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Crítica: The Murlocs - Calm Ya Farm

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The Murlocs - Calm Ya Farm

Redacción: Sergio Abreu

Después de deslumbrar con su épico álbum Rapscallion el pasado año, el siempre caprichoso grupo australiano The Murlocs (que además comparte miembros con King Gizzard and the Lizard Wizard) regresan rápido con un giro estilístico a la izquierda y se asientan en su encarnación más placentera en Calm Ya Farm. Un álbum en el que todo parece moverse a través de una ola de retroalimentación cósmica y una amplia dosis de guitarras de country rock distorsionadas. Una colección de cortes donde los de Melbourne vuelven a cambiar el enfoque de su devenir discográfico mostrando una amalgama ardiente de bubblegum blues retorcido y un country rock que pone las miras en clásicos del género como los Faces o The Byrds.

Hay mucho que desglosar en Calm Ya Farm. En este álbum no hay dos pistas que acaben de sonar de la misma manera y sus versos abordan desde temáticas coloquiales hasta momentos socialmente conscientes y políticos. La voz anhelante y trémula de Ambrose Kenny-Smith se pavonea y deslumbra a través de una amplia gama de estados de ánimo, que hace que los Murlocs bajen un poco en arrogancia y lograr capturar algo de ternura.

El tema de apertura Initiative coquetea fluidamente con el country rock a través de una sensación alegre y mareada de diversión. Luego, con una descomunal interpretación de armónica de Kenny-Smith, Common Sense Civilian le da un abrazo al boogie rock más propiamente setentero. Más adelante, también hay canciones como Undone and Unashamed, que gozan de un poco más de profundidad y un cierto aire Gerry Rafferty. Al mismo tiempo y con una sensación intermitente de mover el esqueleto, también hay chance a sumergirse en gemas de rock n roll como Russian Roulette y Superstitious Insights.

En su forma más calmada, la banda también tiene la capacidad de ofrecer baladas conmovedoras estilo Queen Pinky o Smithereens, donde reducen sus ambiciones a estribor de melodías relajadas y divagantes que presentan pianos y voces suaves. Poco después, en Captain Cotton Mouth, el álbum se desinhibe con una frescura con sabor a medio oeste americano, mientras que Catfish conmueve con aromas veraniegos y una sensación de melancolía nutrida bajo el dogma de Ronnie Lane (Faces). Finalmente, Forbidden Toad se presenta como un corte instrumental que centellea a través de una atmósfera campestre.

En Calm Ya Farm, todos los tracks contienen un nivel de composición superlativo, pero lo que realmente hace el disco sea tan bueno, es la confianza que tiene la banda en sí misma. No encontrarás un tema malo en el álbum y todo se siente como si se hubiera querido concebir así desde los primeros compases de creación del propio disco. Calm Ya Farm se muestra y se exhibe como un lote de rock n 'roll capaz de representar algunos de los brebajes más fantásticos y exuberantes a encontrar en las baldas de álbumes de 2023. No es que sea un álbum bueno, es que simple y llanamente es fenomenal.

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