Redacción: Andrea Genovart
Que aparezcan grupos como IDLES, hoy en día, es poco habitual. Un grupo que se sitúa entre el hardcore y el post punk, de una agresividad latente pero consecuencia de una actitud más reflexiva que no impulsiva, y de un grito al que invita que desemboca en una actitud de superación optimista.
Mucho tardaron en publicar su primer LP, después de tantos sencillos que son para muchos una larga trayectoria encubierta; pero ha sido estrenarse en ello y convertirse, merecidamente, en un grupo prolífico. Joy As An Act Of Resistance (2018, Partisan Records) llega un año después de Brutalism (2017, Balley Records), un año que ha bastado para que podamos percibir la evolución del sonido de la banda de Bristol, que desprende la misma fuerza de siempre pero de una forma más fina y coordinada, que incluso roza la elegancia.
Con la voz del cantante rascada, que recuerda a Fat Mike, el disco abre con Colossus, una pieza que no es de las más agitadas - de hecho, la menos - pero que se impone con su estribillo repetitivo, abriendo con sensación de solemnidad y la fuerte presencia de unos bajos constantes.
Le sigue los riffs de Never Figh A Man With A Pern, un sencillo que conduce al himno al estilo Sleaford Mods, al que le procede la extraordinaria y melódica I’m Scum, toda una referencia melódica al punk setentero de aquella Inglaterra que cantaban los hooligans borrachos en el pub. Pero todos sabemos que Danny Nedelko es, sin duda, el tema estrella del disco. Para empezar, se trata de una canción que se engancha al oído fácilmente, hecha para vociferar en el bis de un directo; pero es, a la vez, de los temas más críticos del disco. En él, el líder la banda y cantante, Joe Talbot, hace una crítica al racismo de una forma lúcida y original. Y es que Danny Nedleko es su colega, ucraniano pero afincado en la ciudad natal del grupo, a la vez integrante de la banda Heavy Lungs: se trata de un retrato de su amistad, que hace absurdo cualquier prejuicio por la diferencia de raza y nacionalidad: My best friend is an alien (I know him, and he is!) / My best friend is a citizen / He's strong, he's earnest, he's innocent. En la canción, cada instrumento tiene su turno para intervenir, hasta converger de forma catártica en el estribillo, un totum revolutum de velocidad atropelladísima que debe corearse con el puño en alto.
Pero de repente, la banda vuelve a torcerse suavemente con Love Song, que se llevaría el lado más oscuro y de dark wave del disco, aunque la sensación de escucha es algo extraño en un repertorio instrumental básico de guitarra, bajo y batería. Y en esta línea, aparece la difícil June por ser la canción más emotiva de Joy As An Act Of Resistance. Por ser, con diferencia, la más triste. Un escenario fúnebre en medio de esa celebración y ánimo por poner algo de orden y moralidad en nuestra caótica actualidad. Se trata de un tema homenaje a la hija de Talbot, que murió hace año y medio, en ese mes. Algo que de forma brusca e inesperada marca la disonancia en el disco, ya que IDLES es una banda que intenta hacer fotografía y denuncia más bien colectiva de un mundo al que le sobran los motivos para la locura y desilusión.
Si en Samaritans se dedica a recitar frases que los hombres reciben a lo largo de su vida (Man up / Sit down / Chin up / Pipe down / Socks up / Don't cry / Drink up / Just lie), al más puro estilo Protomartyr, Television es una sátira sobre la alienación sufrida por esta caja de nuestro salón, que también nos dicta pautas de comportamiento y estereotipos que se instalan, sin darnos cuenta, en la cabeza que el cuarteto nos intenta sacudir. En esta dirección, Great es quizá el tema más transgresivo, por ser poco usual en nuestra actualidad: de perdidos al río, el grupo inglés acepta el Brexit del que tanto se arrepiente ahora la misma población y celebra con una melodía punk sus consecuencias hasta el final. No sin las pullitas siempre presente de Talbot, claro.
Para cerrar, el grupo se atreve con una versión del cantante de soul Solomon Burke. Adaptada de un modo irreconocible, Cry To Me es una pieza bastante deprimente, la verdad, y que a modo de paréntesis refleja la otra cara de la moneda de una banda que intenta sonsacar de la crítica y el rechazo la necesidad de unirse y organizarse para luchar; Rottweiler es el terremoto apoteósico que pone punto y final a este repertorio de doce temas capaces de mantener la escucha y tensión de principio a final, capaces de cohesionar la imagen de una banda enérgica y beligerante. Pero no desde una composición simplista, donde el foco está en hasta cuánto pueden llegar a desatarse: IDLES es capaz de reunir en uno hígado y cerebro pensante. Y Joy As An Act Of Resistance es precisamente eso: un paso más allá de la diversión de Brutalism para conseguir ese sabor agridulce que dejan las críticas tan bien construidas, esas que agradeces conocerlas pero que son tan certeras que después te invade una cierta pena. Por eso mismo, el proyecto de IDLES no es solamente agradecido: es necesario.