Redacción: Andrea Genovart
Que Allah-Las toque un martes de octubre debe ser casualidad, pero la verdad que el contexto espaciotemporal de dicha cita también permite leer en clave metafórica lo que supone la banda y, sobre todo, desde el nuevo lanzamiento hace apenas dos semanas. O al menos lo que fue la cita de ayer 22 de octubre en la Sala Apolo de Barcelona - más vale concretar, que luego salen aquellos que los han visto hace no sé cuántas décadas en un escenario chiquitito de un festival en medio de un valle a las cinco de la tarde, hecho que les permite apreciar aquello que pasamos por alto. Mientras llovía en la calle a mares, la banda californiana ofreció un concierto de hora y pico relajado, pacífico y amigable. Sin extremos ni excentricidades sino manteniéndose en una estabilidad correctamente distendida.
Puntuales, la banda salió al escenario a eso de las 21.45 siendo tan escuetos con el público como lo fueron al largo de todo el concierto. Con una sala casi llena pero sin la actitud desesperada de fanáticos que mantienen el cuerpo rígido yb en tensión en un mood pasivo agresivo, el concierto fue sucediéndose con un set que encajaba con el ligero movimiento ladeado de todos los que estábamos allí. Tell Me (Whats On Your Mind) no se hizo mucho esperar, aunque por ser uno de los clásicos fue introducida con un gran preámbulo instrumental; no faltaron tampoco Fish On The Sand, Catalina, In The Air o Polar Onion.
Las nuevas canciones tampoco faltaron, y probablemente eso explica algún que otro momento de bajada en el concierto. LAHS fue lanzado hace poco más de diez días y, aunque como los otros discos de la banda se trata de un repertorio fino y madurado, quizá peca por ser un pelín más aburrido que sus publicaciones anteriores. Eso, quizá, es lo que pudimos ver ayer: Allah - Las se está convirtiendo en una banda de gente mayor. Y eso no es malo, pero quién haya ido a conciertos de la banda hace unos años probablemente verá que la diferencia es palpable. Un silencio durante la más de hora de directo que solamente se rompía con los aplausos del público, que denotaban euforia y la conciencia de que tenían esos instantes para hacerles llegar a la banda su agrado sobre cómo estaban llevándolo a cabo. No obstante, el ambiente era recogido, con juegos de luces que contrarrestaban cualquier ambiente excesivamente relajado. Cabe decir como la recta final hizo mella y todo empezó a tener un tono más eufórico; hasta tuvimos el regalo y la generosidad de recibir 2 bises donde tocaron Catamaran que, francamente, era todo un gesto de espontaneidad que iba contra la lógica de la hora anterior. Así acababa el martes noche, que no era de una forma muy dispar a como comenzó: con una reivindicación de vivir la música en directo desde una escucha calmada sin esperar nada pretencioso que pudiese desvirtuar esa oda a la sencillez.