Entre el desapego profesional y la compartida tendencia a reconectar con sus seres queridos, el artista neozelandés Ruban Nielson encontró, paradójicamente, el lugar idóneo en el que entretejer su quinto álbum de estudio como Unknown Mortal Orchestra, titulado sin ambages ni secretos como V (Jagjaguwar, 2023). Un doble LP de catorce pistas marcadas por un latente sentimiento familiar que rezuma melancolía, afecto y unas remarcables intenciones de mostrar, más que nunca, su lado más íntimo y personal.
Pero antes de entrar en las intrahistorias que la narrativa de su último trabajo presenta, es de recibo incidir en la calidad productiva que Nielson le ha insuflado a su sonido en lo que respecta a anteriores proyectos, pues aún predominando ese linaje de cadencias sincopadas y ritmos minimalistas y caseros, el neozelandés también demuestra haber dado con la manera de formalizar un proyecto rico en cuanto a contrastes. Buena prueba de ello será ese chispazo de jazz contemporáneo puramente instrumental titulado The Window en el que vemos al neozelandés encontrando su mejor sonido y convenciéndonos de que este LP no solo se limita a ser un mero recopilatorio de su abc artístico, a base de guitarras tratadas, percusiones rotas y voces roncas. Sin embargo, esa marca de la casa estará presente, tal y como observamos en cortes como That Life (donde con muy poco el alma máter de Unknown Mortal Orchestra consigue armar un hit en toda regla, de esos que entran de pleno a formar parte de su repertorio estrella) o Meshuggah (una robótica deconstrucción de su funk más radiante, donde comenzamos a apreciar que el cambio de la lluviosa y gris Portland por las soleadas orillas de Palm Springs empieza a tener su efecto).
Y es que, esta mudanza post-pandémica, precedida de un particular viaje a Hawái en el que pudo reconectar con las raíces polinesias de sus ancestros, es la madera con la que Nielson prende los tramos más entrañables y privados del disco, mostrándonos referencias explícitas a sus orígenes e inspirándose en su madre como musa directa (I Killed Captain Cook) o directamente citando puntos geográficos de su entorno más cercano (Keaukaha). Un caldo de cultivo de lo más propicio para darnos a probar las mieles de su cara más emocional, gracias a la cual nos brinda cortes de belleza sencilla y arrebatadora, como Nadja, donde poco más que un punteo dosmilero, una caja de ritmos y un relato sobre amistad y honestidad le bastan para conmovernos. Pero sin duda, el bueno de Nielson sabe bien que el sol ya va apretando con fuerza y no es casualidad que su disco nos llegue precisamente a escasos días de inaugurar la primavera; el cuerpo nos pide jarana y divertimento, y por eso también se guarda algún que otro as hedonista en la manga, como la luminosa The Beach, ideal para amenizar una soleada excursión en la que comenzar a broncear nuestros torsos, o la sensual y pegadiza Layla, tan cálida y excitante que se convertirá en una favoritísima dentro del catálogo del neozelandés. Esa calma heredada de su tiempo en la costa del Pacífico se manifiesta en la puntual entrega de pasajes puramente instrumentales (como Shin Ramyun o las ya citadas The Window y Keaukaha), los cuales, además de ejercer de separadores que inyectan aire al avance natural del disco, también nos muestran una de las facetas de las que Nielson siempre ha hecho gala, y es esa manera de regalarse en cuanto a la improvisación se refiere y que ya hemos comprobado históricamente en sus anteriores aportes.
Con todo, el alter ego de Unknown Mortal Orchestra manifiesta en V, de forma más evidente y palpable que nunca, una serie de sensibilidades únicas que rozan lo espiritual y lo reflexivo, signo de los tiempos y de la maduración de un proyecto ideal para volver a ser disfrutado a estas alturas de año.