Redacción: Blanca Gemma
Tras la primera noche de Tomavistas Extra, con Maika Makovski y Rufus T. Firefly, esta versión Extra colocaba su segundo día en lo más alto con los directos contundentes y enérgicos de Chaqueta de Chándal y León Benavente.
Para el público desentrenado, los Chaqueta de Chándal abrían con una muy buena lección de su ‘Gimnasia Menor’, que hizo sudar a lo grande a banda y público en el constante éxtasis y esplendor de los barceloneses. Rock ferviente, peleón, que nos mantuvo apretando con fuerza el trasero a los asientos, impidiendo alzarnos en pleno pogo con temas como su recién publicado “La Insoportable Levedad del Ser Rico”.
Matices ruidosos entre melodías impetuosas y letras correctamente incorrectas que bailotean entre el sarcasmo, jocosas, y cierto criticismo y denuncia social, para bofetearnos en la cara descaradamente hasta hacernos tambalear. Una primera vez para muchos que sin duda, nos hace imposible olvidar a esta agrupación catalana. Sus títulos lo dicen todo… desde el postureo conviviente en su escena musical con “A Moderno Resabiado No Le Mires el Dentado” hasta su “Artículo Primero”, afilada crítica a la política, bancos y clases altas que conforman la “Españita” más caducada, como ellos mismos dicen en sus líneas. Definitivamente, unos “chandaleros” que podrían recordarnos a compañeros más punk como Nave Nodriza o Cuchillo de Fuego en su versión más garagera. Un directo que elevó las expectativas y dejó candentes los palcos para la llegada de León Benavente, finalmente una performance musical altamente recomendable si por el momento eres capaz de contenerte sobre tu asiento y no volar con cada uno de sus temas.
A pocos segundos de la salida de León Benavente, la tensión era más que creciente. Abraham Boba y los suyos no regresaban a la capital madrileña desde su avistamiento por La Riviera de noviembre de 2019, algo realmente muy marciano para público y banda. Pero esta vez aterrizaban, y lo hacían con toda la fuerza y energía posible, descargando su garra sobre los presentes. Un aforo hasta los topes aplaudía y silbaba en el momento en que comenzaron a desplegar sus temas. “Cuatro monos”, “Amo” (en esta ocasión sin Eva Amaral) y “Como la piedra que flota” fueron los primeros, que se fundieron en un setlist junto a los clásicos “Tipo D” y “Aún no ha salido el sol”, hits que el vocalista permitió completar por momentos a sus acólitos, que gritaban estrofas y estribillos en total comunión.
Y entre la euforia generalizada, se colaba también un homenaje a Rafael Berrio, que por momentos nos encogía el pecho. Qué manera de recitar, qué sentido aumentado y pasional aportaba Abraham a aquellas palabras que escuchamos brotar del “Niño Futuro”, que acompañaron con una melodía post-rock llena de capas y complejidad. Tras los ocho impactantes minutos que completaron este viaje, ponían el colofón a la noche la inmensa “Gloria”, que alcanzamos ya en puro éxtasis y que bien supieron hilar, estos ya grandes maestros, con la electricidad de “Ayer salí” y el gran final de “Ser Brigada”, que inevitablemente transformó al público en completa comunión festejando así la música de la banda. Unos León Benavente que regresan, con más ganas que nunca, con más fuerza que nunca, apoteósicos y en la mejor forma posible.