No es difícil traspasar la fina línea que oscila entre el homenaje per sé y la inspiración retroactiva que a menudo lleva a bandas jóvenes a terminar volviéndose espejos de una realidad caduca, pasada o anacrónica. Lo vemos constantemente en el empeño sin personalidad de ciertos proyectos, obstinados en simplemente replicar estética y puerilmente lo que otros tótems de la música ya hicieron décadas atrás. Con ello, en pleno 2023 puede costarle al oyente medio sacar algo de empuje para mostrar interés por algo tan barroco como un disco que perfectamente podría haber estado escrito en el verano del amor del 67, pero a pesar de trillada y manida esencia, los hermanos D’Addario consiguen que su Everything Harmony (Captured Tracks, 2023) no se quede en un simple coleccionable de viñetas de corte vintage y consiguen oficialmente dar el salto del mero tributo retro al encuentro con su mejor sonido y una personalidad propia.
Bajo la clara intención de formalizar un álbum bello y significantemente maduro, a Brian y Michael D’Addario se les mete entre ceja y ceja la idea de crear con su cuarto trabajo una banda sonora más que idónea para iluminar nuestros días de primavera -a pesar de que el disco arranque con una simpática When The Winter Comes Around, donde la voz principal nos brinda una dosis especial de buen rollo a la Beatles con la que sentiremos que es imposible no querer seguir escuchando más-. Es precisamente esa sofisticación en las formas, cuidadas hasta el último detalle, donde comprobamos que a la dupla neoyorquina se le ha quedado ya pequeño lo de ser un mero guiño que traslade a melómanos nostálgicos al imaginario del submarino amarillo, las flores en el pelo o las chaquetas de pana, y a partir de un del todo palpable crecimiento musical, consiguen elaborar una imperecedera colección de trece canciones donde ironía, emoción y dulzura encuentran un punto común.
Hay que dejar constancia de que Everything Harmony no se siente tanto como una desviación radical de su delicioso sonido, previamente disfrutado en sus álbumes anteriores, como si una reorientación del mismo, permitiéndose a sí mismos la oportunidad de aproximarse a ramas más cercanas al folklore de los 60 y a la incipiente y moderada psicodelia de principios de los 70, denotando con ello una mesmerizante sobriedad que toca techo en la genial Corner Of My Eye y les lleva a adentrarse en paisajes casi cinematográficos, a clavicémbalo puro, entregando baladas trovadorescas como What Happens To A Heart o saltando a ramas más próximas al soul romanticón de radiofórmula con Any Time Of Day. Pero no se preocupen, amantes de la electricidad a las seis cuerdas, porque el dúo también rompe su particular baraja de sonidos anaranjados y tenues para ofrecer una jugosa dosis de pop-rock con el que soltarnos la melena, como bien suponen pistas como la soleada In My Head o la distendida y noventera What You Were Doing.
Además de ver odas a la introspección un tanto insólitas en su repertorio (Born To Be Lonely, Everyday Is The Worst Day Of My Life), el peso narrativo de Everything Harmony no nos permite tanto hablar de una emotividad hedonística y vacía como sí de una captura fiel de momentos sobrecogedores en la vida de estos dos hermanos, tal y como explicitan en canciones como New To Me ("When your face is new to me the way it used to be, don’t try to make me see, we can fall in love again", cantan sobre líneas acústicas y ensoñadoras, en deferencia al Alzhéimer que ha protagonizado algunos episodios familiares recientes)
Entre arreglos poderosamente familiares, las melodías amables y tiernas de Everything Harmony avanzan a través de nuestros oídos con la misma libertad que un Cadillac lo hace por una desértica y tórrida carretera, y es que si algo queda claro con este disco es que los D'Addario se han convertido en expertos a la hora de evocar en nuestra mente escenarios completamente alejados de nuestra realidad próxima (tanto física, como temporal) pero a los que con urgencia sentimos la ferviente necesidad de querer pertenecer.