La efusiva vitalidad con la que los hermanos Guy y Howard Lawrence nos avisaban hace escasos días de la inminente publicación de su nuevo trabajo, marcado por la liberadora idea de comenzar a publicar su música desde su propio sello, sin las constrictivas ataduras de ninguna multinacional intermediaria que se precie, nos alertaba de esa vinculante necesidad de la formación británica por realizar su particular canto a la vida y entregarnos, desde la humildad, un nuevo pasaje en su discografía que así lo atestiguase. Hecho para ser escuchado del tirón y sin saltos, Alchemy (Apollo Records, 2023) parte con la responsabilidad sobre sus hombros de equipararse a anteriores y celebrados capítulos en la trayectoria de la dupla (como su debut con Settle, que en el presente año ha cumplido su primera década de vida), volando por vez primera sin la red de renombradas voces invitadas entre sus créditos y acercándose a determinadas esferas de la electrónica, convencionalmente inesperadas en su registro.
Unos reverberados pasos que avanzan en dirección al club más cercano y que se sumergen en las progresivas cadencias de estilo house que arrancan en Looking For Love despiertan en nosotros todas las expectativas posibles (no solo generadas por nuestro conocimiento sobre lo que los hermanos Lawrence saben hacer, sino también por la fructífera colección de poderosos nombres a los platos que la escena electrónica británica nos ha brindado en los últimos años y que esperanzadoramente creíamos que podrían haber supuesto una influencia en los mismos). Sin embargo, el batacazo no tarda mucho en pronunciarse, y es que ante nosotros se sucede una insípida colección de pasajes de música dance de lo más genérica y aburrida, que bien podría figurar en cualquier radiofórmula machacona de turno, situándose a años luz de sus mejores etapas. Una vez superado este evidente y mayúsculo chasco, nuestros oídos tratarán de hacer un ejercicio de abstracción con respecto a los añorados good old days de la formación y con ello trataremos de entrar en su juego, propuesto a partir de bucles oscuros y discotequeros (Simply Won’t Do) y cortes nostálgicos con aire de drum and bass noventero (Higher Than Ever Before). Pistas que, objetivamente, le compraríamos a la primera a un DJ novel, pero que por alguna razón defraudan y se sienten insuficientes en manos de Disclosure. Tras el respectivo interludio (Someday…) que divide el álbum en dos mitades claramente diferenciadas, entramos en el perímetro más agitado de la dupla, con aportes que dejan atrás la discoteca para ir directamente a la rave (We Were In Love) y que juegan en esferas más experimentales con las que logran salvar puntualmente los muebles (Sun Showers). A su vez, y confirmando la mixta dualidad con la que configuran los diferentes saltos de su trayectoria, Disclosure deciden cerrar Alchemy con dos cortes de esencia retro-wave y buenrollera que cumplen su respectivo cometido por remitirnos a sus primeros trabajos.
Muchos podrían pensar que este notable desacelere en su trayectoria se debe precisamente a esa ausencia total de colaboradores con estrella que previamente mencionábamos (recordemos que desde su debut, hemos visto a los Lawrence mezclar sus beats con las voces de gente como Sam Smith, The Weeknd, Gregory Porter, Lorde, Jessie Ware, London Grammar y muchísimos más), pero la historia reciente nos ha enseñado que con un buen puñado de samples y el gusto necesario para encajar y recortar voces en el momento y lugar preciso, se puede llegar a hacer discos de impresionante tirada y de forma realmente económica. Por mucho que nos duela, pues las intenciones parecían buenas, Alchemy no será uno de ellos, y aunque éste puede llegar a funcionar de forma sobresaliente para amenizar una fiesta, tenemos la insatisfecha sensación de que Disclosure son capaces de darnos mucho más.
