Como os decíamos hace una semana, hace ya casi dos años desde que Cala Vento sacaba a la luz su segundo disco, Fruto Panorama. Probablemente uno de los mejores discos, del 2017 y el largo que terminó de consagrar al dúo catalán formador por Joan y Aleix.
Hace justo un año, llenaron la Sala El Sol una noche, y prueba de que el ascenso es real y que cada vez cuentan con más adeptos es que en este 2018 han conseguido llenar durante dos noches consecutivas la mítica sala madrileña.
Tras un calentamiento más que conseguido por parte de Vulk, aparecían en escena unos Cala Vento radiantes y con una sonrisa de oreja a oreja; y no era para menos dada la gran ovación con la que el público que más tarde se vería inmerso en un mundo onírico entre pogo y pogo les recibía. El concierto fue increíble, y no estoy cayendo en lo típico de mitificar a un grupo y su directo con tal de agradarles. La interpretación al completo de Fruto Panorama acompañado de otros temas de la banda, teniendo por medio problemas con la pedalera de Aleix que “no le estaba dejando disfrutar todo lo que debería”, supuso una lección magistral de lo que es la música de verdad en tiempos en los que el continente parece importar más que el contenido. Este acto de parar para arreglar y buscar el problema es una gran muestra de honestidad por parte del músico, porque el público no suele darse cuenta de estos pequeños desajustes. Pero por fin solucionado del todo pudimos corear eso de “Hoy los pájaros del parque se han puesto a cantar Planetas, La Copa de Europa. Y he vuelto a pensar en ellas…”. Y es que definitivamente el sábado fue un gran día.
Como es habitual en sus conciertos, no hubo bises, porque dar tiempo al público para respirar no tendría sentido. Esperemos que no tarde en llegar su tercer LP, o si tarda, que al menos no desaparezcan durante mucho tiempo de las salas. Porque la escena musical española necesita a Cala Vento, bandas cañeras y con letras directas. Porque como ellos mismos dicen: “basta ya de poesía.”. Hasta pronto.