Redacción: Andrea Genovart
Poner orden y retratar quién has sido a lo largo de los años no es tarea fácil. Pero si necesaria. Cuatro discos y diez años después, Sharon Van Etten ha decidido que era su momento para hacerlo. Aunque es cierto que la artista siempre ha tenido una relación introspectiva - casi terapéutica - con la música, ésta vez el modo de preguntarse a través de ella es distinto. Inspirada en el “recordar más tarde” con el que nos amenaza la actualización de software cada día cuando encendemos el ordenador, ha decidido no retrasar esta tarea higiénica de sábado por la mañana y hacer el paréntesis necesario que le permite a uno seguir avanzando. El próximo 18 de enero vuelve con Remind Me Tomorrow, un proyecto distinto - y no solo a nivel conceptual - bajo el brazo, del que ya hemos podido oír los adelantos Seventeen, Comeback Kid y Jupiter 4. Un trabajo mucho más ambicioso y de deconstrucción que no puede, como mínimo, no sorprender.
Y ésta sorpresa ha sido la nueva faceta compositiva de la artista. Y no solamente porque habla una voz con una perspectiva nueva, más madura, analítica y racional. Que también. Hay un sonido nuevo que cambia la presencia de los instrumentos y el tono sentimental y desarmado de sus anteriores repertorios, a veces demasiado pausado. En cualquier expresión artística, forma y contenido van interrelacionados de alguna manera, nunca son totalmente independientes: necesitan encontrarse en un punto común en el que reflejarse tanto el uno como el otro. Eso sucede con Remind Me Tomorrow: el nuevo modo de entender el proyecto de la música le ha proporcionado a Van Etten nuevos marcos donde desarrollarlo. Y lo que encontramos en consecuencia son diez sencillos que se alejan del indie - folk dócil y de sutil fragilidad para escuchar composiciones más solidas y rudas. De aquellas que pisan fuerte. Algo que puede suponer una decepción para aquellos que les gustaba la faceta de niña sentimental apadrinada por The National - Tramp (2012), al igual que este nuevo disco, fue producido bajo el sello Jagjaguwar - y que reconoce que “Every time the sun comes up / I'm in trouble”.
En Remind Me Tomorrow, el sintetizador está presente muy notablemente y todas las composiciones se abren a un sonido electrónico que dota las canciones de aires mucho más frescos y distendidos. El tempo tan marcado en No One Easy To Love, los juegos de ritmos cortantes en lo que podría ser la declaración de intenciones del disco, I Told You Everything, la omnipresencia de la voz y el estilo pop cual canción Ana Calvi en You Shadow, el ruido computado y distorsión en Hands o la sensación de embriaguez en Memorial Day. Se tratan, en definitiva, de gestos compositivos que apuntan a una misma dirección: al control, a la seguridad y soberanía de una misma. La misma de aquella que hace aflorar sus contradicciones y que las explica como implícitas en la naturaleza de toda fase vital. La misma que puede tolerar convivir con los puntos suspensivos, los “y si” de más.
Remind Me Tomorrow es, por lo tanto, un crecimiento no solamente personal. Aunque probablemente para la artista todo aquello que tenga que ver con su música tiene que ver también con el peso de su historia. Pero al margen de ello, todo crecimiento verdadero - y eso no solamente implica cambiar lo que haces sino cómo lo haces - implica renuncia, y la nueva faceta de Sharon Van Etten ha supuesto desvincularse de todo aquello que no le permitía construirse como aquello por la que le recordaremos más adelante. Quizá sea una transformación más que una evolución, pero solamente la metamorfosis le permite a uno construirse sus propias alas y echar a volar. Y esos puntos de inflexión son los que uno no puede olvidar.