Redacción: Fran González
Mientras le buscamos una explicación racional a esa irremediable predilección que sentimos por aquellos artistas que nos arrastran al fango de nuestros pensamientos más oscuros y cuestionables, paralelamente nos llena de júbilo descubrir que uno de esos adalides del desconsuelo y la aflicción musical está de vuelta. No hacían falta más pruebas para confirmar que James Blake es el rey Midas de la música conmovedora e intimista, pero aún así el artista británico afincado en Los Ángeles ha logrado una vez más convertir en oro otra de sus propuestas. “Friends That Break Your Heart” (Polydor Records, 2021) confirma la tendencia que Blake tomó en 2019, presentándose como una pieza irresistiblemente cautivadora pero llena de matices. Como si de un carrusel interior se tratase, el quinto álbum de estudio del londinense nos llevará por territorios antagónicos y nos mostrará una visión muy recóndita y profunda de su artífice.
Si algo supuso “Assume Form” (Polydor Records, 2019) fue acabar convirtiéndose en un paréntesis definitivo y determinante en la carrera de Blake. Un álbum que rompía con toda esa idiosincrasia lánguida y minimalista a la que el artista londinense nos tenía acostumbrados, en favor de introducir elementos sonoros inéditos hasta la fecha y colaboraciones externas que engalanasen su talento y lo llevasen a un siguiente nivel. Tras el éxito que supuso este radical viraje en su rumbo, no es de extrañar que en esta nueva ocasión Blake haya querido continuar expandiendo los principios de esta fórmula, repitiendo una filosofía más aperturista pero sin apartar en ningún momento la mirada de esos sentimientos que le han mantenido siempre en sintonía con su público. Y es que, no nos engañemos, James Blake no puede evitar ser él mismo.
Las notas de color que incorpora a su buen hacer no nos hacen perder de vista la carga privada y emocional con la que el artista impregna su lírica, llegando a convertirnos en testigos de esa liberación catártica que para él supone hablar con claridad sobre sus turbaciones, inseguridades y traumas. Entramos pues en esa hipnosis introspectiva que el británico irradia desde ‘Famous Last Words’, y que se propagará con más o menos intensidad por cada una de las raíces de las once pistas restantes. A esta pieza de arranque, le sigue lo que parece un claro guiño al James de los primeros discos, pues encontramos en ‘Life Is Not The Same’ un ritmo sencillo y pausado que nos va a trasladar de lleno a sus perfiles más minimalistas. Y será entonces cuando comenzaremos a abrazar de lleno otras muchas pistas repletas de una total e incuestionable melancolía, con la clara intención de dejarnos K.O. anímicamente.
No tardaremos mucho en toparnos con ese desgarrador falsetto marca de la casa que en ‘Funeral’ toma el protagonismo absoluto y el cometido de hacernos transitar por zonas agridulces de nuestra memoria, con versos desoladoramente preciosos como “You know I should live by the sea ‘cause I feel invisible in every city” o “Don’t give up on me, I’ll be the best I can be.” En esta batalla de derribo, no se quedan atrás las piezas que escoge para cerrar el álbum, siendo una de título homónimo un aciago recordatorio hacia esas personas que guardan protagonismo y relevancia en sus actuales pesares (“In the end / it was friends who broke your heart”), o ‘If I’m Insecure’, donde el británico sustituye los paralelismos vistosos por brutal honestidad y remata con “If this life matters how am I still wasting it? If I’m an animal shouldn’t I be embracing it?”
Blake también tendrá el detalle de concedernos ciertas treguas, en las cuales nos ofrece la posibilidad de atestiguar con puntual optimismo esa expansión sonora con la que parece querer abarcar la multitud de tonos que ha incorporado en su catálogo personal de referencias durante los últimos años. Así es como volvemos a verle entregado a una electrónica más experimental (‘I’m So Blessed You’re Mine’, ‘Foot Forward’), a un hip-hop más lóbrego (‘Frozen’, junto a JID y Swavay), a un pop orquestado de grandes magnitudes (“Say What You Will” junto a FINNEAS), o a un R&B henchido de ternura y calidez (‘Coming Back’, junto a SZA). Mención especial merece en este periplo y regodeo entre desdichas personales la pieza que comparte con la cantante de Chicago, Monica Martin, junto a la cual acaba dando forma a una de las piezas más dulces del disco, ‘Show Me’.
Con “Friends That Break Your Heart”, James Blake parece haber logrado dominar con acierto esa simbiosis entre estados de ánimo, perfilando propuestas que acaban convirtiéndose en perfectas bandas sonoras de vida, y siendo esa alternancia de moods lo que al final describe con correcta objetividad el día a día de una generación cada vez más abierta a exponer con valentía y arrojo su inestabilidad y sus miedos.