Dos alas de ángel con una centro floral en su principal eje son un claro indicio de que las intenciones de Dave Gahan y Martin Gore con Memento Mori (2023) van más allá del mero hecho de estar de vuelta tras seis largos años de silencio. Sin embargo, poco importan los años –pero no las adversidades- cuando esa sensibilidad añil e introspectiva irrumpe en escena (“Don't play with my world, don't mess with my mind, don't question my space-time”, cantan en My Cosmos Is Mine), demostrándonos con ello que Depeche Mode siguen siendo duchos en lo que a construir emociones y sugerir imágenes en nuestro interior se refiere. En este caso, la pérdida de Andy Fletcher marca los tempos de forma tremendamente palpable en éste, su décimo-quinto álbum de estudio, sintiéndose en ocasiones casi como un disco plenamente dedicado a la memoria del desaparecido miembro fundador de la banda y donde hasta el propio título nos abre ciertas vedas a esa inevitable reflexión sobre la inexorabilidad de la muerte y el presente pensamiento de que todo llega a su fin.
Signo de los tiempos, de haber pasado por dos de los años más aciagos que muchos recordamos, o vaya usted a saber por qué, pero el resultado es, sin lugar a dudas, uno de los discos más oscuros que esta legendaria banda británica de synth-pop ha firmado hasta la fecha, teniendo presente hasta en sus cortes más joviales un cierto pesar que no se disuelve ni con sus sintes e instrumentales más luminosos (“We know we’ll be ghosts again”, canta Gahan en su single Ghosts Again, nuevamente sabiéndose consciente más que nunca de ese final que todos llevamos de fábrica asignado). Lejos de llevarnos a una bajona de difícil salida, esta perspectiva mórbida y dramática origina algunas de las mejores letras que la banda haya alumbrado jamás (“Believe me, they will follow just to watch another angel die”, cantan en Wagging Tongue), reposando prácticamente el gran peso narrativo del álbum en éstas y entregándonos una paleta de emociones vividas y descarnadas donde, a pesar de su veteranía y de no necesitar precisamente realizar a estas alturas ningún ejercicio de honestidad para con sus oyentes, Gahan y Gore se desnudan sin pudores y reconocen sus miedos más mortales. Esa oscuridad celestial también se palpa en la exquisita instrumentación que vemos en cortes como Soul With Me, deliciosamente producida para llevarnos de pleno a la década dorada de los new romantics y darle una vuelta de tuerca a ese sonido hedonista y sensual, ahora marcado por sus más profundos debates (“I'm ready for the final pages, kiss goodbye to all my earthly cages, I'm climbing up the golden stairs”). Ya que demuestran estar envueltos en esa espiral de verdad sin control, Gahan y Gore aprovechan la ocasión para lanzarnos a cara la que muy probablemente sea la pista más honesta y madura que hayan firmado nunca antes: Caroline’s Monkey, una reflexiva oda en la que la dupla apuesta por ahondar en las perjurias que las adicciones han causado en ellos y los orígenes y justificaciones que encontraban en sus vidas para dar cabida a éstas (“Fading's better than failing. Falling's better than feeling. Folding's better than losing. Fixing's better than healing. Sometimes”).
Desde luego, Memento Mori no puede ser entendido como una marca que vaya a designar el tono futuro que la banda apostará por tener de aquí en adelante (esperemos que en algún momento Gahan y Gore recuperen la fe en la humanidad, a pesar de esos irónicos y ácidos versos que escuchamos en People Are Good), pero sin duda este trabajo sí supone una piedra de toque en la vida de la formación, demostrándonos que aún llevando casi cuatro décadas en la cancha, la vida se abre caminos totalmente impredecibles hasta para el más experimentado jugador, y solo por saber exponer de una forma tan brillante sus vulnerabilidades, ya demuestran seguir ganándose nuestras atenciones tantos años después.