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Crónica: Art Ensemble of Chicago en JazzMadrid 2018

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Art Ensemble of ChicagoRedacción: Felipe Martínez

Con unas breves palabras previas a la actuación, se recordó una de las cosas más importantes del Festival Internacional de Jazz de Madrid: el mayor promotor es el Ayuntamiento de Madrid. JAZZMADRID es de todos y para todos. Son buenas las iniciativas como poder acceder de forma gratuita con el Joven Bono Cultural (JOBO). Después de la breve presentación, Art Ensemble of Chicago hicieron su aparición sobre el escenario. El auditorio del centro cultural se deshizo en aplausos, la mayoría de esos aplausos de gente que apenas sobrepasaba los veinte años, algo a priori sorprendente. Parece que desde la organización están tocando las teclas adecuadas.

Se tomaron unos momentos de silencio mirando al frente como estatuas, ¿una especie de rezo tal vez? Es de sobra conocida su fuerte vertiente espiritual, aunque tal vez solo fuera un pequeño ritual al que acostumbran como banda. Con un Roscoe Mitchell que roza los ochenta años como único miembro original de la formación, comenzaron a hacer sonar sus instrumentos recordando por qué su nombre está con los más grandes del free jazz. Junto al esperado protagonismo de Mitchell y del baterista Don Moye se coló el del percusionista Dudù Kouaté, capaz de manejar infinitos y extraños instrumentos: puede desde hacer sonar lo que parecía un churro de piscina hasta trasvasar agua entre recipientes para simular una cascada.

Creando tensión y ruido con sus respectivos instrumentos, se hizo un silencio sepulcral cuando Mitchell se puso en pie y se llevó su saxo a la boca para ofrecer un solo portentoso, aunque prematuramente debilitado. Pocos fueron los momentos en los que pudo estar completamente de pie, aunque la impresión fue que eran menos de los que le gustaría. Aun así, se llevó la primera ovación de la noche. Fue entonces cuando Kouaté se enfundó un sombrero para realizar un discurso en italiano antes de escorarse junto a Moye en las congas para realizar un intenso solo. A partir de ahí todos tuvieron su turno para brillar, especialmente Hugh Ragin con su trompeta, quien parece entenderse a la perfección con Mitchell, ya que no dejaron de intercambiar palabras durante la actuación. Todos tuvieron su turno para brillar, sí, pero la forma en que lo hicieron dejó la sensación de que fue algo más formal que musical, como si fuera una pauta marcada demasiado rígida.

Trascurrida una hora de concierto, antes de presentar a los miembros y retirarse para volver en un muy breve encore, dejaron caer Mama Wants You, de su icónico Coming Home Jamaica de 1998. Fue un regalo poder verlos en lo que dicen que se atisba como su última gira después de cincuenta años sobre los escenarios.

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