Redacción: Noemí Valle Fernández
Lily Collins da vida a Emily Cooper en Emily in Paris, la nueva serie de Netflix que proyecta las andanzas de una publicista de Chicago dispuesta a emprender una nueva etapa en París tras ser elegida para hacerse cargo de la estrategia de las redes sociales de una prestigiosa firma francesa. Fascinada por la oportunidad de irse a Francia, Emily cruza el Atlántico dispuesta a vivir el sueño parisino de la mano de nuevas amistades y romances.
Darren Star, creador y productor de la serie, construye un personaje femenino entusiasta y luchador. Una mujer emprendedora que decide aventurarse en un país en el que a pesar de no conocer el idioma, intenta hacerse un hueco, mientras sus compañeros de la firma de marketing parisina Savoir, no se lo ponen nada fácil y actúan como perpetuadores de un estereotipo de la sociedad francesa, irreal y obsoleto. La élite que rodea a Savoir permite a Emily acudir a fiestas lujosas, en lugares cuyas paredes emanan glamour y que la protagonista utiliza como oportunidades para plantear propuestas de negocios para la empresa, algo que Sylvie, directora de la firma francesa, interpretada por Philippine Leroy-Beaulieud, detesta: “Estás loca. No se habla de trabajo en una fiesta”, le achaca cigarro en mano.
Darren Star, artífice de series como Sexo en Nueva York o Sensación de vivir, construye una caricatura de los franceses a base de tópicos y clichés y la exagera hasta la carcajada. Es evidentes que la realidad del escenario donde se graba la serie se aleja años luz de la ficción de la trama, pero París siempre nos gustó más desde los ojos del turista, por eso la serie triunfa fuera de Francia y los parisinos la odian de forma abierta y despiadada.
Steven Fierberg, director de fotografía de la serie, crea una postal majestuosa de la ciudad del amor, con tomas de un París idílico que incita a perderse entre sus calles. Las boinas y los abrigos hasta los tobillos a juego con una estética absorbente, llaman al espectador a coger un vuelo y plantarse en el restaurante de Gabriel, el personaje interpretado por el francés Lucas Bravo, para comer crepes con chocolate o croissants recién hechos acompañado de un largo paseo matutino o pasar la tarde a bordo de una lancha en el Sena junto a Mathieu, interpretado por Charles Martin, bebiendo champagne mientras suena a todo volumen Ces bottes sont faites pour marcher de Muguette.
La boina roja es un tópico que triunfa porque recuerda a las películas de La Nouvelle Vague y a todas esas mujeres que retrataban Jean Luc Godard y Agnès Varda en sus largometrajes, con sus estilismos elegantes e impecables. No obstante, es evidente que las tramas de los años 60 en París no tienen nada que ver con la que plantea Darren Star en esta serie. Más bien, el director conduce la temática hacia series como Goosip Girl, a la que se hace referencia en varios capítulos, poniendo el foco especialmente en Blair Waldorf a través de los estilismos que Patricia Field, diseñadora de vestuario, crea para Emily Cooper.
Netflix acertó de lleno cuando catalogó la producción de petarda, excéntrica y romántica, una combinación que ha hecho que Emily in Paris, en plena pandemia, nos permita viajar a Paris para ver todos los lugares emblemáticos desde el sofá, mientras suena en bucle Magnifique de Juniore y Ce soir de Kumisolo. Por un momento el espacio y el tiempo desaparecen mientras nos teletransportamos a la ciudad del amor con la magia del cine y la ilusión guiri de siempre.