Madrid y dejando de lado esa frase de que el Rock & Roll ha muerto. El rock sigue vivo y se esconde en Países Bajos, pero su aullido se escucha tan fuerte que dará igual donde estés.