Redacción: Ainara Medina | Fotos: Oscar L. Tejada
La segunda jornada del Bilbao BBK Live empezaba por todo lo alto, en especial, en lo que se refiere al termómetro. Las altas temperaturas desafiaron la resistencia sólida del propio cemento en el camino de subida hacia el recinto. Un calor asfixiante que acompañó a los asistentes hasta bien entrada la noche, pero que no impidió que La Plazuela se diera un baño (chiste fácil) de masas en su concierto. La valentía de aquellas personas que se situaron en primera fila durante todo el bolo fue casi tan memorable como el repaso que los granadinos hicieron de su último y espectacular disco, ‘Roneo Funk Club’. Si alguien se quedó sin verlos, que encuentre la manera de no volver a hacerlo porque no lo defraudará.
Duki mientras tanto estaba en el escenario Nagusia vestido con un conjunto de Versace y presentándose a sí mismo: “Hola, para los que no me conocen, soy Duki, un rapero argentino”. Le sobraban, sin embargo, las introducciones porque no se veía un solo centímetro de tierra en los alrededores del escenario. El argentino engrasó la maquinaria del Bilbao BBK Live a base de barras rápidas y directas como en ‘hARAkiRi’, sacando al festival de su zona de confort y puede que de paso haciendo cambiar de opinión a todos esos indies ortodoxos que, aunque digan “que no, que no, que no, es que simplemente no le encuentro la gracia”, están más afectados por los prejuicios, que por la calidad de la música. ¿Que la organización de un festival de este calibre y con su trayectoria dentro de la música alternativa haya contado con artistas urbanos no demuestra acaso que la música urbana es el nuevo indie? Habéis leído bien, ya podéis devolver los ojos a sus respectivas cuencas.
Por otro lado, todas esas pobres almas en pena que buscaban algún refugio para resguardarse del incesante sol acudieron a la zona de Basoa y Lasai. En esta última, abría el set un extraordinario Senda Fatal, periodista de Radio 3 y DJ, que durante más de dos horas consiguió mantener el groove adecuado, ese tipo de groove que te hace mirar a los que están a tu alrededor asintiendo sin parar porque vosotros sabéis de qué va la cosa. La mezcla entre soul y funk con la electrónica más lúcida hizo de Lasai el sitio perfecto para esperar a que se hiciera de noche con vistas hacia la ciudad desde lo alto de Kobetamendi. De hecho, La Plazuela al completo se presentó entre el público para apoyar y animar a Rodrigo Suárez, nombre real del artista. Después de cerrar el set, el DJ, ya fuera de las mesas de mezclas, no pudo evitarlo y rompió a llorar mientras abrazaba a algunas de las personas que escucharon toda la sesión y que solo tenían elogios para él. Si alguien necesita algún aliciente más para ponerse los auriculares y dejarse llevar por alguno de su mix de SoundCloud, tiene un volumen de sesiones llamado #MIXLOVESEXTAPE con instrucciones exactas e inequívocas para, bueno, moverse con ritmo (siempre es bueno tener planes todavía por hacer para cuando acabe el Bilbao BBK Live).
Tras la apertura a lo grande de Duki, tomaba el relevo Pavement en la que probablemente haya sido la jornada más nostálgica. Este retorno a los 90 de la mano de los más veteranos del rock alternativo ha sido un tanto flojo parecido a un coche que renquea para poder salir del barro, pero desinflando las ruedas por el camino. El concierto de los californianos era para aquellas personas que conocían su historia, que estaban familiarizados con ellos y que tenían algún tipo de vínculo emocional con la banda, de lo contrario, el directo que ofrecieron llevaba al público a abandonar el sitio un tanto defraudados por lo descafeinado del sonido. La formación liderada por Stephen Malkmus realizó un recorrido por todos aquellos éxitos que los hicieron brillar en su momento como ‘Grounded’, ‘In the mouth a desert’ o ‘Silence Kid’ y que fueron ovacionados por los fans. Remataron con ‘Spit on a stranger’, ‘Tape slowly’ y ‘Range life’ para dejar paso a otro de esos grupos legendarios dentro del panorama rock-indie, Phoenix que tocaron en el escenario San Miguel.
Con unos visuales plagados de referencias a la cultura clásica europea, los franceses estallaron, y nunca mejor dicho, con un sonido increíble que hizo saltar desde el principio a todos los que estaban allí. Repleto hasta los topes, el sitio vibraba al son de ‘Lizstomania’ con la que abrieron un concierto que, ahora sí, no dejó indiferente ni a los antiguos, ni a los nuevos fans. Sonaron canciones de su último álbum como ‘Alpha Zulu’, pero también las conocidísimas ‘Tonight’ o ‘After Midnight’. Cabe destacar los visuals con los que los franceses regalaron a su público un espectáculo redondo, en especial, en ‘Love like a sunset Part. I’ y ‘Part II’ con las que, primero, fueron escupidos al espacio exterior y, después, hacia el mismísimo núcleo celular que componen los tejidos musculares. Tras acabar por todo lo alto, Thomas Mars bajó del escenario provocando un caótico remolino de gente, vasos por los suelos, gritos y flashes buscando capturar, por efímero que fuera, el momento exacto en el que un artista de ese nivel quiso fundirse con el público deliberadamente. Y el público respondió alzándolo hacia la noche, sosteniéndolo y luego acunándolo como si de un recién nacido se tratara de vuelta al escenario.
Al igual que el día anterior, lo que quedaba de noche lo protagonizó la electrónica. Los franceses The Blaze desplegaron toda su potencia musical en el escenario Nagusia, recogiendo así el testigo a The Chemical Brothers. Siguiendo al pie de la letra las declaraciones ofrecidas por un absoluto fan del dúo que aseguraba encontrarse perfectamente (pero cuyo equilibrio parecía ir al compás de la órbita de gravitación de la luna) y que nadie debería perderse el susodicho concierto porque iba a ser lo mejor del festival, The Blaze es “la música que me pongo cuando no quiero escuchar música”. Algo de razón tiene. La densidad atmosférica que transmitieron en cada una de sus canciones, junto con la niebla que se formó a esa hora en todo Kobetamendi, impregnaron su música de algo casi irreal. Es un sonido perfecto para entrar en estado de meditación o trance y dejarse fluir con el resto. Les siguió Jamie XX, de nuevo, en San Miguel con una sesión pontentísima llena de graves propios del techno más berlinés y que competía con la electrónica más punki de La Élite en Beefeater. Los catalanes reventaron la carpa del lugar llenándola de gente tanto fuera, como dentro. Un espectáculo, como todos los que dan, lleno de ironía, macarrismo y muchísimo desfase en el que no faltó el nuevo tema que han publicado junto con Hofe, ‘Vampireando’. Al final del bolo tiraron discos al público y repartieron pegatinas que la propia gente les había lanzado al escenario. No hay mejor forma de acabar el segundo día del Bilbao BBK Live que con un grupo regalando música y haciendo lo que les da la absoluta gana sin importar el lugar o quién les ha contratado.