Seis años después de entregarnos Plunge (Rabid, 2017), Karin Dreijer regresa con un álbum que continúa llevando por bandera esos principios hipnóticos y caleidoscópicos tan propios de una impronta difícil de comprender, pero terriblemente adictiva. Tras el lanzamiento de su segundo álbum, lx artista detrás de Fever Ray tuvo que echar el freno a su carrera y hacer públicos sus problemas de salud, provocando que más de un lustro después su regreso se sienta del todo celebrado por quienes ansiaban tener de vuelta ese universo anómalo y extraordinario suyo. Radical Romantics (Rabid, 2023) nos da exactamente lo que podríamos esperar de un retorno de estas magnitudes, llevándonos seriamente a preguntarnos si Dreijer será capaz de meter la pata en algún momento de su dilatada y laureada trayectoria.
No se nos rasgan las vestiduras a la hora de reconocer el resultado redondo que confieren sus diez nuevos cortes, especialmente tras dejarnos imbuir progresivamente por esas cadencias alborotadas y caóticas, repletas de fórmulas reconocibles (sus característicos agudos, esos glitches exóticos o una aceleración nerviosa a golpe de rave oscura y absorta), pero igualmente tan disfrutables, como ya lo fueron diez años atrás con su debut en solitario. De las raíces de la narrativa de Bell Hooks y el jugo surrealista de sus propias epifanías emanan las extremidades de un retorcido discurso marciano en el que tan pronto seremos testigos de una exposición profana y exaltada del placer y la sensibilidad (“I just wanna be touched / I just wanna shiver / can I trust you?”, nos lanza en la sugerente y sensual Shiver), como veremos bizarros alegatos contra el intimidamiento y la ofensa (“This is for Zacharias who bullied my kid in high school / There's no room for you and we know where you live / One day we might come after you taking back what's ours”, canta en Even It Out, un corte de lo más atípico donde vemos la cara más punk de Dreijer, co-producida por nada menos que Trent Reznor). Como unx directorx de orquesta de sus propias emociones, Karin repliega sobre nosotros todo un arsenal poético de verdad, honestidad y crudeza (“The person who came here was broken/Can you fix it, can you care?”, exclama en What They Call Us, el primer corte del álbum y toda una desafiante declaración de intenciones emocionales).
El papel que juegan las colaboraciones invitadas a esta particular fiesta poco o nada tarda en hacerse de notar, como bien apreciamos en ese maravilloso re-encuentro entre Karin y su hermano Olof Dreijer, donde por un momento y de la mano de una genial línea de marimbas, retrotraeremos a los mejores momentos de The Knife (Kandy), o en esa puesta de largo del imaginario neoclásico y reinventado del productor bristoleño Vessel para una fantástica disertación sobre esos sentimientos tóxicos que desarrollamos cuando nos ilusionamos con un nuevo crush (Carbon Dioxide). Una mirada sobre el deseo y la pasión que mantiene su regular presencia, ya bien sea entre veladas miradas a la concepción actual del amor de quita y pon (“Digging a hole, fill it with tinder and gold, precious diamond”, canta en la empoderada New Utensils) o directamente a través de ritos que instan a la pura carnalidad (Let me know if this is the last day / We run our bodies as we go to sleep / Tapping fingers as a way to speak / This is how building a nest of things / Your head to rest on me, lean. We took longer, I pull out an arm to touch you”, escuchamos en la romántica e íntima Tapping Fingers).
Con todo, podemos concluir que los albores creativos a los que Dreijer ha logrado llevar su persona bajo la entidad de Fever Ray y de la mano de su tercer álbum son verdaderamente supremos, demostrando que todas sus aristas (la más airada, la más controvertida, la más antipatriarcal, la más sensual, la más vulnerable) conforman un todo arrollador, misterioso y arrebatador.