Salvo un par de excepciones, la jornada de ayer fue, sin duda, la más anodina de la décima edición del Bilbao BBK Live.
La cosa comenzó de cara con un tiempo espléndido, que por supuesto hoy no se asomará por Kobetas, y un divertidísimo show por parte de Azealia Banks donde no quedó otra que mover el 'cucu'. Eso, o quedarte quieto como un bicho-palo incapaz de mover un milímetro del cuerpo, pero que disfruta del solo hecho de escuchar buena música. Muchos somos incapaces de bailar, así que escogimos la segunda opción.
La señorita Banks es un talento capaz de llenar con su sola presencia un escenario tan grande como el de ayer. Aunque es verdad que nos hubiera gustado ver a Azealia acompañada de toda una banda, en el concierto de ayer nos tuvimos que conformar con ver a la artista norteamericana con el único acompañamiento del de un DJ y un par de bailarines. Por otro lado, fue suficiente para arengar a la masa con una buena dosis del rap incluido en temas de Broke With Expensive Taste, alguna palabrita en español y una buena traca de bases capaz de levantar con sus bajos un par de centímetros la tierra de Kobetas. Sonaron Ice Princess, 212 o No problems, entre otras.
Nuestra siguiente apuesta del día fue la de Grises, una banda que se merece más tanto por la gente que reúne en cada uno de sus conciertos, como por el directo que ofrecen.
Con la explanada del Red Bull Tour Bus hasta los topes, los vascos se dejaron la piel en esos tres metros cuadrados que tiene el autobús de la conocida marca de bebida. Está bien claro que, gracias a su energético pop-electrónico y unas luminosas bases de sintetizadores, son capaces de armar una buena fiesta allí donde quiera que van.
Ya de vuelta a los escenarios principales, pudimos disfrutar de uno de los WTF del día cuándo en el stand de una conocida marca de patatas fritas vimos que pinchaban reggaeton y pachanga de la buena, mientras un buen número de amigos intentaban imitar al frontman de Future Islands con algún que otro paso más atrevido de la cuenta. ¡Ay!
Si en la jornada del viernes fueron Counting Crows los que nos hicieron mirar al pasado, The Jesus and Mary Chain protagonizaron el momento revival del viernes con la ejecución de Psychocandy, su primer álbum de estudio, 'de pe a pa'.
Los escoceses hicieron la delicia de sus seguidores más acérrimos, aunque en general el público estaba más a por uvas y bailando en varios stands situados entre ambos escenarios principales. Sonaron genial, pero oye...creemos que el 70% de los asistentes no habían nacido todavía cuándo los hermanos Reid perpetraron Psychocandy, allá por 1985.
Los que sonaron perfectos fueron Alt-J. Y eso que es una apuesta tirando a arriesgada para la hora en que tocaron, teniendo en cuenta que, en ocasiones, se escuchaba mas a la masa de gente que rodeaba los laterales del escenario Heineken y que no estaban por la labor de paladear una delicatessen como es la apuesta de la banda británica. Requiere cierta concentración y paciencia...y puede que sea pedir demasiado.
Si nos hubiese dado por guardar todas las capas que Ramón García ha utilizado en las últimas decadas para celebrar la nochevieja, creo que aún así no nos daría para hacer una canción de Alt-J. Los complicados temas de Alt-J, con unas estructuras sónicas fuera de lo común, volvieron a sonar tan bien como lo hicieron en la última edición del Primavera Sound. Se convirtieron en el mejor concierto del día (noche) y también del festival (a día de hoy).
Nos fliparon con el aclamado Breezeblocks, Left Hand Free, Hunger of the pine y el 'coro de voces blancas' de Interlude (The Ripe & Ruin).
Hoy, la jornada grande.
