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Crítica: The Black Keys - Let’s rock

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Let’s Rock - The Black Keys (2019)

Redacción: Andrea Genovart

Let’s rock aparece delante de nosotros como una declaración de intenciones, cinco años después desde el hiato de The Black Keys. Sin metáforas rebuscadas ni ambigüedades que pretenden captar la atención: hay una vuelta de la que cabe hacerse cargo y eso pasa por hacerlo por todo lo alto.

Después de un silencio perpetuado desde la publicación de Turn Blue en 2014, la banda estadounidense pondrá fin a esta etapa de secretismo a partir del próximo 28 de junio.

El dúo formado por Dan Auerbach y Patrick Carney, bajo el sello Warner Music, vuelven con un repertorio más relajado pero que vuelven a dejar entrever la sofisticación de una banda con un gran bagaje a sus espaldas. Y es que todos conocemos el dominio de Auerbach con la guitarra y su tanteo con el blues a través de las capas y capas de este instrumento. No obstante, tras la experiencia adquirida con las formaciones Blackrocks y The Arcs, y la publicación de dos discos en solitario que probablemente no tuvieron el éxito deseado, tal vez nos encontramos ahora con una faceta algo más edulcorada.

Let’s Rock no es una explosión de solos, tampoco hace alarde de un sonido arduo y duro, pese a que los adelantos Lo/Hi y Go pertenezcan a las propuestas más beligerantes y clásicas de la formación; no obstante, Eagle Birds también fue escogido como sencillo de presentación y permite imaginar esta nueva línea más soft y elegante sobre la que caminan ahora. Así pues, podríamos apuntar que el nuevo álbum de los estadounidenses avanza más bien hacia rock mezclado el pop armónico y con estructuras cerradas. Es cierto que a veces hay tanta cohesión en la misma canción, que se echa de menos cierta distancia incómoda o factor sorpresa, como sucede con Under The Gun, canción que podría hacerlo una banda de sonido más mainstream y de segunda división como The White Lies.

The Black Keys no han querido jugar a ponernos a prueba con nuestra atención y se acercan al oyente desde una posición más accesible, dejando que confiemos en nuestra intuición al escuchar los primeros acordes de un tema.  Eso no supone, por otro lado, que en esta metamorfosis de Auerbach y Carney no encontremos piezas de una gran calidad. En Walk Across The Water asistimos a una balada de sonido Beatle y setentero, en Get Yourself Together hay un ramalazo bailable funky o en la magnífica Sit Around and Miss You hay una tendencia hacia las melodías suaves y dulces de día de calma soleado de bandas como Surfer Blood. Es un sonido, por lo tanto, mucho más relajado y que hace del disco de diez canciones un repertorio bastante homogéneo en líneas generales. Insistimos en lo de 'en líneas generales', pues aunque haya una evolución seguimos encontramos ese sonido que los emparejaba con el maestro White o con los The Kills, aunque en menor cantidad que en los anteriores discos, donde ese sonido aparecía a la mínima y sin tenerlo que buscar.

Tell Me Lies tiene por fin los riffs de Tighten Up, que al fin y al cabo todos deseamos escuchar. O Go, que nos traslada a El Camino en un santiamén, con esos coros que acompañan al círculo vicioso en el que entran sus canciones y que es al fin y al cabo sonido 100% The Black Keys.

Pero si algo podríamos reconocer, en Let’s Rock es el tempo de sus canciones. Y es que se ve a leguas que éste ha bajado de revoluciones. Breaking Down o Fire Walk With Me son temas formalmente rock, pero con un cambio plausible de modulación en la voz y en el ritmo, que queda lejos de ser veloz.

En Let’s rock no hay una euforia o energía desmedida, todo está sumamente bajo control. The Black Keys han preferido centrarse en seguir haciendo música de gran calidad, priorizando la facilidad de su escucha por encima de que se utilice para gritar o bailar.

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