Crónica: Boogarins en Madrid, sala 0 [14-11-2018]

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19 noviembre, 2018
Redacción: dod Magazine

Boogarins (2018)

Crónica: Felipe Martínez

Depurando el sonido pop del Brasil de los años 60 y añadiéndole capas de reverb y delay, Boogarins son ahora mismo unos de los mayores estandartes de la Tropicália. El pasado miércoles se personaron en la Sala 0 de los Cines del Palacio de la Prensa de la mano de Giradiscos y ofrecieron una actuación portentosa, aunque lamentablemente demasiado corta.

Después de plantarse ante el nuevo gobierno de su país y anunciar que su nuevo álbum no verá la luz hasta que no cambie la situación, vinieron con una edición expandida de su último trabajo, Lá Vem a Morte, y con un proyecto realizado en el MIL Festival de Lisboa que incluye varias composiciones nuevas. Sin más trampa ni cartón que un batería, dos guitarras y un bajo que se alternaba con un sintetizador, saltaban de melódicos temas como Foimal a largos pasajes ácidos para volver a empezar casi sin descanso. Sonaron psicodélicos, sí, pero mucho menos tropicales de lo que esperábamos.

Poco descanso también para ellos, quienes tras acabar su extensa gira europea en Barcelona han viajado de vuelta a Brasil, no sin antes prometernos que estarán de vuelta por aquí el próximo verano. Tal vez hayan cambiado de opinión con respecto a lo de editar nuevo material.

Son capaces de estirar a su antojo su sonido y sus canciones. Encogerlas y alargarlas a placer para crear un efecto onírico entre el público. A veces capitaneados por un sintetizador que dispone texturas como si fuese un espacio en blanco sobre el que crear a su antojo, otras sobre una línea de bajo constante, se expanden en todas las direcciones que deseen. Desde el comienzo dulce de Mario de Andrade hasta llevar al extremo el puente que la convierte en Selvagem o comenzar en falso tantas veces Falsa Folha de Rosto que se cree un bucle casi infinito, tienen recursos más que suficientes para desenvolverse sobre el escenario.

No solo hubo contraste en el sonido, sino también sobre el escenario. La extrema seriedad de Hans Castro en la batería chocaba con la sonrisa permanente de Dinho Almeida. El primero no cambió el gesto hasta que no pudo evitar sonreír al final, fruto del trabajo bien hecho. Por otro lado, el segundo se divertía constantemente jugando con la guitarra o con el reverb de su micrófono, soltando de vez en cuando un gracioso grito agudo.

Después de esta extensa gira han regresado de vuelta a Goiânia. Habrá que estar atentos para ver sus próximos movimientos.

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